Reservation dogs: eso de ser adolescentes
Estrenada en 2021, Reservation dogs trata, al igual que Sex education, con humor o mejor dicho desde la parodia temas del adolescente posmoderno: padres separados, total falta de autoridad y supervivencia a un mundo de cyberbullying y dinero fácil. En ese marco, destacan la cuestión sexo afectiva y la visión de las masculinidades, condensadas en las transiciones a la adultez de un grupo de descendientes de los pueblos originarios americanos de clase media baja con problemas vinculares. Una especie de serie adolescente, no adinerada sino de las miserias de jóvenes con poco dinero y falta de cualidades físicas con un humor paródico de lo circundante
La comedia, ideada por Taika Waititi, toma distintos elementos cotidianos con un humor descarnado. Desidealiza la escuela, un lugar ya no de contención ni superficial de irresponsabilidades pasadas, sino de traumas y malos recuerdos, en donde hay más espacio para la angustia que para aventuras. En ese camino aparece el suicidio, ya que la tira se permite mostrar cómo la soledad y, en menor medida, la mirada adulta de la adolescencia pueden influir, junto al sobrepeso o la falta de atención de los pares.
Reservation dogs está filmada con actores no conocidos que no denotan nada en los rostros, por lo que hay más lejanía con el espectador. Además, la música, puntual en determinados momentos, tiene tonos melódicos solemnes o serios que expresan sentimientos guardados. El diálogo, salvo en ciertas ocasiones, evidencia más lo que sería mentir frente al resto que lo verdadero que están sintiendo. Allí también aparecen tintes fantásticos, dados los sueños o alucinaciones como expresión de lo interior, de aquello que no está dicho o que no puede salir.
La serie se permite darle a los personajes secundarios un mayor espesor de lo que suele suceder en este tipo de producciones. Profesores y vecinos tienen motivaciones y sus emociones están lejos de estar resueltas. Hay más cercanía entre el supuesto mundo adulto y el de los jóvenes. Entre otras temáticas, se muestra a la policía como resguardo de los blancos, el rol de las iglesias o la brutal represión a pueblos originarios, mediante recuerdos explícitos de la lucha cherokee setentista. Una suerte de reivindicación soterrada del activismo indígena armado, contrario al calvinismo del sur y vinculado al movimiento de derechos civiles de los sesenta y setenta.
Las actuaciones, así como su vestuario, denotan gran naturalismo, contrario a la norma del cine estadounidense más vinculado al artificio de lo irreal: más cercano a narrar un cuento que a mostrar una realidad. En este caso, la adolescencia es algo vivo, no una caricatura paródica o ridícula de los idilios o las frustraciones de la adultez. Junto a Sex education, de forma complementaria, conforma una mirada sobre la misma hoy en día, en un mundo de bitcoins, depresiones y relaciones cortas y superficiales. Ambas son una muestra fílmica del medio circundante de los menores de veinte y de cómo los cambios son tan rápidos como volubles, con la marca de la distancia gigante entre generaciones.