Anatomía de un escándalo: ¿qué pasa cuando el consentimiento desaparece?

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Anatomía de un escándalo: ¿qué pasa cuando el consentimiento desaparece?

14 Mayo 2022

Por Manuela Bares Peralta

El pasado 15 de abril desembarcó Anatomía de un escándalo en Netflix. La nueva miniserie de David E. Kelley, creador de Big little lies y The undoing, entre otras, se convirtió en uno de los contenidos más vistos de la plataforma, proponiendo una nueva forma de ficcionalizar el debate latente alrededor del consentimiento. 

La miniserie de seis capítulos, basada en la novela homonima de 2018 de Sarah Vaughan, relata la repercusión que tiene en la vida del político James Whitehouse (Rupert Friend) la denuncia por violación que lleva adelante Olivia Lytton (Naomi Scott), su ex empleada y amante. A partir de que gana estado público y comienza a desarrollarse el juicio en su contra, se vislumbran fisuras en su entorno familiar y en el vínculo con su esposa Sophie (Sienna Miller), como también en otros acontecimientos de su pasado: su paso por la Universidad de Oxford y su pertenencia al “Club Los Libertinos”, una cofradía estudiantil que se dedicaba a hacer abuso de su status. 

Más allá de las falencias que no intenta esconder, la nueva producción de Netflix pone en debate un tema poco televisado: el consentimiento y sus alcances. Sobre ese extenso campo semántico se desarrolla el juicio hacía Whitehouse por violación. Si bien la narración se esfuerza por no perder el ritmo, por momentos la sobredosis de recursos, como los flashbacks, interfiere con la trama y le resta atención a un tópico novedoso hasta para el mismo Kelley. Más allá de la violación, la serie busca centrar el interés en el uso del poder, en los privilegios y en el consentimiento en general, animándose a naufragar sobre sus límites y obligándonos a volver sobre el mismo interrogante: ¿Qué pasa cuando el consentimiento desaparece? 

Anatomía de un escándalo propone un recorrido vertiginoso alrededor de James Whitehouse pero sin centrarse en él, sino en el efecto que despierta la denuncia en su esposa Sophie y en la abogada Kate Woodcroft (Michelle Dockery), encargada de llevar adelante el caso en su contra. El debate alrededor del consentimiento nos obliga a poner en cuestión el pacto entre varones y a transitar un camino similar al que realizan los protagonistas: volver sobre nuestros pasos y poner en discusión si el consentimiento realmente existió.

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