Algo viejo, algo nuevo, algo prestado: realidad y ficción en el sur del conurbano

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    Hernán Rosselli

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado: realidad y ficción en el sur del conurbano

03 Diciembre 2024

Tras su estreno en la Quincena de Realizadores de Cannes, Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, dirigida y guionada por Hernán Rosselli, llega a salas nacionales este jueves 5 de diciembre. Obtuvo el premio a Mejor Película en el Festival Internacional de Cine UNAM, en México, y otros dos galardones en el Festival Internacional de Cine de Gijón, en España. A su vez, participó en Contracampo, la muestra alternativa al Festival de Mar del Plata, y se exhibirá durante los sábados del mes en el Museo de Arte Latinoamericano (MALBA).

Llevada a cabo con el apoyo de diversas casas productoras, el largometraje sigue a lo largo de poco más de una hora y media la historia de la familia Felpeto, quienes administran desde hace algunas décadas las apuestas ilegales de quiniela en Temperley, Lomas de Zamora. El punto de partida de la narración es una serie de fragmentos de VHS de los años 80 que se entrelazan con la voz en off de Maribel, la hija. Desde que Hugo, el padre, falleció, ella y su madre, Alejandra Cánepa, quedaron a cargo del negocio, cuyo epicentro es una vecindad de casas blancas en el sur del conurbano bonaerense.

A medida que avanza el relato, el presente se va fundiendo con el pasado. Hugo ya no está físicamente, es el gran ausente, pero su presencia fantasmal se percibe en cada escena. Las herederas deben lidiar con problemáticas que van de una banda rival a la amenaza policial, pasando por otras tensiones propias del negocio, lo que genera un clima enrarecido en el barrio. Nadie sabe cuánto hay de verdad y eso mismo le pasa al espectador.

El director propone una película compleja en su entramado, que combina ficción y documental, expuesto de la manera más transparente posible. Tal como en Mauro, Rosselli narra de un modo que lleva a la audiencia a establecer relaciones por su cuenta. Controla el tiempo a gusto, lo que se da a entender es igual o más importante que lo que vemos. Los diversos registros son tan verosímiles que resulta difícil saber dónde trazar la línea. Se siente verdadera y eso es lo relevante.

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado es el retrato de un mundo con sus propias reglas, relaciones y códigos, donde el dinero es el elemento que conduce la trama y organiza las aristas. A ese panorama se agrega una subtrama familiar, que permite un acercamiento más personal y otra serie de lenguajes. Las historias se inscriben entrelazadas, las fronteras son difusas y, con el paso del tiempo, todo parece tambalear. De alguna manera, semejante a Los Soprano, con esa mezcla característica entre lo “profesional” y lo “personal”.

La idea original nació tras el estreno del documental Casa del teatro. La propia Maribel Felpeto, vecina del guionista hace años, acercó el material de archivo -que había sido filmado por su padre-, que luego se resignifica. Nadie en la familia se dedicó a las apuestas ilegales ni Hugo está muerto, pero esa indeterminación es la que busca Rosselli para interpelar sobre la naturaleza del film. En esa clave, la propuesta fue una versión del conurbano de aquellas películas clásicas sobre la clase trabajadora, al estilo Buenos muchachos. Las grabaciones, con una idea clara de puesta en escena, daban la pauta de que había una película posible.

El proceso creativo duró casi seis años, con las entrevistas testimoniales a la familia como punto de partida. Los ensayos se detuvieron por la pandemia y las filmaciones sucedieron en tres etapas. Rosselli construye una estructura, duplicada en dos tiempos, conectada de forma subterránea por anécdotas, tanto de los Felpeto como de su propia madre, y la ficción, con la salida física del personaje de Hugo como elemento trascendental. Quizás en una pieza documental alguna de las aristas hubiera perdido fuerza y efecto.

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado representa, en definitiva, otra de las tantas maneras de supervivencia. Por sobre todo, destaca la habilidad de Hernán Rosselli a la hora de construir una obra cinematográfica potente, que aborda temáticas alrededor de nuestra relación con el dinero. En paralelo, el mismo director lucha por poder filmar su nuevo proyecto, La escuela pesada, en el contexto de recortes a las instituciones culturales.

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