Nora Patrich: ‘’Todavía puedo sentir el sabor de la adrenalina en la boca’’

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Nora Patrich: ‘’Todavía puedo sentir el sabor de la adrenalina en la boca’’

07 Septiembre 2020

Por Araceli Lacore (Las ilustraciones son de Nora Patrich y pertenecen al libro “Quemá esas cartas, rompé esas fotos. Montoneros. 1970-2020” de Roberto Baschetti)

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo fueron tus comienzos en la militancia?

Nora Patrich: Eran confusos. Por un lado, sabía que había pobreza y eso me dolía, pero por otro lado escuchaba a los anticomunistas. Yo tengo familia en Rusia, algunos estaban en el partido y otros no. Mis abuelos se fueron de antes de la revolución. Tenía un lio importante en la cabeza. Lo primero que leí fue a Mao: la conferencia sobre las artes. Empecé con el arte desde muy chiquita.

APU: ¿Es verdad que hacías esculturas de tiza y papel en la escuela primaria?

NP: Si, porque me aburria. Reproducía cosas que veía en cinta scotch y en papel. Descubrí muchos años después que mi nieto también lo hacía. Un día le pregunté para un cumpleaños que quería y me dijo cinta scotch. De a poco, fui descubriendo la política. Fui a un campamento del templo al que iban mis padres, ahí lo conocí a quien fue mi primer novio, él venía de una familia de izquierda. Yo le contaba que quería estudiar arquitectura porque quería hacer casas para los pobres. Cuando lo mataron al Che Guevara, estaba en EEUU y fui a decirle a mi maestro que lo habían asesinado y que el Che era argentino, me miró extrañadísimo. Mis compañeros de colegio ya se estaban preparando para ir a la guerra de Vietnam. También era la época de los Panteras Negras. En mi escuela había solo una chica negra y la invité a un cumpleaños. Muchos dejaron de ser mis amigos por eso. Vengo de una familia de clase acomodada y eso no impidió que tuviera la sensibilidad de saber que había algo más fuera de mi casa. Sabia de los campos de concentración. Nos enseñaban que no tenía que volver a pasar y para mi ese ‘’no volver a pasar’’ era para todos. Así fue que entré en el LIR. Ahí tenían un grupo de artistas, entonces empecé a hacer teatro. Seguí haciéndolo a lo largo de mi vida. Todavía estaba en la secundaria y ahí descubrí el peronismo. Íbamos a las ollas populares. Mi padre tenía un supermercado así que le sacaba cosas que tenía en la alacena guardadas para llevarlas a esos encuentros. Iba a las reuniones del LIR y cuando planteaba cosas sobre el peronismo nadie me sabia contestar. Estando en arquitectura estudiaba pintura y le llevaba mis dibujos a Carpani. Nunca busqué la cosa bonita ni decorativa. Ahí me fui comprometiendo cada vez más, llegué a la JUP (Juventud Universitaria Peronista), ya salía con *Horacio y comencé a preguntarle sobre cómo colaborar con alguna organización armada. El me decía que alguien me iba a contactar y no mucho más.

APU: ¿Por qué la lucha armada?

NP: Porque yo consideraba en ese momento que era la manera de avanzar y cambiar la realidad. El Che fue muy importante en mi vida, y también Evita. Cuando hablaba con Horacio sobre eso, el esquivaba la conversación entonces yo ya no estaba tan segura de casarme porque quizá él no entendía la importancia de mi compromiso. Lo iba a dejar, pero resulta que él estaba en las FAR, junto a todos mis cuñados. No sabíamos uno del otro. Cuando me casé nos enteramos. Además, nos dimos cuenta porque cuando fuimos a hacer instrucción militar, volvimos con la marca de la remera en la piel por el sol. Mi cuñada un día volvió de vacaciones con la misma marca y ahí nos dimos cuenta.

APU: ¿Qué tareas realizabas en FAR?

NP: Reuniones de educación política, proyectos sobre la carrera de arquitectura en función del pueblo. Concientización y protección de lo que se había logrado en la facultad, derechos educativos.

APU: ¿Cuál fue tu rol en la organización de las mujeres militantes?

NP: Recuerdo que, en una marcha, estaban repartiendo palos para protegernos de la policía que nos daba cadenazos para romper la formación de la columna. Cuando fui a buscar mi palo los compañeros me dijeron que no. Había organizaciones bastante machistas, FAR en el ámbito donde yo estaba, no lo era. Me enojé mucho en ese momento y me dijeron que consiguiera dos compañeras más, dándome a entender que dos mujeres equivalen a un hombre. Finalmente, conseguí dos compañeras y ya marchando la policía nos atacó. Lo que había que hacer, era levantar el palo para que la cadena se enredara y no nos pudieran pegar. De repente, empezamos a escuchar los palos de nuestros compañeros caer al suelo porque salían corriendo, y nosotras no nos movíamos. Cuento esto porque es muy representativo de la época en cuánto a los roles genéricos.

APU: ¿Por qué crees que había un machismo tan evidente si incluso la instrucción militar era la misma para hombres y mujeres?

NP: Creo que era la época pero que siempre se asoció la fuerza, la guerra, con el hombre. Si estudias la guerra civil española es impresionante la cantidad de mujeres que hubo. Mika fue una mujer judía de muy alto rango. Es contradictorio porque hay culturas en donde las mujeres tienen más libertad que los hombres o lideran sus comunidades. Hay cosas que se siguen reproduciendo. Cuando vine a Bella Vista de parte de varones y de mujeres, sufrí mucha indiferencia. 

APU: ¿Por qué crees que sucedía?

NP: Machismo. Cuando llegaba cualquier hombre a hablar se desesperaban por escuchar, aunque dijera incoherencias.
Hay mucho laburo por hacer en todo nivel. 


APU: Se cumplen 40 años del asesinato de Fernando Abal Medina y Carlos Rasmus: ¿Cómo te impactó ese acontecimiento?

NP: Todas las muertes no impactaban. Es como cuando tenés un hijo, sufriste y te dolió, pero no es lo que recordás. Sufrí por muchas caídas, pero no es lo que me queda en la memoria

APU: ¿Y qué te queda?

NP: La lucha, el compañerismo, la alegría de vivir. Si bien teníamos entrenamiento éramos, y no éramos un ejército. Yo tenía facilidad para lo militar, pero en el fondo soy pacifista, mis hijos jamás jugaron con un arma de juguete, pero no reniego de que en su momento hubo que ser soldado. Era un tema difícil saber si estabas dispuesto a matar. Ahora pienso y había situaciones dramáticas. Me iba a dormir pensando en qué iba a hacer si llegaba la policía , qué iba a hacer con Nicolás, si lo metía en un canasto por la ventana hasta el patio de abajo. Pero no tenía el canastito ni la soga. ¿Sabes también que me quedó? El sabor de la adrenalina en la boca. No me la voy a olvidar nunca. Te lo digo y todavía la puedo sentir. Si Horacio llegaba tarde, por ejemplo. Tampoco dejabas que eso determine tu vida, seguías. Ya habías tomado la decisión de que querías ser parte de algo, de cambiar algo, dejarle algo a los hijos, a la humanidad. Tengo muchos cuñados muertos pero ninguna muerte me paralizó. Yo no me quería ir después de la muerte de Horacio, pero mis viejos me convencieron y me fui a España

APU: ¿Estuviste en peligro de perder la vida?

NP: Si, varias veces. Cuando ganamos las elecciones queríamos hacer el acto en avenida La Plata y no nos dejaban, Recuerdo que tenía un vestido naranja, y un cartel que me lo ponía debajo del vestido, cuando llegábamos lo sacaba, lo mostraba y nos empezaban a tirar gases, una de esas veces nos corren y me tiran un lanza gas en la espalda. Pensé que era una bala. Mientras corría pensaba, ‘’me pegaron, pero si me hubieran pegado no estaría corriendo.’’ Me quedó una quemadura en la columna. Antes de casarme con Horacio en una movilización nos estábamos dispersando y un tipo se baja de un auto y nos empieza a disparar, podía escuchar las balas cerca de mi cabeza. En Ezeiza las sentí. Estaba parada pidiéndole a la gente cuerpo a tierra y escuché las balas pasarme por la oreja como un mosquito. Ya en Rosario embarazada de Laura habíamos alquilado una pieza y Nicolas tenía un año, Horacio se había ido y la dueña me invitó a tomar un té y me cuenta que mi habitación antes era suya, y que las chicas le decían que no se quede ahí porque era peligroso. Resulta que era la amante del jefe de la policía. Yo seguí tomando el té como si nada porque no podía decir nada. Antes de irnos a Rosario, algo me faltaba en casa y le toqué timbre a la vecina que me dice: ‘’Que susto el otro día, cierto que no estabas, estuvieron allanando el edificio”. Me acuerdo que me apoyé contra el marco de la puerta para sostenerme. En ese momento no había celulares, me metí en el departamento y a Nicolas en la habitación del fondo y me senté ahí a esperar a ver quién venia primero, si nosotros o ellos. Era lo único que podía hacer, y si llegaban, que Nicolás no llorara y esperar a que se fueran.

APU: ¿Te exiliaste en el año 74?

NP:No recuerdo, pero Laura cumplía dos meses y Nicolás dos años, a los pocos meses nos fuimos. 

APU: Te exiliaste en Israel, en España, Cuba y finalmente en Canadá. ¿Cómo fue atravesar el exilio y qué papel jugó el arte en ese atravesamiento?

NP: Hice mucho teatro, y la pintura siempre estuvo, llegué a ser muy conocida, tengo obras en varias partes del mundo.

APU: ¿Sentiste culpa por haberte exiliado?

NP: Si, lloraba todos los días. Casi todos los cuadros en el exilio los pintaba llorando. Volví por primera vez en el 89 por un mes. Después venía cada tanto a hacer exposiciones para armar algo y poder volver.

APU: ¿Cómo viviste la maternidad en ese momento?

NP: Creo que fuimos buenas madres, por mis hijos di todo. El padre de mis hijos fue un gran padre. Pocos son los que pueden decir que dieron la vida por sus hijos. Hice por ellos lo que pude en todo momento. Hubo momentos en los que les falté un poco, pero por lo menos nosotros teníamos la conciencia de la importancia de darles una vida enriquecida y no hablo de dinero.

APU: Si tuvieras que describir en pocas palabras tu militancia y la lucha armada: ¿Qué dirías?

NP: Quisiera creer que coherencia, perseverancia, porque esto no se acaba ni se va a acabar. La lucha continúa. No reniego de la lucha armada, no me arrepiento de lo que hice con lo que tenía y sabia. Obviamente hubo errores, pero no me arrepiento porque en ese momento es lo que se necesitaba. Creo en eso. Soy pacifista, aunque suene contradictorio. Hay cosas y momentos. Hoy en día tenemos elementos que antes no teníamos, pero si los tenemos, fue por lo que hicimos. 


*Horacio Machi