“Uso un lenguaje fuerte como contrapeso a la violencia cotidiana”

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“Uso un lenguaje fuerte como contrapeso a la violencia cotidiana”

23 Julio 2016

Por Victoria Palacios

Agencia Paco Urondo: ¿En qué sentido un primer libro de poesía es la puesta en escena de una violencia? ¿Por qué puede enunciarse como una violación del terreno de la infancia?

Boris Katunaric: Creo que por primer libro, como todo sueño o anhelo, intenta plasmar ciertas obsesiones. No sé de dónde salieron exactamente pero creo que parten del terreno de lo real pero no por eso su textualidad, y esta diferenciación es algo que intento todo el tiempo. Es decir, por ejemplo, Osvaldo Lamborghini plantea "El Fiord" como una gran parábola. También puede acaparar en el terreno de la poesía cierta vinculación con lo social. No por nada expresiones populares como “te rompieron el orto” son usadas para retratar algún tipo de humillación. Traté de poner un poco de eso en juego buscando alguna forma de lenguaje nuevo (nuevo para mí, creo que de eso parte toda búsqueda).

Ese territorio en donde es casi ineludible la voz poética de un niño tiene que ver más con lo temporal, la época en que me tocó ser niño (los 90) y las cosas que de adulto (o esto que soy ahora) pude tratar de entender o por lo menos de preguntar.

Alguna vez leí un texto sobre los 90, nunca pude recordar el autor, que hablaba sobre la corrupción y que decía algo así como que todos pagábamos un impuesto a la corrupción, por el entramado Estado/empresas que se repartían la torta con la obscenidad con que en esa época se daba. Esa palabra: corrupción, por su propio impulso rítmico siempre me disparó hacia el concepto de corrupción de menores. Me pareció interesante ese vínculo entre corrupción, minoridad, violencia, mi propia experiencia como víctima de esa década infame y por ende llegar por fin al concepto de “violación”. Fue un largo camino hasta encontrar el núcleo del libro.

APU: ¿Por qué realizar el esfuerzo de entrar en ese universo desconocido (así se presenta a partir del poema VI en el prólogo) y no menos doloroso?

BK: El territorio de la poesía no es cómodo ni lindo ni fácil, y si lo es para alguien yo diría que más que poeta es un versero. En todo caso siempre se trata de entrar en una vorágine que ni uno mismo entiende como para tratar de sacar algo en limpio. Al revés de los “maestros” que quieren explicar, yo quiero preguntar, sí, como Lanata (risas).
Pero yo diría que esto que me preguntás para mí no es un territorio del todo desconocido, por lo menos en lo que intento plantear. Hay una cuestión de violencia social y económica que es bien conocida por todos, por lo menos de la clase media para abajo, es una violencia que nace desde la clase política y empresarial y que tiene que ver con nuestra historia y con la concepción política que adquirimos con el tiempo. Toda la experiencia noventista es reflejo de eso.

Por ahí no es tan claro porque una de las cosas que noté y que considero desacertado en el libro es la esa cosa del yo poético absoluto, tenía una intención de “socializar” la experiencia poética pero no pude racionalizarlo en su momento.

APU: ¿Qué elemento de tu trabajo con la palabra, y que ponés en juego en el libro, se vinculan con la experiencia de la escisión del sujeto?

BK: Creo que a pesar del yo absoluto trata, en la medida de lo posible, de ser una voz más y que esta comunique hacia afuera y no hacia adentro (que no sea onanista) y que también sea reflejo de la misma experiencia que la de tantos pibes y pibas de mi generación. En ese sentido, la escisión del sujeto es en tanto comunicación con lo real y con lo social.

APU: ¿Qué procedimientos de la escritura te parecen que pueden permitir visibilizar las consecuencias de una cultura vejatoria que tiende a transformar a los sujetos en mercancías?

BK: El procedimiento es de quien quiera emplearlo y me parece que esa es la búsqueda estética. La búsqueda de un lenguaje propio es esencial aunque no se lo encuentre a priori o incluso a posteriori. Yo elegí este lenguaje medio críptico, más que por mi formación, porque es lo único que me salió como para poder decir lo que quería. A esto agregale que no me gusta nada, pero nada de nada, la transparencia en el lenguaje poético y tampoco mucho en al narrativa. Ahora bien, yo no digo cosas “lindas” uso un lenguaje fuerte porque, de alguna manera, quiero que sea un contrapeso a esa violencia que vivimos a diario. Esa es la forma de comunicación que puedo ofrecer. Una forma de resistencia a cierta opresión cotidiana, naturalizada, en eso creo que está también la experiencia política, la militancia es un poco eso, un espacio en donde hacés fuerza para que el zapato del mundo afloje un poco.

APU: Estás con un nuevo trabajo.

BK: Es un libro que terminé hace muy poco. Se llama Cuatro simulacros de fusilamiento, evidentemente la violencia es mi tema, no sé por qué. Reafirma ciertas postulaciones de las que hablamos recién, la violencia y sus formas son el eje central de lo que escribo. Es un libro que trabajé, al igual que el primero, solo. No hago talleres de poesía por el momento, pero sí charlo mucho con mis amigos poetas y escritores y de cada cosita creo que encuentro parámetros como para explotar. En este libro tanto la forma de lenguaje como en la redacción tiene un trabajo distinto. Por ejemplo, lo que decíamos del yo poético absoluto ya no sería tan así, lo mismo si te fijás que en Poemas… con cada corte de verso le siguen mayúsculas aunque el fraseo siga, en este no, predominan más las minúsculas, cierta técnica periodística (cosa en la que también soy autodidacta) que se me metió. En ese sentido me parece un poco más maduro y más trabajado.

 

Fragmento del libro Poemas para torcer el rumbo del color de los ojos 

 

SEGUNDA PARTE


Las Violaciones I

I

Una posdata de niño
Escrita en el respaldo de la cama
Ahí te dejo pegado con un moco
El amor de hijo
Los días felices durante los ojos

II

Miedo y escritura
Como la desmesura de baba problemática en
mis pantalones
Los pies se entrelazan a manera de serpiente
Y en todo caso
No se limita a los academicismos
El amor no alcanza en la naturalidad inocente
de un ahogo profundo en forma de pulsión
Entonces creo
Formas de incendiar
Finas hierbas de transmutación
Y en eso está la realidad

III

No puedo tomar la palabra
Es un acoso de la memoria
Que vibra en mí
La acción
Valoración del estropajo, del tocadiscos que
se parte en el piso
De la violencia como forma de comunicación
por excelencia
Una película pornográfica
Un falso vibrar, una mueca dura
Ni un cigarrillo

IV

Fue una película de la película
Recuerdo
Era un asco
Un bodrio
Desconfío, por eso, de la locura
Tanta conciencia y cinismo
Coherencia y coerción
Tan irreal
Tanto asco

V

El desdoblarse imperceptible de la cama
Sólo un paso
¡Hay que desurrealizar esto!
¡La cama es una sola!
VI
Vuelvo a lo que nadie, nadie conoce
Menos
Al baile/Sin
Ese pedazo de inocencia parasitaria
Sin ruido, sin poder, sin nada
Sólo uno de mis ojos ciegos
Quieto como un
Árbol

VII

Desorden. Alma. Público.
Rio abierto, alas, piernas, dientes, pelo, baba.
La serpiente
Desarticulado por los engranajes del rio
El asco se acentúa
No me canso de decirlo, de repetirlo, de invocarlo

VIII

Hay una canción
Y no hay música en los ojos
Un Dos Tres…
Vals para mi muerte
Lleva
Miserias
Corrupciones
Había que pagar el impuesto
(¿Impuesto por quien?)
Impuestos
Corrupciones ajenas
Tal vez ahora se trata sólo de eso
En los sueños no queda más que una pizzería cerrada
Olvidada por todo menos por la melancolía y, menos probablemente, por una canción
El olor de los hornos en la lejanía del pasto y todas las contradictorias palomas del invierno

IX

Veo a mi abuelo en un bote celestial con su pipa y su postura de ángel protector de los humildes como Eva Perón en un amanecer de febrero cansancio y salitre en el pelo y su sonrisa de domingo gritándome ¡a comer! mientras yo busco en mi bolsillo la manera de dejarme de joder y que juguemos al Nintendo en la noche de las violaciones cuando ya no quedan juegos sino un lejano vino nuevo y esa delgada línea verde en sus costillas y en sus sienes y en esos ojos de cadáver exquisito