Alejo Villarino: “Si vas a exponerte, por lo menos que sea con algo que te resuene dentro y te conmueva”

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Alejo Villarino: “Si vas a exponerte, por lo menos que sea con algo que te resuene dentro y te conmueva”

01 Marzo 2023

Alejo Villarino es cantante y compositor. Fue uno de los fundadores de Malyevados y El hombre que vio a la partera. AGENCIA PACO URONDO dialogó con él sobre esa etapa y también con Fernando Salerno, quien produjo Desaparecer, para que ambos contaran cómo fue la historia y el proceso que rodea a este disco solista que se presentará este viernes 3 de marzo, a las 22:30 h, en Hasta Trilce.

Agencia Paco Urondo: Un paso significativo fue Malyevados ¿Cómo empieza, cómo se transforma y se convierte en lo que fue?

Alejo Villarino: Es de las bandas de la adolescencia postsecundario que a mí me cae en los 90. Me pasa que hay momentos que me aburro de componer y dejo. Empecé a hacerlo en esa época, alguna banda más a los veintipico y después como que digo “esto es una mierda, no me gusta más la música”. Vendo las 2 guitarras que tenía y digo “no soy más músico, me dedico a escribir”. Y a los 30 me viene el tango y me empieza a gustar. También comienzo a estudiar guitarra, a cantarlo y armo un Malyevados con Claudio Rinaldi. Ahí empiezo a ver a Reincidentes, al mismo tiempo, estamos hablando del 2000, 2001. Después, hablando con Guillermo Pesoa tiro “porque toda la pata tanguera de la banda…”, y él me dice “no tiene pata tanguera”. Ellos dicen que no, que es dark, y lo es. Pero hay algo medio tanguero que a uno lo lleva para ese lado de Reincidentes. Entonces, a mí se me linkea mi desembarco en el tango con el escuchar esta banda, con Claudio empezamos a coquetear, a armar algo y ahí vuelvo a componer, me empiezan a salir temas que son los del primer disco de Malyevados. No los llamaría tangueros, parecidos, no sé. Pero encuentro una voz interna que no sabía que estaba, que me reconoce, me convoca, me completa. Cuando se separa Reincidentes, se me va uno de los músicos que tocaba el trombón y llamo a Santiago (Pedroncini) que tocaba la trompeta, que es un animal que compone, arregla, tiene una sensibilidad increíble y le da a Malyevados una gran apertura. Algunos dicen que les gusta más el primer disco, donde él no estaba, a mí me parece infernal metido Santiago ahí. Ya ahí empiezo a sentir que no hay momento más feliz que estar arriba de un escenario, tocando esas canciones. Tarde me llega. Siempre me gustó tocar canciones de otros, pero fue con esta voz interna que me puse a componer, con una conexión muy leve con Reincidentes. Soy fanático de cómo escribe Juan Pablo Fernández, pero no trato de escribir como él. Tal vez porque no lo siento.

APU: Y también por esto que decís, la voz propia va a hacer lo que ella quiera.

A.V.: Claro, uno puede hacer el ejercicio intelectual de decir voy a hacer un tema parecido a esto que me gusta, pero cuando todo te resuena, no lo sentís, después no lo vas a poder tocar bien, cantarlo bien. Uno tiene el oficio, lo puede hacer, pero después lo escucho y me pregunto qué estoy haciendo. Es eso. Es algo que recuperé, porque después de Malyevados armé una banda un poco más rockera, pero en algún momento dejé de sonar esa voz reconocida y me empecé a sentir como haciendo algo que no era lo que quería hacer. Me podía salir bien, pero ya no me reconocía. Ahí tuve como otra crisis.

APU: La música es una sucesión de crisis.

A.V.: (Risas) Si hacés algo en serio, como hacemos nosotros los que nos queremos y estamos juntos, se ponen muchas cosas en juego y, entonces, no es un lugar cómodo. Estás ahí, exponiéndote. Si vas a hacerlo, por lo menos que sea con algo que te resuene adentro y te conmueva.

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APU: Después llega El hombre que vio a la partera. Si ya hablamos de Pequeña Orquesta Reicidentes, de tango y los años 30, esto nuevo viene a ser la exposición total, partiendo desde el nombre.

A.V.: Esa fue una banda que armé, a propósito, con toda gente que no tuviera nada que ver con el universo con el que había convivido. Fue armar una banda con tres pibes (Gabriel Casal Luján, Camilo Arbuco y Paula Tuero) que venían de otro lado y ahí encontré, de repente, algo nuevo que me gustó. Con un sonido más oscurito, eléctrico. La segunda etapa de la partera es más de garage, más rockeada. La primera estaba más arreglada, pensada, me gustó mucho. Después volví a sentir eso, algo compositivo mío que no sabía para quién estaba tocando, como que estaba componiendo para agradar a alguien, no sé a quién. Se fue pinchando, se fueron un par de la banda y volví a desaparecer. Empecé como un regreso a las fuentes de Malyevados, a una canción un poco más despojada, no lo llamaría tanguera porque a veces resuena folclórica, más criolla.

APU: Bueno, te voy a hacer una pregunta que pensaba hacerte después. Desaparecer, el disco nuevo, tiene mucho de milonga, pero no sólo la tanguera sino la campera. Un pie afuera de la General Paz, por lo menos.

A.V.: Si, exacto. No sé por qué me aparece, no tengo formación por ese lado. Me gusta mucho Yupanqui, algún toque de guitarra que me haya llevado por ahí, pero es verdad, no es tan urbano. Pero volví a encontrar canciones que me emocionan tocarlas. Soy esto. Ahí no estoy componiendo para nadie, sino para mí. Me pasó mucho ahora de tocar solo y descubrir que la crudeza de la canción me estaba gustando. Creo que más no se puede pedir, después, si le gusta a otro…

APU: Estas canciones ¿las empezaste a componer en un momento particular?

A.V.: Son previas a la pandemia. Después, uno resignifica cómo terminás armando esa obra que es un disco. Ahora, vos podés armar un tema y subirlo. Me sigue gustando mostrar la obra conceptual, el disco como obra. En realidad son temas de cómo hace 7, 8 años. Fue post Partera. Con Claudio estábamos medio pensando en rehacer Malyevados, me agarra como un borbotón de composición y saco como 8 temas. Esos temas los tomó Fernando y me dijo “cómo no los vas a grabar”. Se cargó todo el disco al hombro. Y es casi esa composición, con la guitarra y toda esa mayonesa que él le metió arriba, abajo.

APU: Hablemos de la mayonesa ¿Con qué te encontraste y cómo fue laburar esas canciones?

Fernando Salerno: Fue como mágico. Durante la pandemia habíamos hecho un proyecto, el CCCP, él había maquetado los temas con la guitarra sola y le pidió a invitados que le agregaran sus cosas. Nadie había escuchado lo que ellos habían hecho. Pasó mucho tiempo y estábamos comiendo con otras personas y le pedí que me los mostrara y él no quería porque decía que se escuchaba horrible, había algo que no le cerraba. Pasó un tiempo y le propuse en trabajar sobre ellas probando mezclas. En chiste le dije “¿me prestás tus canciones?”. Nos pusimos a laburar juntos, inclusive me puso a producirlo. Puede ser que nos conocemos, pero hubo súperconfianza, dada la admiración de uno hacia el otro. Me hice un motor tan grande de todo lo que me gustaba, de lo que estaba pasando, que después me terminé enojando un montón con los sonidos. Me pasaba que era todo tan lindo, pero no era tan mío en el sentido de la mezcla. Yo no lo había ni grabado, lo había grabado Alejo, en un momento, en su casa. Entonces se mezclaban cosas grabadas de manera diferentes. Decidimos grabarlo de vuelta y fue como un alivio.

A.V.: Lo ridículo fue que regrabamos todo, pero sin molestar a los amigos que habían puesto su parte. Entonces me tuve que subir a las partes que ellos ya habían dejado plasmado. Fue más difícil, todavía.

F. S.: Seguía una métrica, eso, pero sin quererlo, que fue fantástico. Es muy lindo laburar así. Fue mágico, porque tener todo un laburo terminado, de verdad, porque de última se lo mandábamos a alguien a masterizar y había algo que tiene que tiene que ver con el entender a volver a hacer algo más sensitivo, personal, pero hasta el sonido. Fue un montón de meses trabajando y de repente volver a hacerlo. Pero yo me metí en esa. Fue muy lindo.

“Por mí manera de componer parece que estás hablando de un amor frustrado, pero está hablando de la ausencia. Ahí está el desaparecer, lo que no está”.

APU: La composición rítmica es de Alejo, pero todos los arreglos son tuyos ¿Cómo los pensaste?

A.V.: El 90% de los arreglos son de Fernando.

F.S.: Se armaron ahí. Algunas las toco yo, otras ideas las terminó tocando Alejo. No es tan fácil expresar ideas, menos en lo musical, cuando todo es tan abstracto. Y volver a la canción. Igual, terminó siendo bastante fácil, porque Alejo tiene una estructura en la canción que está buenísima, para mí. Te da un espacio muy grande para el arreglo, su música. Obviamente que se puede hacer todo chiquito y abusar de eso es un garrón, podés arruinar una canción que está buenísima. Me parece que es muy lindo que la otra persona tenga confianza. Había momentos que me decía “hacé lo que quieras”. Es fuerte. Nos conocemos, pero…

A.V.: Yo tenía esas canciones y no sabía cómo quería que fuera mi disco, de hecho no lo terminaba por eso. El encontró un universo de sonidos, texturas que yo no me hubiera imaginado para el disco. Soy mucho más clásico. Es más experimental y está buenísimo. Logró que sean las canciones crudas, chiquitas, si querés, como pueden ser en vivo, pero con una atmósfera atrás que me encanta.

F.S.: Hay intuición, pero tiene que ver con el aprendizaje, con los años, de saber qué sonido, cómo querés hacer de antemano. No sé si pasa por cómo arreglás, tiene que ver un poco en cómo sentís eso qué va a pasar y la confianza. Porque si el otro no quiere, eso no sucede. 

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APU: Hablemos un poco del concepto del disco, que entiendo lo encontrás después. Se llama Desaparecer, esa sola palabra es como un punto de posicionamiento importante con la Historia Argentina, pero también tiene que ver con tu historia personal.

A.V.: Son 8 canciones, creo que hay 6 o 7 que son de “amor”. Quiero decir que hay una letra medio existencial y en un momento dice “que no estás”. No se sabe bien a quién le habla, por mí manera de componer parece que estás hablando de un amor frustrado, pero está hablando de la ausencia. Ahí está el desaparecer, lo que no está. La primera canción que hago con Malyevados, “Acostumbrando”, en la cual me reconocía, dice “me estoy acostumbrando a desaparecer”. Me surge esa frase y digo guau. Y si, vamos hacia eso. Después me pasó que fuimos a un show con Malyevados en la exESMA, habrá sido en el 2010, y sabiendo que la letra no habla de los desaparecidos, cuando la canto siento algo muy poderoso con esa palabra. Si bien yo lo había tomado por el lado de que todos vamos hacia el olvido, es esa palabra, es desaparecer. Me pasó que se me cayó un tema y la tapa por una cuestión de derechos y me pongo a componer después de 7 años que no componía nada y armé un tema que es “La noche de San Juan” y ahí aparece mi viejo, hay una referencia a un padre que no es el mío, pero se muere, algo que estaba ligado a lo interno mío. Tengo un montón de dibujos de mi viejo, que era artista plástico y se muere a los 29 años y deja una obra muy interesante. En proceso, era un tipo joven. Empiezo a mirarlos y encuentro el que va a ser la tapa del disco, que es un Cristo (encima la cara es un autorretrato) crucificado y la parte donde estarían los genitales está tachado. Y como el tema tenía como una cosa religiosa, dije la tapa tiene que ser este dibujo. Yo no soy muy religioso, mi padre sí lo era. Esto me resignificó todo el disco. Para mí fue un flash: usar esa tapa, incluir este tema tan crudo con otros que había compuesto hacía un montón, impulsado por el laburo de Fer de querer rescatarlas, me resignificó todo.

F.S.: Para mí cerró algo, le dio un sentido.

APU: ¿Cómo fue la recepción y cómo sigue el tránsito de este disco?

A.V.: Es raro porque es al revés de cómo la mayoría de la gente piensa cuando dice voy a grabar un disco, voy a presentarlo, armar una banda para hacerlo. No pensé nada. Me encontré de casualidad con la posibilidad de tocar un par de veces solo y fue un placer que encontré. Para mí es interesante porque es como mostrar la canción pura. Me ha pasado algo que le empecé a marcar a mis amigos: me pongo a cantar esas canciones y me emociono. En mi casa. Ahí me digo “si a mi me pasa, es probable que le pase a otro. Si a mi no, no le va a pasar a nadie”. Y soy muy feliz en el escenario, cantando. Y por otro lado, tengo muchas ganas de tocar con Fer y que él pueda hacer lo que hizo en el disco. Bueno, en el disco hay 3, 4 capas, acá tendrá que arreglárselas con una guitarra. Me daría mucha alegría de que pueda mostrarlo.