"Fuera de Campo": hacer cine en tiempos adversos

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    Festival Fuera de Campo
    Foto: Fabiana Montenegro
FESTIVAL DE CINE

"Fuera de Campo": hacer cine en tiempos adversos

19 Noviembre 2025

Del 6 al 11 de noviembre, La Feliz se vio ocupada por un grupo de entusiastas cinéfilos, jóvenes en su gran mayoría que, a la manera de un ritual, cada tarde, hacían fila sobre las calles Entre Ríos y Rivadavia, boleto en mano, para ingresar al legendario teatro Enrique Carreras donde se proyectaron las películas. La escena se repitió durante los seis días que duró el festival Fuera de Campo: un hecho llamativo o que, al menos, viene a contradecir el discurso oficial que el cine no convoca, que quién va a ver películas hoy en día.

Fuera de Campo –que se realiza en paralelo al Festival de Cine de Mar del Plata- surgió en 2024, por iniciativa de un grupo autoconvocado de directores, productores, críticos y trabajadores audiovisuales frente al ataque a la cultura perpetrado por el actual gobierno, en defensa del cine argentino, de una industria cinematográfica nacional viva que abrace a quienes producen, al público que asiste, pero también a la propia historia del festival y de la ciudad que lo acompaña.

La apertura de esta edición estuvo a cargo de Lucas Gallo con Diciembre. La película reconstruye la crisis de 2001 en Argentina, utilizando material de archivo restaurado que permite capturar la espontaneidad de las protestas y la inestabilidad política que llevó a la renuncia de cinco presidentes. La clausura fue con la película cordobesa La noche está marchándose de Ramiro Sonzini y Ezequiel Salinas. Un filme que obtuvo tres reconocimientos internacionales.

En el medio, una variada programación de películas del cine independiente argentino, tanto del presente como del pasado, que además incluyó proyecciones en 16 mm, cuya selección y presentación la realizaron Fernando Martín Peña junto a Carlos Muller de dynamocineclub, así como también cortometrajes de alumnos Universidad Nacional de La Plata, de la Universidad Nacional del Litoral y del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda.

El evento se convirtió así en una verdadera acción política que contó con tres mesas de debate en la librería El gran pez –un espacio amigo- que desbordó su pequeña sala y los asistentes tuvieron que trasladarse al balcón terraza o a la escalera para poder escuchar las conversaciones de los disertantes. Algunos de los ejes que se propusieron en las mesas fueron: la fractura política, con la comunidad en el cine y con el público. Estos ejes permitieron reflexionar sobre qué cine permanece en pie y qué formas de producir son posibles para no quedar atrapado entre las grandes plataformas internacionales y un cine de guerrilla, auto-gestionado y precario, destinado a una audiencia de culto.

Con respecto a esta última disyuntiva sobre las maneras de concebir al público, Mariano Llinás, el destacado director, productor, guionista y actor de obras como Historias extraordinarias (2008) y La flor (2018) -la tercera película no-experimental más larga de la historia- afirmó que "para la generación del 80, under significaba prestigio identitario. No se buscaba la masividad. Era auto-gestivo, contrario a lo reglado por las instituciones y el entusiasmo y la diferencia era orgullo. Ser marginal, minoritario, lateral, debería dar orgullo y no vergüenza”, lo que despertó aplausos entre los asistentes.

El festival Fuera de Campo surgió en 2024 frente al ataque a la cultura perpetrado por el actual gobierno, en defensa del cine argentino.

La diversidad fue la marca

La diversidad, pluralidad y federalismo que Fuera de campo propone puede verse en todos los filmes allí proyectados, como por ejemplo, Hijo mayor y la mencionada La noche está marchándose ya

Hijo mayor es la ópera prima de Cecilia Kang, uno de los proyectos seleccionados en Laureates 2021 – La Fabrique Cinéma del Institut français, que aborda, a partir de tres relatos, la memoria de una familia coreana que migra a un país lejano. Una temática que la directora trabajó también Partió de mí un barco llevándome (2023) donde incursiona en la trata de esclava sexual durante la segunda Guerra mundial (Comfort Women) a través de su protagonista, Melanie, una estudiante de actuación -descendiente de inmigrantes coreanos-.

Otro espacio. Otra idioscincrasia. La noche está marchándose ya, de Ramiro Sonzini y Ezequiel Salinas es una película que convierte al Cine Club Municipal Hugo del Carril en trinchera. La sala de cine como escenario y símbolo de la lucha por la supervivencia. En una doble conceptualización, la película, rodada en blanco y negro, —con ecos del film noir y el melodrama— es una decisión estética que funciona tanto como homenaje al cine clásico de los años 30, como recurso plástico frente al desmantelamiento presupuestario del cine argentino.

La película empieza cuando el administrador del cine club les plantea a los dos proyectoristas que trabajan ahí que debe reducir el personal, por lo tanto, solo puede quedar uno de ellos. Y les deja la tarea de decidir quién a los dos trabajadores. El que pierde tendrá como “premio consuelo” la posibilidad de trabajar de noche como sereno. Esta situación llevará a Octavio Bertoni, el actor que interpreta a Pela (que a su vez es proyectorista de la sala en la vida real) a ingeniárselas para sobrevivir a una vida de precariedad económica pero, no por ello, cae en el cálculo mezquino del “sálvese quien pueda”. Hay un vislumbre de una experiencia comunitaria que aúna a estos “perdedores” del sistema, que los entrelaza de una manera natural, motivada por el cotidiano. No son héroes. Son humanos a los que la vida de los otros parece importarles.

De este modo, la película resulta una metáfora de nuestro presente. Ante el ataque a la cultura, es necesario organizarse, crear nuevas formas de acción colectiva que piensen más allá de la producción de una próxima película y apunten a largo plazo, para seguir contando nuestras propias historias y mostrar nuestras propias imágenes, sin la aprobación de ningún ente extranjero.