"Mataperros", novela de Branco Troiano: experimentar hasta dónde puede un cuerpo antes de animalizarse

  • Imagen
    Branco Troiano
ENTREVISTA LITERARIA

"Mataperros", novela de Branco Troiano: experimentar hasta dónde puede un cuerpo antes de animalizarse

22 Noviembre 2025

"Mataperros es la historia de alguien que quiere entender -humildemente- todo. Esa es la misión imposible de este héroe silencioso, un dromómano que se mueve desesperadamente hacia atrás buscando el tesoro del sentido", escribe Juan José Becerra en la contratapa de esta potente novela del escritor y docente marplatense Branco Troiano, publicada este año por Ají Ediciones.

Con un realismo duro e imágenes muy vívidas, la novela gira en torno a Lucio, un joven desocupado que camina, deambula y trota en escenarios urbanos cerca del mar. Un solitario con un inquietante mundo interior que vive con Silvana, su madre depresiva. Se presentan dos universos: el privado, con diálogos austeros acerca de la comida o hechos cotidianos, y el público, con un afuera amenazante y la obsesión del protagonista por un viejo linyera que se relaciona de una manera salvaje con perros de la calle.

El narrador deja señales y omite información que el lector puede intentar reponer, esto puede inferirse como hechos perturbadores y siniestros que ocurrieron en la infancia de Lucio y que también atañen a su madre.  

APU dialogó con Troiano acerca del proceso de escritura de la novela, sus obsesiones, los talleres literarios e influencias. "Antes que nada, me reconozco como lector. Todo lo demás queda en un segundo o tercer plano. La lectura como experiencia extrema, que desestabiliza y te devuelve de otra manera a eso otro que llamamos vida", expresó el escritor.  

AGENCIA PACO URONDO: Mataperros es tu segunda novela, ¿por qué la elección de este género y cuánto tiempo te llevó la escritura?

Branco Troiano: En verdad es la primera. Es la segunda en el orden de las publicaciones pero la primera que escribí. Estuve escribiéndola poco más de dos años, entre 2017 y 2019. Una vez que la terminé, la archivé, había algo en el tono que no terminaba de convencerme. Años después la retomé, pero solo respetando la idea central y cierta búsqueda en el ritmo de las imágenes. Lo demás, cambié todo. Hoy creo que más que una cuestión de tono, lo que me llevó a archivarla inicialmente fue una suerte de vértigo: la historia se me había hecho carne y me incomodaba pensar en su publicación. A veces hay que tomar distancia de los textos para terminar de encontrarles un sentido y un lugar en lo que uno pretende sea su narrativa, su búsqueda como autor. En cuanto al género, creo que insisto en el realismo porque creo que es lo único con lo que puedo llegar a un tratamiento digno del lenguaje. 

APU: Los tres personajes principales están muy bien delineados y son muy vívidos: Lucio, Silvana y el viejo. ¿Cómo los trabajaste para lograr el tono de cada uno?

B.T.: Trato de definir a los personajes a través de dos o tres imágenes. La literatura que más me interesa va en ese sentido, y es lo que yo intento, humildemente. La manera en que mueven una mano, en que deciden el silencio, en que ordenan su casa. Trabajar a los personajes en relación a imágenes y a cierta música que se va desprendiendo, en el mejor de los casos, de ellos. Siempre dejándoles un flanco abierto, un espacio brumoso en donde el lector, la lectora, repongan el sentido de acuerdo a lo que ellos traen a la hora de leer. No me gusta y nunca me gustó la ficción que cierra a los personajes, que se los apropia del todo. Las novelas, como decía Borges, son los personajes, y clausurar o saturar de sentido un personaje es clausurar el diálogo con el lector. 

APU: Sí, es muy potente el trabajo con las imágenes y a veces con varias capas, por ejemplo acerca del viejo, con la narración de lo que Lucio ve, lo que imagina de él y lo que sueña. ¿Fue planeado o fue surgiendo con la escritura?

B.T.: No soy de planear todo de antemano. Mi relación con la escritura es siempre experimental. Lo único que hay inicialmente es alguna imagen. Todo parte de una o dos imágenes que por alguna razón se me instalaron y me es insoportable dejarlas sin darles una continuidad narrativa. Creo que en algún aspecto escribo por eso, para volver tolerables los días en que ese tipo de imágenes se me instalan. Con la otra novela, El cielo de los monos, me sucedió lo mismo. Escribir cuando hay algo que se torna insoportable. Escribir como quien tiene que parir porque le explota la panza. 

APU: Hay otra voz que es la del podcast que escucha Lucio que aborda temas como el desborde, la angustia y el hartazgo. ¿Podemos leerlo como otro narrador?

B.T.: No lo había pensado de esa manera pero sí, se puede leer en esa clave. Un libro, como una persona, es un conjunto azaroso y caótico de voces. Creo que esto es algo que se cumple incluso en lo que podamos considerar más compacto, determinado, infranqueable. Somos un caos y nos vamos encargando, con el tiempo, de explicarnos alguna que otra cosa, más por apariencia que por profunda convicción, me parece. Con el podcast trato de ilustrar eso, lo porosos que somos a todo. 

Imagen
tapa libro Mataperros de Branco Troiano
"Con la muerte de Busqued sentí como si se muriera una parte grande de la fuerza vital que le queda al mundo. El lugar del narrador en 'Magnetizado' me parece una de las cosas más bellas que le pasaron a la literatura argentina". 

APU: El tema de lo animal ya lo habías tocado en tu novela anterior El cielo de los monos, ¿forma parte de tus obsesiones o proyecto estético? ¿Por qué? 

B.T.: Ambas. Quizá sean lo mismo, o formen parte de lo mismo. Las obsesiones justifican una vida. Solo pensar en el personaje de Smoke, de Paul Auster, que todos los días saca una foto en la misma esquina. Esa escena puede explicar mi vida y quizá la de muchos. Sin mis obsesiones no soy nada, o soy algo aburridisimo, que es lo mismo que ser nada o estar muerto. Lo que subyace a una obsesión es una intensidad vital, es algo que te dice Estás vivo, hermano, y tenés fuerza. Después ves qué hacés con eso. Y guardan su belleza, claro. Sobre todo hoy, que gran parte de lo que nos rodea está programado para que solo nos interesen los likes y alguna que otra boludez, cosas que se agotan casi en el mismo instante en el que nacen. Me cae bien la gente obsesiva, creo que el mundo tiene sentido por gente así. Y creo que si hay chance de cambiar algo de raíz es también por gente así. 

APU: Con palabras de José Luis Becerra en la contratapa de Mataperros y párrafos que entiendo homenajean a Carlos Busqued, ¿qué podés contar acerca de ambos y cómo influyeron en tu escritura?

B.T.: De Becerra te digo que es un tipo de una generosidad que a mí me conmueve mucho. Lo conozco hace varios años; siempre predispuesto a una charla, una entrevista, una consulta. De su literatura está de más hablar, es indiscutible que es uno de los mejores escritores de su generación. El espectáculo del tiempo es uno de los libros por los cuales quise escribir. Me acuerdo que cuando lo terminé pensé Che, yo quiero intentar en algún momento poder hacer algo así. Entonces que él me escriba la contratapa te imaginás que es, antes que nada, una alegría muy grande. En muchas ocasiones me encuentro más orgulloso por la contratapa que por el libro, lo mismo que me pasó con la anterior novela y la contratapa de Edgardo Scott. Para mí son maestros; son dos autores que le dieron sentido a muchas contradicciones que me taladraban de más pibe. 

En cuanto a Busqued, la influencia es total. Cuando murió Busqued lloré más que con la muerte de Diego. Para seguir con lo te comentaba anteriormente, con la muerte de Busqued sentí como si se muriera una parte grande de la fuerza vital que le queda al mundo. Al menos a nuestro mundo, nuestro acotado mundo. El lugar del narrador en Magnetizado me parece una de las cosas más bellas que le pasaron a la literatura argentina. 

APU: ¿Qué pensás de los talleres literarios? ¿Participaste de alguno? ¿Cómo fue la experiencia?

B.T.: Pienso que celebro que haya gente que se quiera juntar con otra para hacer lo que sea. Y si encima se juntan a leer y debatir textos, más todavía. Vivimos un tiempo que tiende a lo contrario, a una distancia helada, una distancia de los cuerpos que nos vacía de sentido. Hacerse de la lectura de otros es hacerse de otras formas de entender el mundo, y eso es valiosísimo. Entonces, de movida, celebro esos espacios. Ahora bien, la producción que de ellos puede salir, eso es un tema que depende mucho del taller. Participé de muchos, de formas muy diversas. Creo que el mejor taller es el que se configura con un moderador que haga las veces de analista, que escuche más de lo que hable, que tienda más a señalar "nimiedades" que a ocuparse de lo estructural de cada texto. No digo esto para hacer de un taller un espacio de terapia, sino para que cada voz narrativa encuentre por sí sola de qué está hecha y cuál es su potencia.

APU: ¿Cuáles son tus próximos proyectos literarios?

B.T.: Estoy escribiendo una novela con un plan totalmente distinto a las anteriores pero también con un móvil en los animales. En este caso los pájaros. La animalidad me interesa, ese punto en el que nos rozamos con la animalidad; experimentar, narrativamente, hasta dónde puede un cuerpo justo antes de animalizarse. O después de hacerlo. Es mi manera, además, de extraer una foto de la realidad. Vivimos más que nunca en una selva. 

Branco Troiano nació en Mar del Plata en 1994. "El cielo de los monos" fue su primera novela y se publicó bajo el sello de Cordero Editor. Escribió artículos para Agencia Télam, Agencia Paco Urondo, Revista Desmadres, entre otros. Actualmente es emprendedor, docente y lleva adelante proyectos audiovisuales.