"Sírvanse": la obra clown que te hace reír para no llorar
Tarde, pero no tan tarde todavía: quiero recomendar la obra de clown Sírvanse, en la que actúan Carolina Franchi, Abril González y Nicolás Cacchiarelli (el director es Diego Cyruk).
La vi dos veces, la primera y la última función. En el proceso, la obra maduró. Me había gustado mucho en serio la función debut (a la que concurrí con Franny, Nina y Agus), la última me pareció más contundente, aunque el mensaje fuese el mismo: hay personas en este mundo extravagante a las que ya no les interesa explotar nuestra fuerza de trabajo, directamente desean comer nuestros órganos. Sobra gente en un planeta de bienes escasos.
En una balsa perdida en medio del océano, un náufrago y dos náufragas se quedaron sin comida. Ya se comieron todo lo comible, llegó la hora de que uno de ellos se sacrifique “por el bien de la humanidad”, es decir, por los otros dos compañeros de estas desventuras.
Explotando de un modo desopilante los recursos clownescos, la obra nos destornilla de risa mientras estos personajes estrambóticos nos ofrecen discursos que replican literalmente las promesas que hacen en campaña los políticos tradicionales en general, y los de la “vanguardia” anarcocapitalistas en particular. El que tiene que hacer el esfuerzo siempre es el otro. El sacrificio como ritual de comunidad.
En el medio, entonces, de un discurso que repite las palabras y el estilo de los discursos políticos, estos náufragos empiezan a derivar, a delirar, a alucinar, y de pronto el espectador ya no sabe dónde se encuentra —en ese virus alucinante el espectador puede imaginar literalmente que esa balsa vencida es un país remoto en el que una parte de su pueblo soberano sólo imagina que sobrevivirá devorándose a la otra mitad de la población —Cacchiarelli, haciendo gala de sus conocimientos médicos del cuerpo, nos brinda toda una lección de cómo cocinar distintos órganos humanos.
Esta obra de clown es una de las mejores representaciones del desastre en el que nos embarcamos los argentinos y la humanidad. Llegás a esta conclusión catastrófica llorando de risa. Como si este oxímoron fuera el mejor retrato de la Argentina real.
Si al comienzo de la nota escribí que no era del todo tarde todavía para esta reseña es porque hay un compromiso para que el año que viene vuelva a montarse en algún teatro. Hasta ahora se exhibió en El deseo, hermoso lugar. Cada una de las funciones de estos tres meses estuvo con la sala colmada. Al salir, los espectadores se sentían felices. Doy fe. Estemos atentos a su reestreno.