Sinceramente, un recorrido sentipensante de la experiencia política

  • Imagen

Sinceramente, un recorrido sentipensante de la experiencia política

16 Junio 2019

Por Victoria Palacios

Podría leerse Sinceramente como un álbum de fotos, postales de los momentos políticos recientes más importantes del país, en un recorte histórico que coincide con el afianzamiento de Cristina y Néstor como políticos y el frenesí de la militancia de los setenta, su pareja, su vida de estudiantes en La Plata, su mudanza a Río Gallegos, su constitución como abogados, sus cargos políticos, su vuelta a Buenos Aires, sus vacaciones, sus viajes, sus pequeños pero disfrutables momentos de ocio. La selección de acontecimientos prolijamente cuidados, así como su despliegue fluido hace de su lectura una puesta, y apuesta, en escena de la política como modo de vida. En ese sentido, hay una confianza generosa en el lector, una participación de la intimidad que expone como decisiva en cada elección política. Sinceramente puede captarse como una sucesión de cuadros de la vida cotidiana, una pincelada expresiva, que explora otras formas de argumentación, más directas, más cercanas, menos formales que, por ejemplo, la oratoria política. Podríamos imaginar a Sinceramente con el formato de las novelas epistolares dirigidas a un lector colectivo, editadas en fascículos a través de algún diario, donde la organización temporal y la descripción de las escenas beneficiarían la participación e interés del lector, pero hubiesen inhabilitado el desarrollo de la argumentación en términos ensayísticos y argumentativos. Como una acotación al pie, es interesante observar que los ensayos memorísticos, conjunto vastísimo, fueron muy explorados por los políticos hasta el siglo pasado, como una forma de réplica, o incluso de venganza, pero lo que resulta novedoso en Sinceramente es la recuperación de las formas exploratorias del género en la contemporaneidad. Volver al pasado desde la escritura, recuperar la memoria de lo acontecido y vivido, es volver a colocar el cuerpo “ahí”, en ese territorio que la define, en sus decisiones, sus emociones, sus responsabilidades, sus pasiones. Volver a colocar el cuerpo en su pasado, como una bisagra que explica los momentos coyunturales de la política nacional de las últimas tres décadas, pero sobre todo durante la década como presidenta y las elecciones afectivas que las definieron, nos muestra una revancha contra el olvido, una tregua en la configuración de lo que hasta aquí se constituyó desde el poder.

En todos estos años, una de las críticas que más se escuchó sobre la construcción de Cristina Fernández como “mujer de la política” es su reiteración de la configuración masculina del poder. Esta crítica no sólo era prescriptiva de sus intervenciones políticas progresistas, sino que eran leídas desde el campo “feminista”, desde una necesidad intelectual de horizontalidad. Sinceramente es la verbalización de las causas sentipensantes de su intimidad como política, una revancha a la prohibición de la intervención política de la mujer. La exploración por distintos roles de la mujer constituye un entramado coloquial que nos vincula afectivamente, y nos permite entender sus modelos, la potencialidad, sus modos de actuar y las pasiones que nutren la intensidad de su vida, y el motor de su transformación política. En estos pasajes, por muchos momentos nostálgicos de un tiempo feliz en familia, pero siempre proyectados hacia el futuro, hay un cuadro que puede vislumbrarse como el punto de inicio hacia la reiteración de este procedimiento memorístico y analítico, de colocar el cuerpo allí “después de convertirse en calabaza”, que se vincula con el análisis sobre el acoso judicial que sufrieron, ella y sus hijos, durante estos cuatro años, y es la intimidad del día después en la casa de su hija Florencia. El silencio de la vida pública, la recuperación de la militancia feminista a través de la mirada amorosa sobre su hija, y de los jóvenes, que tiene su correlato físico en la cesación del dolor de estómago, su vuelo a Río Gallegos y el cambio de escenario como apertura en la organización temporal para invitarnos a poner el cuerpo junto a ella en el recorrido político que constituyó su historia de vida. Un verdadero mapa por las transformaciones únicas del país, y que ahora nos invita a recuperar o profundizar. En forma reiterativa, se puede enunciar que Sinceramente es la expresión de los móviles auténticos e íntimos de la protagonista más importante de la historia política reciente.