Relatos aterradores

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Relatos aterradores

17 Septiembre 2016

Por Gabriela Margarita Canteros

Lo fascinante de los cuentos de terror, a diferencia de la mayoría de las películas del género, es el hecho de que no tienen un final feliz, el consuelo que el lector espera luego de las atribuladas situaciones a las que se enfrentan los héroes o protagonistas de la historia no existe.

Los relatos de terror poseen elementos fantásticos, bizarros, extraordinarios, incluso elementos de la vida cotidiana que en el contexto de la narración adquieren un sentido fantasmagórico o extremo. 

Algunos son relatos de crueldad donde todos son lobos. Otros están cargados de moralejas. de niños perdidos, canibalismo. Leyendas antiguas y latinoamericanas  todavía nos provocan temor. Como si entre aquel primer hombre de las cavernas -que aún no conoció el fuego- y nosotros existiera un pesadilla recurrente que nos despierta a la misma hora, bajo el mismo pánico.

La historia del último hombre en la tierra, la historia de los sobrevivientes a las pestes no son una novedad, la humanidad se ha visto diezmada más veces de las que podemos recordar.

Incluso, el triunfo del relato psicológico puede llevarse a cabo en el marco una pequeña habitación, en un escenario cotidiano, que intervenido por sucesos, pequeños objetos o por el simple pensamiento paranoico del personaje principal alcanzan el éxtasis del asombro, aun con el más breve relato.

¿Qué es el terror para todos y cada uno de nosotros?, cada uno tendrá su propia serie de selectas historias: "La gallina degollada", de Horacio Quiroga, el relato diario de María en busca de carne para la familia, "la metamorfosis de Kafka"; mucho más aquí en el tiempo, las series de zombies y otras pesadillas, relatos, cuentos, películas, disfraces.

El terror es algo que buscamos, compartimos, que nos emociona de otra manera, que nos permite conocer más de nosotros mismos, algo que alimentamos secreta o públicamente, lo disfrutamos, pero también nos apacigua, nos calma de alguna manera; sabemos que al apagar el televisor, la pc, cerrar un libro, los demonios quedan suspendidos para siempre y se nos presenta lo más terrible y lo que debemos soportar con más valentía: la rutinaria realidad, que por su monotonía se presenta como el peor de los relatos que debemos tolerar.

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