MOSHO

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MOSHO

30 Diciembre 2018

Ilustración: Gabriela Canteros

Por Chape Baker 

 

Fue en uno de los primeros años en que nos pagaban por tocar. Las canciones tenían una buena aceptación en la crítica en general. Nos pagaban muy bien esa noche sumando los viáticos y algunos caprichos que nos supo negociar nuestro representante, que no era otro más que el hermano del bajista. El pueblo alemán era pequeño, cercano al límite con República Checa. 

Había tenido una pesadilla horrible noches atrás. Acostumbrarme al micrófono y al mando de esa banda de rock no apaciguaron las sensaciones al ver al cuerpo muerto traído en alzas por el público por encima de las cabezas de todos en dirección al escenario, algo llamado stage diving o mosho (no estoy seguro). Al llegar hasta las vallas de seguridad que separaban al público y el escenario, los guardias de seguridad tomaron el cuerpo y con aires de desprecio lo arrojaron hacia mí. Toma, han traído esto para ti. El cuerpo cayó con un golpe seco POMP y comenzó a pudrirse al instante. Un olor putrefacto invadió el escenario y al levantar la mirada mi banda ya había abandonado el lugar. Desperté.