Lapachos de hormigón

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Lapachos de hormigón

28 Abril 2019

Por Elías Alejandro Fernández

 

Mediodía. El Parque Rivadavia mancomuna el cantito de un churrero con los pelotazos frente al monumento a Bolívar. Los grupos de Jiu-Jitsu que entrenan a un costado, las batallas de freestyle. Hoy está invadido por jugadores de Pokémon Go, celular en mano, que aprovechan un evento especial de la app.

Whats-App-Image-2019-04-25-at-15-14-30En la zona que ocupa la parte central de la histórica feria, decenas de personas se juntan alrededor de una mesa colmada de libros. Puesteros, vecinos e integrantes de la cooperadora del Normal 4 realizan una “suelta de libros”, en la que entregan ejemplares de todo tipo a cambio de firmas y colaboraciones contra el proyecto del gobierno de la Ciudad, que está transformando un sector del Parque lindante a la escuela y antes ocupado por puestos, lapachos con más de cien años de vida y mesas de ajedrez, en una extensión de la calle Beauchef.

 

La obra, que levantó el terreno que funcionaba como pasaje entre Rosario y Rivadavia, perjudica tanto a la histórica feria como al Normal 4. La construcción bloquea un portón del colegio que era utilizado por los niños de jardín de infantes, y que funciona también como salida de emergencia. "El muro podía caerse sobre los chicos, teniendo la escuela 110 años”, denuncia Carla Martinez, presidenta de la Cooperadora del colegio. Y agrega: “Un día tuvimos que llamar al 103, porque no había siquiera un inspector de obra”.

Entre los puesteros desplazados de su lugar habitual hacia la vereda que bordea la cara de Avenida Rivadavia, la obra ha llegado a desencadenar una tragedia. La precariedad de sus condiciones provocó en enero de este año la muerte del librero Jorge de Lorenzo, durante un día de calor intenso propio de la cuenca del Plata.

La obra del gobierno de la Ciudad, en todo caso, es el síntoma de una administración desconectada de lo cotidiano. Un plan de negocios disfrazado de plan de Gobierno que corrige sobre la marcha los cuestionamientos que se le hacen. Un conjunto de obras públicas sin alma que se conecta con los usos del ciudadano común sólo de casualidad.

 

Ataque al espacio público

El reclamo, sin embargo, trasciende la construcción de la calle Beauchef. Consultado al respecto del contenido de un proyecto de ley presentado en la Legislatura porteña, Pablo Torres, feriante, vecino y representante de la feria, destaca que se trata de realzar el valor cultural del Parque Rivadavia en su totalidad. Pero que “lo cultural no son sólo las ferias y las mesas”, sino todos los hechos que suceden espontáneamente. “El libro está en la calle. Y sabemos que estamos frente a un gobierno que ataca todo lo que no genere un negocio o usufructo de un particular”, agrega.

Las mesas de ajedrez, levantadas del pasaje en una zona donde ahora sólo hay tierra y hormigón, son una de las manifestaciones de la cultura que trasciende. La agrupación “Peón Vuelve” participó ofreciendo simultáneas de ajedrez en plena calle, tal como es su voluntad de llevar el ajedrez a plazas, bares y esquinas, "alejándolo del museo intelectual y acercándolo al ciudadano de a pie”. Grupos musicales han participado de las sueltas de libros, tocando alrededor de las mesas repletas de ejemplares, a veces de forma espontánea: “Unos chicos vinieron, nos dijeron que si les tirábamos electricidad ellos tocaban y acá están”, cuenta el puestero José Gabriel Torres, mientras el grupo de Ska-Reggae “Paprika” sucede a la percusión de “Tambores en movimiento” en un espectáculo callejero custodiado de cerca por tres efectivos policiales.

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Destruyendo el paisaje cultural

“Nos tratan como si fuéramos delincuentes; acá el día que se terminó de hacer la mudanza llegaron cinco celulares con infantería. Y somos libreros, disqueros, coleccionistas”, dice Torres. El librero destaca que la relación con los vecinos del Parque es buena y cercana, y que, al  momento de la entrevista, habían juntado más de doce mil firmas. “En general nos quieren mucho, hace años que vienen a comprar los manuales para sus hijos”, destaca José Gabriel Torres.

La feria además representa un lugar de consumo social y cultural que según dice Torres “no son solo las ferias y las mesas, sino todos los hechos que suceden espontáneamente”, Y agrega: “Lo que se está sacando es un lugar de encuentro donde se promueve un encuentro legítimo, espontáneo y real entre las personas. Vos tenés personas que no se acercan a una librería por muchas razones. Porque están vestidas de una manera por la que capaz piensan que los miran mal, dicen “este qué me va a comprar, no me irá a robar”. Esa puerta de vidrio separa a la gente. Además las mesas de ajedrez de los abuelos, la entrada y salida de la escuela, el riesgo auditivo, todo eso hace que la comunidad se oponga a la obra”. El reclamo, además, es una continuación de las luchas contra la UNICABA y la desfinanciación de la educación pública, atacada y desprestigiada por el discurso y las medidas oficialistas.

El proyecto es defendido por integrantes del todo el arco opositor, de diverso color político. El oficialismo porteño, por su parte, no ha querido recibirlo. Entre las organizaciones y personas que apoyan el reclamo de los feriantes y del Normal 4 están la CTA, el Consejo Consultivo de la comuna del barrio, unidades básicas, las organizaciones SOS Caballito, Amigos del Parque Rivadavia, delegados de los feriantes, artistas e intelectuales. Taty Almeyda, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, envió su apoyo desde Alicante a través de un audio de WhatsApp: “¿Qué se puede esperar de un acólito de Macri?”, dijo en referencia al Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, al mismo tiempo que comunicaba el apoyo de Madres; llamó a “tomar la calle y poner el cuerpo”, al tiempo que recordaba al fallecido Jorge de Lorenzo.

 

La falacia de la participación ciudadana

“La obra primeramente no fue consultada”, dice Torres, feriante librero. “Existe una instancia, el Consejo Consultivo, que lo tiene cada comuna, cada barrio lo tiene. El Gobierno hace una estrategia con el “Buenos Aires Elige” diciendo que podés elegir desde una página web. Eso es una trampa. Lo que están pasando por arriba es el Consejo de cada barrio, que es el órgano donde se da la discusión política. Y lo discuten los usuarios del barrio. No una página web, que además te pone trabas para registrarte. Así te limpian y no podés ser parte de la discusión”.

Cuando los integrantes de la Cooperadora del Normal 4 buscaron una respuesta al hecho que de un día para el otro el GCBA hubiera iniciado las obras frente a la salida que da al Parque, se les respondió que los vecinos lo pidieron. “Dicen que eran ciento once firmas, nunca las vimos”, denuncia Carla Martínez. “Nosotros juntamos doce mil firmas con nombre, apellido y documento. Después saltan con que es un proyecto del año 28. Esto iba a ser una zona legislativa, y además en el año 28 no había transito prácticamente, y después salen con que eso no es parque, porque es paseo público. Que llega hasta la reja, que la colocaron ellos también. Y el parque es todo, esto era el Parque Lezica y llega hasta el muro”. El GCBA, además, alega que no se trataría de una expropiación porque “el colegio es de ellos”.

Mientras tanto, el emparo presentado por la Cooperadora fue rechazado debido a que el GCBA catalogó la obra como “un pasaje”. Martínez, sin embargo, denuncia que “están haciendo la malla del soporte del tránsito. Cunado vinimos el 26 de febrero a hacer el reconocimiento con el juez del GCBA, dijo que se iba a hacer para recorrido de autos, y que podía ser tránsito pesado”. La presidenta de la Cooperadora afirma que piensan trascender la sentencia y seguir “aunque pasen los autos”. Quieren que se de en un contexto participativo, consultado a los vecinos y la comunidad escolar. “Nosotros fuimos a la comuna 6, donde se comprometió a darnos una mesa de diálogo. Lo va llevar a la legislatura donde los vecinos sean llamados al consejo consultivo”.

 

Una cuestión securitaria

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En este momento, varios alumnos del colegio salen por la puerta ubicada sobre la calle Rosario. “Los padres esperan prácticamente en la calle porque no hay una buena valla de contención, se pidió hace tres años a la comuna. Cuando los chicos salen del jardín de infantes las madres los esperaban antes por ahí. Hoy tendríamos una calle, con el peligro que eso puede tener”, describe Martínez.

La cuestión de establecer un paso vehicular junto a la salida de un colegio, conectando una calle con una avenida tan concurrida como es Rivadavia, es cuando menos un tema susceptible de ser llevado a discusión con quienes habitan el espacio día a día. Los integrantes de la feria solicitaron instalación eléctrica, luminarias y plafones por las vías formales, pero sin resultado.

Los representantes de la feria y del Instituto piden empatía. Intentan generar espacios de encuentro espontáneo con un mensaje que denuncia la obra del GCBA como un atentado frívolo a la comunidad, en nombre de un negocio similar a otros que se han dado en el rubro de la construcción. “La calidad humana no tiene que pasar por la vida de nadie”, cierra Martínez.