Corazón delator: Cedrón y la poesía de Miguel Ángel Bustos

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Corazón delator: Cedrón y la poesía de Miguel Ángel Bustos

30 Junio 2019

Por Jorge Hardmeier*

 

(…) vuelve ya /que tengo frío/ y el sol está muy alto

Canción de las palomas, Miguel Ángel Bustos, del libro “Corazón de piel afuera” (1959) musicalizado por Juan Tata Cedrón en 2010

 

Las redes sociales, al menos en la década de 1960, estaban conformadas por las calles, los bares, las librerías, las universidades. Los encuentros no estaban, generalmente, pautados. En esa red urbana y analógica circulaban músicos, escritores, poetas, actores y otras faunas. De ese modo se conocieron Juan Tata Cedrón y el poeta Miguel Ángel Bustos, siete años mayor que el músico. Bustos fue uno de los grandes poetas de aquellos tiempos pero su obra y su vida resultaron cortadas de cuajo por los asesinos de la última dictadura cívico militar instaurada en 1976. El Tata refiere aquel encuentro en el cual conoce al poeta: Lo conocí cantando... era un poco mayor que yo, que soy del 39. Y en esa época estábamos todos pululando por ahí… por la calle Corrientes, Paraná… estaba el Ramos, había muchas librerías. La gente que uno conoce ahora: Briante, Rozenmacher, el Tito Cossa, Gelman era más escondido, actores, Alterio, Lucchi, Constantini, toda la banda de los amigos de Gombrowicz, estábamos todos ahí… Yo hice unas canciones con poemas precolombinos, mayas y aztecas: dos, de un libro de Asturias, una antología de poesía precolombina. Es del sesenta y pico el libro. Después hice otras cosas con esto también, Memorias de los Mayas, en los noventa… El Tata y Bustos conversan sobre el tema que los aglutina: las culturas precolombinas. Luego, fluyeron otras redes sociales: Yo tenía una novia que era pintora y trabajaba de diagramador y la mujer de Miguel Ángel también era diagramadora – se refiere, Cedrón, a Iris Alba, madre de Emiliano, único hijo de Bustos - … nos encontrábamos cuando se reunían todas estas chicas por Congreso  y ahí lo veía bastante a Miguel Ángel y hablábamos mucho de poesía precolombina. Siempre hubo un encuentro en una cosa de creación. Encontrar alguien que canta tango… pero encontrar a alguien que haya hecho dos canciones precolombinas era como una especie de corriente que se juntaba, había una especie de interés mutuo. Cuando aparezco yo cantando canciones precolombinas Miguel Ángel ya había hecho el viaje- un periplo por Latinoamérica que marcó la existencia y la obra de Bustos - Y entonces ahí hubo como un acercamiento del mismo cuadro, del mismo barrio… Después vino el quilombo de la militancia… No sabía que militaba. Era una militancia, digamos, clandestina. Tampoco sabía que militaba Santoro. También lo levantaron. Era otra cosa Santoro, poéticamente. A mí me interesa más lo de Miguel Ángel.

En el prólogo a la prosa de Miguel Ángel, su hijo, Emiliano Bustos refiere que, antes de su desaparición, Bustos padre trabajaba en dos proyectos: uno con Iris Alba, su mujer: consistía en la recreación de leyendas de los pueblos originarios argentinos. Bustos concretó algunas anotaciones y Alba llegó a esculpir una decena de figuras. El otro proyecto, justamente, aunque apenas conversado, era con el Tata Cedrón y consistía en adaptar  historias de los pueblos precolombinos, especialmente de los aztecas. Obviamente, Bustos iba a trabajar los textos y  Cedrón los musicalizaría. El exilio del Tata y la desaparición de Miguel Ángel Bustos abortarían ambos proyectos. Pero los asuntos pendientes regresan.

Lo de Miguel Ángel no era una poesía panfletaria, refiere Cedrón.  Cuando vuelvo a cantar acá después de que volví, en el 84, me decían: ¿no cantás más las cosas de Gelman? Y Gelman, el Paco Urondo, Tuñon, son unas poesías de la puta que lo parió, solamente que yo no quería salir con “el pueblo unido jamás será vencido”… Cuando Emiliano, al que no conocía, sacó los libros – se refiere a los libros “Prosa”  (Ediciones del CCC, 2007) y “Visión de los hijos del mal”, obra poética completa de Miguel Ángel Bustos editada por Argonauta en 2008, publicaciones que vinieron a salvar una falta inadmisible, pues los libros de Bustos, luego de su desaparición, era prácticamente inhallables - voy a una librería en Boedo, El Gato Escaldado, lo compré y me agarró una calentura terrible. De esa calentura del Tata surgió su disco “Corazón  de piel afuera”, musicalización de poemas de Miguel Ángel Bustos, una edición bellísima publicada en 2010. Los asuntos pendientes regresan. La sensación de Cedrón, lo que le produjo esa grabación: Mucha emoción. Es como rescatar la presencia de un ser humano, como dice Juan en el prólogo – Gelman prologó “Corazón de piel afuera”, el libro, editado en  1959 -, de una ternura increíble. El disco tiene dibujos de mi hermana, que también escribe poesía. Está grabado muy natural, tocando todos juntos, no está pichicateado, está todo en caliente… Aquel libro de Bustos, algo así como cancioncitas, está dedicado a su hermano menor, Eduardo. y adquiere un extra de hermosura en la voz del Tata y en la música del Cuarteto Cedrón. Miguel Ángel estuvo en un lugar que era útil, como periodista, militando, participando… y su poesía es un mundo… lo de Miguel Ángel es como el Cosmos, cubre todo el universo, es una fuerza intelectual y poética de la puta madre. Yo abro el libro y leo una cosa y me calienta… agregará emocionado Juan Cedrón.

El 31 de agosto del  2013 – día de cumpleaños de Miguel Ángel Bustos -  y porque ciertas redes sociales de mayor carácter humano se resisten a la época,  en el barrio de Parque Chacabuco, se realizó una  sencilla ceremonia en la cual se hicieron presentes Mario Pellegrini –  hijo del gran Aldo – Alejandro Ricagno, Vicente Zito Lema, Eduardo Bustos – el menor de los hermanos de Miguel Ángel - , el poeta Alfredo Carlino y, claramente, el infaltable Juan Tata Cedrón. Se colocó, allí sobre la vereda de la calle Hortiguera 1529, una Baldosa de la Memoria. En el sexto piso departamento “B” había vivido Miguel Ángel Bustos con su familia, esto es: su mujer Iris Alba y su entonces pequeño hijo, Emiliano. Allí fue secuestrado, Miguel Ángel Bustos, el 30 de mayo de 1976 a las 22:30 horas. Pero hubo otro 31 de agosto, en este caso del 2014, luego de ser hallados los restos de Bustos en una fosa común del Cementerio de Avellaneda. Era una mañana fría y nubosa.  Ese mismo día, Bustos hubiera cumplido ochenta y dos años. Emiliano, su único hijo, en una sobria ceremonia, arrojó las cenizas de su padre al Río de la Plata. El acto fue realizado en un lugar cercano al Parque de la Memoria, a las 11 horas. Esa mañana, ese domingo de agosto. Gente: Marcelo Duhalde , Alberto Szpunberg, Alejandro Ricagno, los tres hermanos menores de Miguel Ángel. Los presentes arrojamos flores a ese río marrón que, paradójicamente, se llama Río de la Plata. Hubo lecturas y un aplauso sentido.

Claramente, allí estaba también Juan Tata Cedrón.

 

*Autor del libro “Miguel Angel Bustos, Biografia de un poeta militante” Ediciones Lamás Médula