Cecilia Maugeri: antimanual de escritura

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Cecilia Maugeri: antimanual de escritura

01 Septiembre 2019

Por Raúl Haurat

Cecilia Maugeri es escritora y profesora de literatura. Es egresada de la facultad de Letras (UBA) y coordina talleres de escritura creativa desde el 2007. Publicó los libros de poesía “Malapalabra” (Viajera, 2009), “Visitante/the visitor” (Viajera, 2011)  y “Caballos” (Textos Intrusos, 2013). En diálogo con  y el programa de radio “Manual de Perdedores” (FM ZOE 107.1) se permitió bucear en sus comienzos literarios en el colegio primario. Además, reveló las diferencias entre un taller de escritura creativa y un taller literario. Nos contó sobre el concepto de intertextualidad, su paso por el taller de clown y señaló algunos consejos para emprender el arte de la escritura.  

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo y cuándo nació la idea de dar clases para principiantes?

CECILIA MAUGERI: La verdad no sé desde cuando soy profe. Mi recuerdo más lejano fue enseñarle a escribir a una chica que vivía cerca de casa cuando yo recién comenzaba a escribir. Tengo una compulsión docente de siempre. Tenía un vicio de la docencia. En segundo grado enseñaba a leer a otros chicos. Me preguntan si tuviera que elegir entre escribir o dar clase, para mí es imposible. Están unidas las dos cosas. La decisión por dedicarme a dar talleres para principiantes va más por el lado de que yo empecé a ver que en el ambiente de los talleres literarios no había un espacio adecuado para la gente que no tiene experiencia. Hay muchos talleres en los que tenés que tener cierto nivel para entrar o la gente va y siente que entiende nada de lo que están hablando. Dicen “esto no es para mí, porque no soy una persona culta”.

APU: A tus talleres asisten personas que tienen no sólo la aspiración de aprender a escribir. ¿Hay mucha gente que tiene la necesidad de contar  y no encontraba ese lugar?

CM: Exacto, la necesidad de escribir, mas allá de la literatura. Por eso hago una diferencia, a mi taller no lo llamo taller literario. Es escritura creativa.

APU: ¿Por qué lo denominas “Escritura creativa” y lo diferenciás de un taller literario?

CM: Porque usamos la escritura como herramienta y tratamos de encontrar el vínculo de cada persona con la creatividad. Porque de pronto puede salir un texto más catártico, más personal, de alguna experiencia propia, y también puede haber una búsqueda literaria, pero no es una obligación.

APU: ¿Te encontrás con personas que quieren escribir algo muy personal como una carta y no saben por dónde empezar?

CM: Sí. Pero, por el tipo de escritura que yo propongo, la gente se entera en el momento lo que necesita decir. Hay gente que viene con un impulso, pero sin un objetivo claro. Creo que es la mejor actitud. Decir “yo necesito sacar algo que tengo adentro. Me siento atorada” Como si fuera un exorcismo y de pronto escribiendo, ganando fluidez en la escritura, dándose el permiso para escribir lo que va saliendo, nos enteramos lo que hay para decir. Muchas veces es una sorpresa. Es lo mejor que puede pasar. Escribir y encontrar lo que hay en mi memoria, en mi imaginación, en mi fantasía. Lo que está tapado. En la vida cuando se nos van ocurriendo cosas, las vamos pateando. Hay mucha gente que me dice “yo no tengo creatividad”. Para mí no existe eso de que no hay personas creativas. Lo que sucede es que no nos estamos escuchando.

APU: ¿Cómo es la dinámica de la clase?

CM: Vamos directo al papel. El primer ejercicio es escribir cinco minutos sin parar todo lo que venga a la mente. Eso permite que la mano se afloje y dejemos de preocuparnos por si está bien o mal escrito. Es un ejercicio que es imposible hacerlo mal. El único objetivo es que avance la escritura. Es un entrenamiento. Propongo que lo hagan todos los días, para dejar de lado esa cuestión de “tiene que estar bien escrito”. Hay gente que tiene duda e inseguridad acerca de los contenidos que vieron en Lengua del secundario.

APU: ¿Condiciona mucho lo aprendido en el colegio al momento de escribir?

CM: Sí, condiciona muchísimo. La gente me dice “decime cómo es la gramática y los verbos porque no puedo escribir una oración”. Esa es la preocupación. Yo propongo dejarlo en suspenso. Es importante entrar en contacto con la estructura, pero es algo que todos lo tenemos adentro. Somos todos usuarios de la lengua. El problema que tiene el lenguaje es que todo el tiempo lo estamos usando. Pensamos, hablamos y mandamos Whatsapp con palabras. Está muy incorporado y no nos damos cuenta que, en la misma materia, tenemos que aprender a usarlas de otra manera como principiantes. No usamos todo el día el lenguaje creativamente. Lo usamos de manera práctica.

APU: ¿Podés darnos un ejemplo?

CM: Sí. Comparándolo con la música. Si yo digo quiero aprender a tocar el harpa, no es algo común y corriente, no es que yo estoy todo el día en contacto con el harpa (por decir un instrumento exótico). Entonces, no voy a pretender que empiece a tocar el instrumento y suene bien.

APU: ¿La escritura genera más desazón?

CM: Claro, porque se supone que lo tenés que saber. Pero no es lo mismo usarla de una forma social que usarla de una manera creativa.

APU: ¿Cómo manejas la ansiedad de aquellas personas que se acercan al taller pensando en publicar o ver cómo va a quedar su texto sin pensar en transitar el camino del aprendizaje?

CM: Es lo más difícil. Hay que tener mucha paciencia. En la clase hago siempre el mismo recorrido. Hay una rutina que se repite y vamos cambiando las temáticas. Lo que escribimos en clase es como un caldito Knorr. Está todo concentrado. Ahí están todas las imágenes, todo lo que viste en ese momento. Se da algo mágico en el grupo. Son diez personas al mismo tiempo escribiendo, es muy fuerte. No sale lo mismo cuando escribís solo en tu casa. Lo que propongo es no volver a leerlo y empezar un texto nuevo para ampliar lo escrito en clase. Como si pusieras el caldito Knorr en el agua caliente.

APU: ¿Qué sería el agua caliente?

CM: Las hojas en blanco. Le das más lugar. Escribís lo mismo pero se te va a ir para otro lugar. Elegís un personaje del texto original. A la clase siguiente en otra hoja en blanco de repente se te amplia el espacio. Aparecen otras cosas y se te va armando un mundo con eso. No lo corregís y lo cajoneas. Cuesta mucho hacerlo porque estamos recontra entrenados en la escuela a que lo que vos escribís tiene una única oportunidad. Escribís en un examen. El profesor te corrige y no hay una instancia de revisar y reescribir.

APU: ¿Tuviste en el colegio alguna docente que te despertara la pasión por la escritura?

CM: En segundo grado tuve una profesora que me apoyaba. Me daba papeles para actuar en las obras. Me llevaba a recitar poemas. Fomentaba ese lado más escénico. En sexto grado tuve una maestra que me hizo adaptar una obra de teatro de Payró para el acto. Hice el guión y me dijo que dirija la obra y elija a los actores y actrices. Tenía once años. Lo tomaba como algo natural pero después cuando sentí la responsabilidad me re estresé. En primer año una profesora me hizo participar de un concurso de haikus de la fundación Borges. Gané un libro y una mención. En quinto año, la profe de Literatura fue la que me hizo decidir por estudiar Letras. Digamos que tuve mucha suerte.

APU: ¿Te encontraste en la carrera con algún escenario hostil?

CM: Sí. Las situaciones traumáticas vinieron de grande. De hecho, escribí un posteo en mi blog (www.ceciliamaugeri.com.ar ) sobre los profesores crueles. Lo que me ha marcado fue en una maestría que me dijeron “No tenés voz propia” ¡Imaginate! Después de haber escrito tres libros de poesía… Son esas devoluciones que no tienen argumento. ¿Qué significa no tener voz propia? ¿Cómo lo mejoro? ¿Qué puedo hacer con eso? ¿Llorar?

APU:  Superaste la prueba de adaptar y dirigir una obra de teatro a los once años. En una instancia de doctorado. ¿Se sortea una devolución así?

CM: No, de hecho, hace cinco años que no escribo poesía. No fue sólo por eso. Ahora estoy escribiendo dramaturgia. Es algo que venía de chica. Ante la duda, siempre ir a la infancia a preguntarle a la niña interior que cuanto más te ocupas de alimentarla más te habla. Después de esa maestría, que no la terminé porque estaba traumada, me pregunté ¿Qué necesito para salir de la oscuridad? Hice un taller de clown con Lila Monti que es una grosa. Fue lo mejor que me pasó. Es volver a la mirada de niña, al asombro, a la curiosidad. Me encontré con mi taradez. Todos tenemos un lado idiota en algo. Fue un bálsamo.

APU: ¿En qué tema estas trabajando actualmente en tu taller?

CM: El tema del taller actual es la Intertextualidad. Es muy simple la definición. Significa que todos los textos se relacionan con un texto anterior, es decir que ningún texto nace de un repollo. Consciente o inconscientemente, cualquier texto que yo escriba, va a estar dialogando con lo anterior. Algo que leí, que vi por la calle. Todas las palabras vienen cargadas de significados anteriores. Quiero romper la cuestión que trae mucha gente de escribir algo original que nunca antes se haya hecho. Es imposible. Es cierto que todos los temas están escritos, pero no están escritos por vos. La idea es que cada uno escriba su versión de las cosas. Cada uno tiene que escribir su texto y eso siempre va a ser único. La originalidad no está en escribir algo “virgen”; sino en volver al origen, a lo propio, a lo más particular de cada uno.