“Brotherhood”: los vínculos de la hermandad

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“Brotherhood”: los vínculos de la hermandad

01 Marzo 2020

Por Milagros Carnevale

Brotherhood encontró la fórmula mágica para utilizar al pasado corriéndose del cliché y retratar las formas presentes sin caer en lo convencional. Siete personas, siete sillas, una pantalla y una trama cotidiana hasta la médula que toca las fibras más finas.

Los diálogos parecen una grabación de los días de una familia real, cual reality. Ni una palabra más, ni una palabra menos. La construcción de personajes es un entreverado tenso y firme. No funciona ninguno sin los demás. Por separado son pelotas de colores, cuando se juntan son un pelotero.

La obra juega con diferentes géneros discursivos y plataformas. La conversación informal, la anécdota emotiva, los mensajes y emoticones (recreados por las caras de los actores) de WhatsApp. De fondo siempre lo mismo: una montaña rusa de emociones. Gritos, peleas, reproches y amor.

¿Qué pasa cuando los hijos ya no viven con los padres y los padres se están muriendo? La pérdida es una comida que tiene entrada, plato principal y postre. En la obra, cada paso de este proceso está abordado desde el humor sin que eso banalice nada. El humor es justamente lo que acerca la experiencia. Esta familia tiene mugre por todos lados y la barren entre todos (aunque no quieran), así como entre todos atraviesan la pérdida.

No quedan casi temas sin abordar: la infancia, la adolescencia, la violencia, el acoso, el abandono, la injusticia, la vejez, la enfermedad. Con un elenco perfecto, una luminaria que casi es otra de las protagonistas y un arte visual que contribuye a la historia y la completa sin opacar las actuaciones, no tiene desperdicio ir a ver Brotherhood.

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