Natalia Stankevicius: “Hay provincias que se declaran antinucleares, pero siguen utilizando medicina nuclear”
Natalia Stankevicius es la gerenta de área de Radioisótopos en el Centro Atómico Ezeiza (CAE). Conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre las posibilidades que genera el ente estatal para el desarrollo tecnológico y la soberanía nacional.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué funciona en el Centro Atómico?
Natalia Stankevicius: El Centro Atómico posee una extensión muy basta y un campo de aplicación bastante amplio. Cuenta con la particularidad de que tener el campo de la producción de radioisótopos; un reactor, el RA-3, donde se realiza la producción y estudios de investigación y desarrollo; la planta de irradiación semindustrial, donde se llevan a cabo procesos de irradiación de alimentos y de elementos como prótesis médica.
También está el Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson, con carreras de grado y pregrado y, a la vez, dentro del CAE, está todo lo que es el ciclo de combustible nuclear, su parte final, y la gestión de residuos que, por ley, nos corresponde. También existen otras instituciones como Dioxitek y CONUAR FAE. En este último se hacen los combustibles para los reactores de potencia y de investigación, mientras que en el primero lo que principalmente se realiza es la producción de cobalto 60.
APU: ¿Qué son y cuál es la utilidad de los radioisótopos?
N.S.: Es un elemento radioactivo que se utiliza como trazador médico. En Argentina, cualquier persona que se haya ido a hacer un estudio, por ejemplo de tiroides, se utilizó yodo 131, un producto hecho por el Estado en este centro y que se utiliza para realizar diagnósticos médicos como cáncer. El principal trazador que se utiliza en medicina nuclear es el tecnecio 99 y para obtenerlo necesitamos molibdeno 99 que se produce en el CAE a través del reactor RA-3.
APU: Es una tecnología que se utiliza principalmente en medicina.
N.S.: Exacto. Puede utilizarse en otros campos, como en la industria petrolera para buscar pozos, pero la principal aplicación es el uso de la medicina nuclear. El 85% de los estudios médicos relacionados a la detección de cáncer a nivel mundial se hace con tecnecio 99. En Argentina, cerca de 2 millones de personas al año se hacen estudios que están vinculados con diagnósticos o tratamientos con radiación.
APU: ¿Es tecnología que Argentina desarrolla hace muchos años?
N.S.: Hay algo particularmente destacable de nuestro país: en el campo de la producción de radioisótopos tenemos el ciclo completo. Argentina produce los blancos de irradiación hasta los combustibles nucleares, tenemos la capacidad de desarrollar, diseñar y construir reactores nucleares, llevar adelante el proceso radioquímico y, luego, obtener el producto final que va a los centros de medicina nuclear. Eso nos permite tener un grado de autonomía y soberanía que pocos países lo tienen.
En el mundo hay 6 productores/comercializadores de radioisótopos, cerca de 10 grandes reactores en operación y Argentina está enmarcada dentro de esa área. Importante no sólo por la sustitución de importaciones sino, por lo que significa en accesibilidad. Si tuviéramos que importar tecnecio o yodo, los estudios serían inalcanzables para los pacientes. Tener capacidad en todo el ciclo de producción de radioisótopos nos garantiza el acceso a la salud.
APU: Fue noticia la instalación de una planta de producción de radioisótopos en India, algo que llamó la atención de aquellos que no están tan al tanto de los avances de nuestro país en tecnología nuclear.
N.S.: No es la primera vez que exportamos tecnología de punta al mundo. Argentina, inicialmente, ha exportado el reactor a Perú, con el proceso de producción. Ese proceso también fue exportado a Cuba. A Australia, a Egipto, a Argelia, a India el año pasado, hemos hecho todo el proceso de tecnología. Fue un desafío enorme, con un compromiso entre países, más allá de que no es el primero.
Viajó mucha gente joven, se llevó adelante con 2 mujeres que fueron jefas de proceso, participaron CONEA e INVAP, junto con India y la verdad que fue un éxito. Celebro haberle dado la oportunidad de participar de un hecho tan importante a las nuevas generaciones. Vuelven con un conocimiento y un bagaje que, después, se transfiere a los propios trabajadores. Es importante destacar que la producción se mantuvo en nuestro país, es decir, que el equipo que se quedó acá pudo redistribuir tareas para sostener el abastecimiento. Lo mismo pasó en la cuarentena, nunca se suspendió la producción. Hace 60 años que lo viene haciendo ininterrumpidamente.
APU: ¿El Estado juega un rol estratégico dentro de este sistema?
N.S.: Más allá de la cuestión estratégica del Estado, quiero destacar el perfil de quien trabaja en el sector nuclear. Tienen un fuerte compromiso para mantener una agenda viva y discutir muchos avatares que han sucedido a lo largo del tiempo. Claramente, las decisiones de Estado implican, si hay o no recursos económicos, si una línea de trabajo continua o se suspende. En las oportunidades donde se intentó destruir al sector nuclear, como en los 90, fueron los propios trabajadores los que lo sostuvieron vivo. No sólo el puesto de trabajo, sino el conocimiento tecnológico. Porque no sólo es importante tener el recurso, sino el personal calificado para llevar adelante esa tarea y poder transmitirla a las generaciones que siguen. Durante los gobiernos liberales el sector ha tenido fuertes golpes. Por ejemplo, el proyecto de la planta de producción de radioisótopos que se inició 7 años atrás fue discontinuado por el gobierno anterior y hoy se retomó por su necesidad, para poder estar a la altura de la demanda y el desafío enorme que se está gestando en el país.
APU: ¿Y eso fue gracias a qué?
N.S.: De cómo se gestó el sector nuclear desde un comienzo, con una mirada estratégica, con una perspectiva de desarrollo autónomo que le agregó mucho a la cadena de valor. Esto, sumado a ideas que ocurrieron en el triángulo Sábato/ Balseiro/ Beninson, no por nada nuestros 3 institutos llevan sus nombres, cada uno con su perfil. El Balseiro con su especialización en física y reactores, el Sábato que se especializa en materiales y el Beninson que lo hace en aplicaciones de la tecnología nuclear. Argentina no sólo tiene la capacidad de construir reactores sino que tiene asociado lo que es el estudio de materiales. Me refiero a estudiar, por ejemplo, que composición debe tener un combustible, cómo mejorarlo. A eso se le asocia los procesos radiactivos. Es toda una cadena de valor agregado, no hay tantos sectores dentro de nuestra industria que puedan garantizar el abastecimiento completo sin tanta dependencia externa. Uno puede preguntarse si está bien, pero qué pasa cuando hay aumentos. Por ejemplo, el uranio dejó de producirse en Argentina y eso genera que tengamos que importarlo. Y es un comodities que sube y baja dependiendo de la situación geopolítica.
“Tener capacidad en todo el ciclo de producción de radioisótopos nos garantiza el acceso a la salud”
APU: ¿Por qué dejamos de extraerlo, si es tan estratégico?
N.S.: La explotación de uranio está vinculada al cambio de reglamentación que surge con el Código de Minería y, luego, con la Ley Nuclear. La realidad es que el uranio deja de ser un material estratégico en ese momento, lo que llevó a un montón de discusiones político-tecnológicas. El Estado pierde la capacidad de manejo sobre ese material estratégico, sumado a la licencia social. Con su discontinuidad se hace difícil poder discutir el tema con la sociedad, fue un error estratégico del sector nuclear no haber planteado ese debate. Claramente, no todas las minerías son buenas, pero hay formas de hacerla bien. Con control de Estado, como corresponde, y con los cuidados que se necesita para extraer en forma correcta, pensando en cuál es el beneficio de esta capacidad autónoma, en energía, en salud. Sucede que hay provincias que se declaran antinucleares, pero siguen utilizando medicina nuclear. Para que ésta se sustente necesita accesibilidad, y los blancos con los que se produce radioisótopos, los elementos combustibles con los que se opera un reactor, son de uranio. Quiero destacar que nuestro país fue el primer productor del mundo en reconvertir los reactores de uranio enriquecido a uranio natural, logró desarrollar y exportar esa tecnología.
APU: ¿Cómo se resuelve el tema de los residuos, que tanto preocupa a algunos sectores?
N.S.: Los residuos nos preocupan a todos. Un residuo que se tiene que gestionar por miles de años es una obligación moral para quienes trabajamos en el sector nuclear de poder resolver los desafíos tecnológicos para hacer una guarda segura en el tiempo. La CONEA tiene obligación por ley de llevar adelante el programa de Gestión de Residuos Radioactivos, que se lleva a cabo en Ezeiza y ha tenido posición activa, al respecto. Pongo de ejemplo, mi sector. La producción de radioisótopos produce, obviamente, residuos radioactivos. En coordinación con la gerencia de Ciclo de Combustible Nuclear, buscamos puntos tecnológicos donde hacemos desarrollos para conseguir recuperación del uranio, de los filtros de fisión, que es el residuo que más años tenés que resguardar. Buscamos la forma de conseguir la minimización de esos residuos. Los trabajadores del sector nuclear somos los primeros en ocuparnos de hacerlo en forma segura. No sólo por nosotros, sino por el medio ambiente y la sociedad, en general.
APU: La forma en que se hace, es segura.
N.S.: Trabajar en el sector nuclear implica alta calificación, constante reentrenamiento, evaluación y control. Alguien que comienza a trabajar en un área controlada, no es que por tener un conocimiento universitario o técnico, puede empezar a hacerlo en una planta. Hay un proceso inicial de formación, luego se rinde una primer licencia, que la toma la Autoridad Regulatoria Nuclear. Después comienza todo un ciclo de entrenamiento y recién ahí obtiene su permiso específico que corresponde a cada instalación. Ese proceso puede rondar los 2 años. Por eso es importante que el Estado decida la persistencia de la continuidad del sector nuclear, porque el problema más grande es el cambio de generaciones. Si se retira un trabajador, no es que rápidamente voy a poder incorporar personal como si fuera una fábrica. Hay que calificarlo antes de poder llevar adelante una operación.
APU: ¿Qué es el reactor RA-3?
N.S.: Es un reactor que se creó en el 67, que inicialmente tenía una potencia de 0,5 MW. En el 2003 se hace el repotenciamiento, se lo lleva a 10 MW para incrementar la producción. Es un reactor multipropósito, en el se llevan a cabo la producción de radioisótopos y se realiza investigación y desarrollo en distintos campos de la producción. Estamos avanzando en la producción de otros radioisótopos que no sean sólo para diagnósticos, sino que sirvan también para tratamientos. Si logramos eso estaríamos no sólo detectando el cáncer, sino avanzando en la cura.
APU: ¿Cuál es el estado de ese proyecto?
N.S.: Es una necesidad avanzar con este proyecto porque el RA-10, un reactor mucho más grande que nos va a permitir pasar de producir 200 curie por día a 2000. Para que tengan una idea, el consumo mundial de molibdeno ronda los 9500 y nosotros pasaríamos a producir 2000. Además, tiene la capacidad de producir silicio dopado, que se utiliza en los chips, y tiene un proyecto asociado que es el de haces de neutrones, que tiene interés relevante a nivel internacional.
APU: ¿Qué lugar ocupa Argentina, a nivel mundial, dentro del sector?
N.S.: Depende si lo pensamos del punto de vista energético o de producción. En realidad, son potencias, la mayoría. Estamos hablando de Estados Unidos, Francia, Japón, Canadá, Australia, todos países del primer mundo. Tanto Argentina como Brasil están muy bien posicionados en un lugar estratégico a nivel regional, nuestro país está muy avanzado en materia nuclear para nuestra región. Generaciones, desde 1950, trabajando para que esto se sostenga, mantenga y mejore.
APU: ¿Cómo se compone el sector?
N.S.: La realidad es que el sector nuclear era uno, históricamente. La CONEA, que regulaba y llevaba a cabo. Hoy es un ecosistema de entidades. Me está faltando sumar el Plan Federal de Medicina Nuclear, en donde aparecen otros actores y comienza a haber accesibilidad a la Salud Pública, en ese sentido. Sucede que todo está interrelacionado, el desarrollo tecnológico se realiza en CONEA, pero necesita al resto de los actores. Por ejemplo, para operar un reactor se necesita los combustibles que se fabrican en CONUAR, para poder operar la planta de radiación semindustrial se necesita el cobalto que produce Dioxitek, la materia regulatoria la lleva a cabo la Autoridad Regulatoria Nuclear. Obviamente, hay dificultades, pero hemos demostrado a la larga que ha pesar de las diferencias que puede haber dentro de ese ecosistema, el país sigue avanzando.
APU: ¿Qué políticas debería llevar adelante el Estado en este sector?
N.S.: Debería formar parte de la política de Estado recuperar la línea estratégica de lo que sería la minería de uranio. Argentina soñó con un ciclo cerrado y esto implicaría desde la obtención del uranio hasta su recuperación, que se utilizan los elementos combustibles. Lo que tiene que ver con materia de salud y desarrollo tecnológico de reactores, que se sostenga en el tiempo la inversión. Hay ventanas de oportunidades. Con el RA-10 estamos en un momento que si logramos este desafío, tenemos una oportunidad única porque en el mundo hay otros reactores que van a salir de servicio y el molibdeno va a ser un requisito a nivel mundial. Y esto requiere de políticas públicas del Estado. En el mundo no existe la posibilidad de reactores que funcionen sin inversión estatal. A veces, pareciera como que el desarrollo tecnológico se pudiera hacer de punta a punta con capitales privados y eso no es real, a la hora de llevar adelante proyectos estratégicos.