La Plata: denuncian a un efectivo policial por amenazar con un arma a vecinos

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La Plata: denuncian a un efectivo policial por amenazar con un arma a vecinos

26 Diciembre 2016

Por Redacción APU

Jessica Beterette es militante de la Juventud Peronista de La Plata. El lunes por la noche, cuando regresaba del trabajo a su casa, presenció una situación de violencia institucional y decidió hacer pública la denuncia en su cuenta de Facebook.

Ella, junto a otras dos personas, fue testigo de cómo Hernán Nazareno Gonzales, un hombre con rango de teniente en la Policía Federal, amenazó a un joven apuntándolo con el arma cargada y sin traba de seguridad; con el agravante de que, Gonzales, estaba alcoholizado.  

Así narró Jessica los hechos:

“Anoche salía de trabajar, como todas las noches, me tomé el mismo bondi  de siempre a las 21:03. Siempre corro para llegar a la parada, subir rápido y buscar la sube en la cartera por casi media cuadra. Juan, el chofer, ya conoce esta secuencia, solo sonríe, me cuenta que es su última vuelta, que va temprano a la casa, capaz ve a sus hijos despiertos, que toma unos mates con su mujer. Siempre charlo con él de un montón de cosas, son unas 15 cuadras. Nos despedimos con un: "hasta mañana, que descanses". Pero anoche todo fue distinto y por eso decidí escribir estas líneas.

Llegando a 60 y Plaza Rocha se empiezan a escuchar unos gritos cada vez más intensos, el micro avanzaba, había mucha gente, incluidos muchos niños. En un momento un chabón empieza a gritar:- tiene un arma, hay un arma. Parecía una película. A la tercera vez que este chico grita, la gente y hasta yo, entendemos la situación. Miré para atrás, iba sentada en el primer asiento, vi el arma, y no logré poder ver otra cosa. La primera sensación que me quedó fue de pánico y desesperación. El chofer para el micro en 60 entre 8 y 9, bajamos como pudimos, pareciera que el mismo acumule de gente logró abrir la puerta.

Es mentira que en momentos así se te pasa la vida en segundos, bueno a mi no me pasó. Sólo pensaba en salir viva de ese micro, de no escuchar un disparo, de bajar, capaz habrán pensado eso cada una de las personas en ese bondi.

Bajamos como pudimos, tenía las llaves y el teléfono en la mano, estaba a cuatro cuadras de mi casa. Marqué casi por instinto al 911, conté lo que pasaba. Los segundos eran interminables, podía ver cómo el chofer trataba de calmar la situación y este hombre, con una pistola, solo repetía que podía tener arma porque era Policía. Sólo eso se escuchaba, que era policía.

Llegaron los móviles, trataron de calmar la situación. No le sacaron el arma hasta una media hora después, no podían reducir a un chabón en un estado de ebriedad tremendo. No sé si no pudieron: no quisieron tal vez.

La secuencia comienza cuando este policía empieza a tirar piropos a la mujer del pibe que posteriormente grita que había un arma en el bondi, al cual amenazó en la frente con una pistola cargada con 15 balas y sin la traba de seguridad: “preparada para disparar”, dice en el acta de denuncia.

Los policías que llegaron tuvieron a este hombre sentado en el micro por media hora. Las víctimas directas estaban sobre el bondi a escasos 2 metros de distancia, nunca los bajaron. Parecía una charla de amigos: no le sacan el arma, no pidieron credenciales que acrediten su identidad, nada de lo que harían con cualquiera de nuestras pibas y pibes en cualquier situación.

Me quedé a esperar porque mi cartera quedó en el bondi. Vi el manejo, y cada vez me indigne más, al lado mío estaba otra piba que también veía el manejo.

Fuimos maltratadas por otro policía cuando le dijimos que queríamos hacer una denuncia, simplemente quería que nos fuéramos. Pararon otro bondi y la gente subió, muchos se fueron. Yo quería mi cartera. Facundo, el chico al que puso la pistola en la cabeza, se nos acercó y nos preguntó si podíamos ser testigos de todo esto, aceptamos.

Mi cartera siguió en el bondi hasta la comisaria, con el policía ebrio, los del comando y el chofer. Nos subieron a un patrullero, nunca había estado en uno, cada vez tenía más sensaciones confusas.

Fui hasta la comisaría, la misma donde fue torturado y desaparecido Miguel BRÙ, a la cual nunca había entrado pero siempre acompañé a las vigilias. Al entrar la ironía que sentí me dolió en el pecho: justamente, hay una imagen del Arcángel San Miguel, que representa el papel de justiciero y protector de los inocentes.

Me sentí re chiquita, expuesta, con odio, pero decidimos los cuatro -Facundo, la Novia, Martina, la chica de al lado del bondi, y yo- hacer la denuncia.

Todo terminó como a las 2 de la mañana. El tipo tenía un nivel elevadísimo de alcohol, es policía y tiene el rango de teniente de la federal. El arma estaba con 15 tiros, sin la traba de seguridad y preparada para disparar.

Podía ser Facundo, la novia, Martina, cualquiera del bondi, o yo.

Pongo en conocimientos de todos, aunque mis amigas me dirán que no lo haga, que me cuide, pero esto también es una forma de cuidarme.

Hoy me tomé el día, no salí de mi casa: la ordené, hicimos unos arreglos, cociné, me tomé un vaso de Fernet. Abracé a Daniel y jugué con mi gato. Llamé a mi Mamà, necesitaba sentirme sin esa sensación de peligro. Pues la mezcla de sensaciones de mierda nadie me la saca, pero creo que con esa denuncia, que pedimos eleven a asuntos internos hasta lograr la destitución del tipo, aporte un cachito a que tipos así, no nos sigan matando.”