Santiago: un cambio de paradigma en la Iglesia
Por Nicolás Adet Larcher
El pasado noviembre, el obispo de la provincia de Santiago del Estero, Francisco Polti, había presentado la renuncia al cumplir los 75 años de edad. Según consta en el derecho canónico, llegar a dicha edad implica presentar la renuncia que debe ser aceptada por el Vaticano. El Papa Francisco aceptó la solicitud de Polti, y en su reemplazo designó a Vicente Bokalic al mando del obispado de la provincia.
Bokalic hasta hace poco se había desempeñado como obispo auxiliar en Buenos Aires junto a Bergoglio, realizando una tarea pastoral en más de 50 parroquias. Pertenece a la congregación de los padres vicentinos, lo que marca una clara diferencia en cuanto a actividad pastoral respecto de Polti, acostumbrado al conservadurismo del Opus Dei mucho más alejado de lo social. Quizás por eso en boca del propio Bokalic se enunció "No soy de oficina, soy más bien un callejero" para luego agregar en línea con Francisco “Uno tiene una historia de compromiso misionero y de trabajo con los pobres. Esas son dos cosas fuertes en mi vida, y eso lo voy a mantener”. Demostró en varias oportunidades su pertenencia hacia el discurso político reprochando a Mauricio Macri la represión en el Hospital Borda, o al Gobierno Nacional sobre las deficiencias en transporte que llevaron a la tragedia de Once.
Pese a que sus votos de sacerdote los había tomado en 1976, recién fue ordenado como tal en 1978 por parte de Alfredo Mario Esposito, uno de los obispos que integraba la comisión de enlace que el episcopado tenía con las juntas militares. Tal comisión se reunió alrededor de setenta veces durante el tiempo que se extendió la dictadura militar. Bokalic cursó estudios de Filosofía en el colegio máximo de San José, de los padres Jesuitas, en Buenos Aires, lugar que “desde fines de los setenta representaba un faro teológico y filosófico para el clero y el laicado con vocación sacerdotal de América Latina, con pertenencia o no a la compañía de Jesús” según relata Marcelo Larraquy. En 1972 Bergoglio había sido designado maestro de novicios en el colegio Máximo, lo que lo catapultó en 1973 como conductor de la compañía de Jesús.
Sin dudas Bokalic comparte la cercanía de Bergoglio hacia lo social – que le reconocen amigos y enemigos – lo que implica un cambio de paradigma respecto del conservadurismo impuesto por Benedicto XVI en la designación de hombres de la iglesia. En el año 2005 en Santiago del Estero, un escándalo sexual con un entramado político que lo impulsaba desde las sombras, desencadenó la renuncia del obispo Maccarone que se encontraba al mando desde 1999, el cual había mantenido enfrentamientos constantes contra el poder político y empresarial de la provincia. La línea de Maccarone, salvando las diferencias, continuaba de alguna forma el accionar político que había mantenido Gerardo Sueldo contra las políticas implementadas por el gobierno de Carlos Juárez. La designación de Polti en 2006 se realiza con el fin de romper la estructura confrontativa mantenida por la iglesia en Santiago, y lograr instaurar un conservadurismo completamente ortodoxo y alejado del contexto social.
“…de lo que nadie duda es de sus convicciones conservadoras. Es también, como buen hombre del Opus Dei, un fiel intérprete y seguidor de las directivas romanas. Nadie podría esperar de él, como de cualquier otro de los miembros “de la Obra”, una actitud de audacia o de diferenciación de lo que Roma diga y ordene. La ortodoxia está asegurada.” Sentenciaba Washington Uranga una vez conocida la noticia de la designación de Polti. Durante sus siete años en la diócesis santiagueña no estuvo fuera de la polémica. Se mantuvo aliado al poder provincial, alejado de la actividad pastoral, sujeto al escritorio del obispado y sin tener conexión directa con el contexto social de la provincia. Mantuvo una fuerte presencia mediática potenciada por los medios locales. En ocasión de cuestionamientos y citaciones a declarar del Padre Carlos Marozzi por su complicidad durante la dictadura militar, Polti adhirió a la expresión conjunta de los obispos argentinos respecto de que “Si algún miembro de la Iglesia, cualquiera fuera su condición, hubiera avalado con su recomendación o complicidad alguno de esos hechos (la represión violenta), habría actuado bajo su responsabilidad personal, errando o pecando gravemente contra Dios, la humanidad y su conciencia” exculpando así a gran parte de la iglesia, pese a poseer una estructura verticalista.
En línea con esto se establece el despido del padre Roberto Murall, quien pertenecía al grupo de curas en opción por los pobres (OPP) y se encontraba trabajando en la diócesis de Santiago. Murall trabajaba conjuntamente con sectores campesinos de la provincia, y grupos en situación de vulnerabilidad. La situación del despido de Murall se produjo en el contexto de una adhesión del padre a un documento emitido por los curas en opción por los pobres donde se cuestionaba al episcopado por “no haber pedido perdón” por los lazos de la iglesia con la última dictadura militar. Eduardo de la Serna, coordinador de OPP, en aquel momento expresó “Yo le dije al obispo que fuera hombre, que se atreviera a decir que está de acuerdo con la dictadura, pero miente al decir que simplemente se terminó el contrato cuando, en privado, le dijo a Murall algo bien distinto” en alusión a la argumentación que había empuñado la iglesia en base a problemas contractuales, lo cual también fue repudiado por el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE).
En 2010 el cura y teólogo, Ariel Alvarez Valdés había sido intimado por Francisco Polti para prohibirle “dar clase de disciplinas teológicas, incluyendo cursos cortos y conferencias”, “participar en medios de comunicación social incluyendo Internet” y “hacer nuevas publicaciones o disponer la reedición de publicaciones anteriores”. El conflicto saltó a la luz luego de que Alvarez Valdés opinara que, a título personal, el relato de Adán y Eva no se encuadraba como un hecho histórico, sino como una metáfora. Tarsicio Bertone – quien fue desplazado como secretario de estado por el papa francisco – fue quien había bajado línea a Polti para que desplazara a Valdés. Luego de presentar su renuncia, el teólogo declaro “mi obispo, por ser del Opus Dei, tiene una mirada muy conservadora y cerrada; otros obispos no hubieran reaccionado de esa manera, y de hecho en otras diócesis seguí dando clases y dictando cursos”.
La línea conservadora de la iglesia se mantiene, pero encuentra esperanzas de cambio en algunos puntos del país. Para algunos, Bokalic podría imponer una doctrina más social que su antecesor, por los antecedentes que tiene sobre su espalda. Para otros, será más de lo mismo.