Sandra y Rubén, dos años después

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Sandra y Rubén, dos años después

06 Agosto 2020

Por Matías Aguinaga

El 2 de agosto se cumplieron dos años de la explosión en la escuela 49 de Moreno que causó las muertes de la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez. El hecho destapó la olla respecto del pésimo estado de mantenimiento de las escuelas del distrito y sirvió políticamente a los efectos de sumar un nuevo elemento a la lista de críticas a la gestión de Maria Eugenia Vidal como gobernadora de la Provincia de Buenos Aires y al macrismo en general.

Las muertes de Sandra y Rubén ocasionaron marchas y levantamientos en uno de los municipios más empobrecidos y socialmente complejos del conurbano bonaerense. También, una serie de sucesos confusos, como el supuesto secuestro a una maestra que participaba de las ollas populares. Las clases fueron suspendidas en Moreno durante un par de meses y tres en la misma escuela de la explosión. Los medios de comunicación más influyentes convirtieron lo ocurrido en una sección durante unas cuantas semanas. Como en otras ocasiones, sólo hasta que dos trabajadores se convirtieron en mártires se puso luz a la oscuridad de un entretejido de poderes y burocracia. Hoy, Sandra y Rubén están en las paredes. Quizás, como recordatorio de que las cosas aquí no van a cambiar solamente por el resultado de una elección. 

Parados en el 2020, podemos decir que hay nuevamente al frente del ejecutivo nacional y provincial gobiernos por lo menos no alineados con el capitalismo salvaje y la usura. Pero, en cambio, en Moreno peronismo hubo siempre. La relación entre Maria Eugenia Vidal y el entonces intendente Walter Festa fue tensa. Festa, que había destronado en la interna del 2015 al histórico Mariano West, no aceptó los recortes en la nómina municipal que Provincia planteó a cambio de liberar fondos extras para obras. A cambio y debido a denuncias de corrupción en el Consejo Escolar, había suscripto a finales de 2017 un acuerdo para la  intervención de dicho organismo, encargado de controlar, entre otras cosas, el estado edilicio de las escuelas.

Una vez que el Consejo estuvo intervenido por el macrista Sebastián Nasif, recibió los fondos de emergencia que necesitaba para refaccionar muchas de las escuelas que ya habían recibido denuncias por su pésimo estado. No es el único municipio que contaba con advertencias de esta índole ni era el 2018 la primera vez que se planteaba que las clases así no podían comenzar. Con la explosión y las muertes a cuestas, los dardos volaron de lado a lado. Los sindicatos docentes, el municipio y los partidos de izquierda, cada cual con su agenda, acusaron a Vidal, pues, afirmaban que ella manejaba directamente el Consejo. Del lado del macrismo, el apuntado fue el mismísimo Festa. Argumentaron que era el municipio el que tenía que poner el plantel para controlar las escuelas. En resumen, parece que las muertes de Sandra y Rubén fueron una papa caliente de la que se querían despegar las dos partes involucradas en un acuerdo de gobernabilidad que no hubiera salido a la luz de no ocurrir una tragedia de tal magnitud. 

Como ocurrió luego de las muertes en Cromañon en la Ciudad, hoy todas las fuerzas involucradas cuidan de, por lo menos, no tener que asistir a nuevos velatorios a cajón cerrado por la explosión de un termotanque en una escuela. Pero el estado de la educación pública de Moreno parece uno de esos asuntos sin resolver que en cualquier momento puede generar nuevas tragedias. Que parecieran no ser tragedias, toda vez que sus causas son previsibles y resolubles si de verdad primara un compromiso conjunto para que los pibes tengan acceso a una educación pública, gratuita y de calidad. 

*Periodista Escuela Eter , peronista de Moreno