La privatización de YPF como "experiencia traumática"
Por Hernán M. Palermo* | Entre los años 1990 y 1994 fueron despedidos de YPF 35.689 trabajadores. Un número impresionante teniendo en cuenta que con ello se llevaba a innumerables ciudades y pueblos a cifras de desocupación muy por encima de la media nacional. No obstante, es preciso darle voz a ese número de despedidos y comprender que significó desde la perspectiva de los trabajadores aquella experiencia: no sólo expresó la pérdida del empleo sino la erosión de un universo dador de sentido, tanto para los trabajadores como paras las autodenominadas “familias ypefeanas”, consolidando lo que denominamos “experiencia traumática”.
Los denominados eufemísticamente “retiros voluntarios” a los que fueron sometidos los trabajadores que ya “no formarían parte de la modernizada YPF”, dan la sensación -por su nombre- de referir a un acuerdo entre partes: es decir, que empresa y trabajadores negociaban la forma del retiro. Sin embargo, lejos de este acuerdo, lo voluntario encubrió el despido compulsivo. Desde la perspectiva de los ex trabajadores “eran retiros voluntarios obligatorios, que firmabas si o si”, dado el contexto coercitivo en el que se llevó a cabo esta política de retiros. Las amenazas constantes de las jefaturas eran moneda corriente en el espacio de trabajo. Fundamentalmente, a los que no se adherían a los retiros voluntarios, se los amenazaba con el despido y la pérdida del beneficio de la indemnización. En un clima que se enrarecía día a día, esta “tortura laboral”, encarnada en los continuos rumores respecto de los posibles despidos, tornaba agobiante la cotidianeidad dentro de la empresa.
Por otra parte, los cursos de capacitación, otra estrategia de cesantías de personal, constituyeron la antesala del despido de los trabajadores. Con esta política se alejaba de forma definitiva al trabajador del ámbito de trabajo. Se debía elegir entre diversos cursos de capacitación, tales como computación, ingles, electricista, etc., afrontando la empresa todos los gastos requeridos. Los cursos duraban aproximadamente un año y durante este periodo se percibía normalmente el salario y los beneficios sociales, como si se encontrara en el puesto de trabajo. Contrariamente al sentido común de amplios sectores de la sociedad, que sostienen que un trabajador no quiere trabajar, estar haciendo un curso, cobrando un salario sin realizar sus funciones en su trabajo, causa profunda incertidumbre respecto de porvenir laboral. Asimismo, se trataba de oficios y cursos que no reflejaban una capacitación orientada a las exigencias de un mercado de trabajo con altísimos niveles de desocupación.
“Los cursos fueron la estafa más grande que tuvimos. Nos querían capacitar en los famosos cursos para que estuviéramos preparados para el trabajo. Toda una mentira. El curso era para ablandarte, te daban un año y te despedían.”
(Ex trabajador de YPF, Comodoro Rivadavia).
Los emprendimientos, otra estrategia de despido, también fueron una salida para los trabajadores, frente a la inminente reestructuración de la empresa. El personal cesanteado de YPF, incentivado por la empresa y el sindicato SUPE, se organizó tomando distintas formas jurídicas -sociedades anónimas, cooperativas o SRL- para ofrecer el mismo trabajo/servicio que antes hacían desde el interior de la empresa, ahora como personal tercerizado. En un principio, YPF les aseguraba una contratación de dos años para luego ingresar en la ley de la “libre competencia”. Pasado el tiempo estipulado de contratación, estos emprendimientos quedaron en su mayoría sin efecto, ya que debieron participar en procesos licitatorios con empresas históricas como Tecpetrol -Techint-, Perez Companc, Pan American Energy -grupo Bulgueroni hermanos-, entre otras. En cada negociación, los grupos económicos fueron ganando las licitaciones y cada uno de los trabajadores, "dueños de emprendimientos", fueron chocando con la realidad de una nueva pérdida.
“¿Sabes que fue eso? Engaña pichanga fue eso. Porque le daban la opción, pero qué pasa ¿con quien tenés que competir? Con empresas multinacionales, que van a poner, listo y se terminó”.
(Relato de ex trabajador, Refinería La Plata)
La pérdida traumática del trabajo implicó para los petroleros no solamente la ruptura y/o pérdida de la relación de dependencia con la empresa, sino también del marco de referencia del colectivo de trabajo que otorgaba sentido tanto a los trabajadores como a sus familias. Era dentro de este proceso que la “familia ypefeana” proyectaba su vida y sus expectativas. La privatización cambió de forma abrupta y traumática este universo de significados e impuso en el centro de la escena la pérdida y, como única alternativa, la salida individual a una problemática colectiva.
* Doctor en Ciencias Antropológicas. Investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET). Docente en Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Forma parte del Grupo de Antropología del Trabajo. Autor del libro “Cadenas de oro negro en el esplendor y ocaso de YPF”