El Riachuelo: "Habría que hacer un censo patrimonial de la cuenca y ponerlo en valor"

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El Riachuelo: "Habría que hacer un censo patrimonial de la cuenca y ponerlo en valor"

04 Diciembre 2019

Por Adrián Dubinsky

Antolín Magallanes es un hombre de la ciudad, un porteño, pero como tal, es un hombre que se niega a estar de espaldas al río, y además se niega a desconocer el valor de las cuencas hídricas porteñas y bonaerenses. Más allá de su acendrada defensa ambiental, también es un hombre práctico que se mancha con el barro de la política cuando hay que dar la cara para gestionar lo difícil, lo complicado. En ese sentido fue Vicepresidente Ejecutivo de ACUMAR (Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo) entre 2012 y 2015. En una charla con más meandros que el Riachuelo original, habló de las posibilidades ecológicas de la ciudad y un destino posible para toda la cuenca que, hasta ahora, vivió de espaldas a los porteños y bonaerenses. A continuación, la segunda parte. (La primera parte de la nota se puede leer aquí).
 

Agencia Paco Urondo: ¿El Estado puede intimar a quienes hayan contaminado? ¿Puede exigir una indemnización? 

Antolín Magallanes: No. No puede pedir indemnización, pero si puede controlar, multar, clausurar. Todas las industrias se tienen que someter a un plan de readecuación con un período de gracia determinado para reconvertirse, dependiendo de la envergadura de esa reconversión la cantidad de tiempo que tienen para hacerlo. 

APU: ¿Qué hizo el Estado para remediar los problemas existentes?

A.M.: Lo primero que hizo fue el inició del Colector Margen Izquierdo: un conducto que va hasta una planta de tratamiento cloacal. El sur de la ciudad no tiene cloacales y todo va al Riachuelo. El 70% de la contaminación actual es de origen cloacal, proviene de los millones de baños del sur que van directo al río. Ese colector aún se está haciendo, y una vez terminado el agua va a llegar al Río de la Plata tratada. 
Hay algunas políticas de Estado que, a pesar del cambio de Gobierno, se siguieron realizando, una es la que mencioné, la otra es la planta de ACUBA, en Lanús. Un polo de curtiembres se avino a la ley, se puso de acuerdo sobre en qué lugar debían hacerlo y allí se instaló una planta en la cual vierten y tratan los desperdicios. La otra gran obra es el traslado del Mercado de Hacienda de Liniers. 
Todo ese proceso que falta realizar no debería tardar más que cuatro o cinco años en terminarse. Una vez hecho eso, se puede pensar en un control más férreo de la industria y la incentivación para que se radiquen industrias limpias. En algunos lugares eso comenzó a hacerse. Un ejemplo es la radicación de cervecerías en Avellaneda. Aquí confluyen las ventajas de estas zonas, que tiene que ver con la gran cantidad de espacio fabril ocioso, y la necesidad de generar trabajo en una zona donde viven 4 millones de personas.

APU: ¿Qué cambios hubo durante el gobierno de Mauricio Macri?

A.M.:  Me parece que hay algunas continuidades que estuvieron bien, pero hay una carencia absoluta de una mirada social. Si bien se siguieron con el Colector Margen Izquierdo, ACUBA y el traslado del Mercado de Hacienda, aún falta relocalizar a las viviendas de los márgenes del río y solucionar las inundaciones en la cuenca media-alta (Merlo, La Matanza). Un ejemplo que demuestra la anomia de ACUMAR es la falta de realización de la Autopista Perón, que iba a circunvalar el tercer anillo del conurbano. Esa autopista generaría grandes reservorios inundables y ello hubiese evitado las inundaciones recientes. No se inició la obra y eso se sigue anegando. Y cuando esa zona se inunda comienza a verse otra falencia: antes, como para contener esos desbordes hasta que se construyese la autopista, se contaba con los trailers sanitarios. En 2016, mediante el decreto 336/2016 Macri dio de baja el contrato de 480 empleados de la Dirección General de Salud Ambiental de la ACUMAR y la población dejó de tener acceso a las Unidades Sanitarias Móviles y Fijas con atención primaria de salud, más los operativos de zoonosis y vacunación que allí se realizaban. Y, además, se desconocé el paradero de esos trailers.

APU: ¿Los controles aún funcionan?

A.M.: A nivel técnico funciona. Yo confío en los técnicos de ACUMAR. El problema es la conducción. En ACUMAR no hubo una buena conducción, además de que hubo un continuo recambio de autoridades: desde un negacionista que tuvo que renunciar por su defensa de la dictadura, pasando por Gladys González, cuya única acción fue utilizar el espacio como trampolín para lanzar su candidatura a senadora, luego estuvo en manos de Bergman, que se lo sacó de encima por inepto, y hoy depende del Ministerio de Interior. 

APU: ¿Qué debería hacer la próxima gestión de ACUMAR?

A.M: Primero continuar con aquellas políticas que están sin cumplir y que son políticas de Estado, como por ejemplo el Colector Margen Izquierdo que mencioné, la plena utilización de ACUBA, el traslado del Mercado de Hacienda y la relocalización de las familias que viven en las orillas. Otro aspecto que debería recuperarse es la cuestión patrimonial. La gestión anterior les dejó arreglado y funcionando el puente transbordador de La Boca y no solo no lo usan, sino que lo dejaron abandonado. Por otro lado, dijeron que iban a recuperar la Barraca Peña y ahí está el resultado: no han hecho nada. La próxima gestión de ACUMAR también debería atender las cuestiones patrimoniales, la recuperación simbólica del río. El tema del Patrimonio no es menor. Habría que hacer un censo patrimonial de la cuenca y ponerlo en valor. Vos ves el puente y sabés que estás en Bs. As. Al tema hay que tratarlo, también, desde un aspecto patriótico, de conformación de identidad. 

APU: ¿Es posible pensar en el Riachuelo como se piensa en los ríos de Europa como el Sena o el Támesis, totalmente integrados a la ciudad?

A.M.: Vos nombraste algunos ríos europeos y eso nos lleva a un ejemplo interesante. Si vos me preguntas si vas a poder tomar agua del río te digo que no, pero eso no pasa ni en el Támesis, ni en el Rin, ni en el Sena, que llevó como 35 años recuperarlo y con un presupuesto del primer mundo. El caso del Támesis es emblemático. Alguien ve el parlamento, el Big Ben, la Torre de los Ingleses, el Puente y sabe que eso es Londres. Allí, en algún momento tuvieron que suspender las sesiones del parlamento por los olores. Pero eso pasó con todos los ríos que atravesaron la Revolución industrial: por donde pasó el proceso industrial dejó un río contaminado. En Inglaterra, en el año 1952 hubo una catástrofe que mató a más de doce mil personas. Debido a la utilización de carbón de coque, se generó una cantidad de humo pesado que, sumado a la niebla, dieron origen al smog (una mezcla de las palabras inglesas smoke -humo- y fog -niebla-). Ese fenómeno, llamado la Gran Niebla, fue letal y determinante para que las autoridades tuvieran que atender el tema, y hoy, el Támesis, es un río que, si bien aún recibe contaminación, está plagado de vida animal y es navegable, se utiliza. Si desde el Estado se hace lo correcto, luego la naturaleza hace su trabajo, y bien podríamos tener un río como los que mencionás.

Lo que hay que definir es que proyecto de río queremos. Podrás usarlo incluso para que tenga peces, y tiene peces, pero tomar agua es otra cosa. Está bien que subamos permanentemente la vara, pero debemos pensar en un proyecto integral para toda la cuenca. Por ejemplo, más allá que esté de acuerdo o no con lo que se hizo en Puerto Madero, la zona era un puerto fallido, alguien llevó un proyecto y lo llevaron a cabo. La pregunta es qué hacemos en el Riachuelo y cómo elaboramos un espacio integral con educación salud, trabajo, ecología, como espacio de transporte público, de disfrute dominical, como área de deportes y socialmente equilibrado. Lo que tenemos que pensar es si el Riachuelo sigue siendo la fosa del palacio o será el lugar de integración del área metropolitana de Buenos Aires, del AMBA. Hay que trabajar esas ideas y soñar un nuevo río.