La inteligencia es nuestra

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La inteligencia es nuestra

19 Julio 2016

Si el veinte fue el siglo de la conciencia y el lenguaje, el veintiuno es el de la información. Nos muestran las novelas de espionaje cómo obtenía información el agente en una noche de gala, conversando con la mujer de un empresario. El escenario la guerra, tanto sea la primera, como la segunda,  y en las dos la información jugando un papel fundamental. La radio estaba al servicio de la guerra psicológica, que le dicen. Asunto sobre el que Ramón Carrillo dio un curso en la Escuela de Altos Estudios militar, aspecto sobre el que también hizo mención John William Cooke en sus “Apuntes para la militancia”. La información hace a la guerra, como a los negocios. Para comprensión de la mayoría, esto es mucho más fácil plantearlo hoy, después de Snowden, cuando a ninguna persona con teléfono celular o acceso a internet se le ocurriría pensar que las empresas no usan la información que tienen de ellas.

El libro "La Orquesta roja”, de Gilles Perrault, cuenta la vida del espía soviético conocido como Leopold Trepper, Lejd Domb era su verdadero nombre. Allí puede verse cuál era la información que le interesaba a los soviéticos y por qué. En la guerra, y la política es la continuación de la guerra por otros medios, se trata de acabar con los recursos de los enemigos y Lejd Domb, disfrazado de Leopold Trepper, era proveedor de las fuerzas nazis, por lo que tenía información sobre el movimiento de sus recursos, a partir de lo que compraban obtenían información sobre sus necesidades, el acceso al mercado negro les permitía obtener información a cambio de la humillación de la gente, cuando no para acceder a las fiestas en las que se consigue conversar con la mujer de un empresario y saber qué está pensando el marido, en medio de que se cierra una operación millonaria.

¿La diferencia entre esto y aquello? Hoy la información se obtiene a la luz del día, ya no es necesario ocultarse. El Pentágono, como podemos ver, tiene agujerito y el australiano entró. Y Chelsea Manning sacó y Snowden también. Y compartieron. Ya no los necesitamos. No necesitamos espías. Si igual van a seguir vendiendo la información, se conocen las direcciones de las bases, es cuestión de pararse en una esquina para saber quiénes son. Piedra libre. Por eso filtraron los nombres de los primeros compañeros que corrieron el riesgo y colaboraron. Pero si es como dice Marcelo Saín (y yo comparto), que lo que se necesitan son personas que se pongan a relacionar datos, hechos y a partir de ahí obtener información y transformar eso en conocimiento, no necesitamos a esos muchachos, señores, ya están grandes. No sirven.

¿Suma más un pibe arreglando las computadoras de un juez o un fiscal, la hija sentada en el despacho de la jueza o cinco hackers que puedan acceder a las cinco consultoras transnacionales que trabajan con los balances de las empresas que nos empujan a corridas? Esa información pasa por las manos de los trabajadores, lo que pasa es que no son conscientes de la información que llevan en sus manos, muchas veces. Hitler decía que en una sola cosa los soviéticos eran mejores, en el sistema de inteligencia. El tipo no podía entender cómo conseguían acceder a información que estaba tan adentro. ¿Cómo los trabajadores no vamos a conseguir acceder a esa información si estamos adentro del sistema, tan adentro, que hasta les limpiamos las oficinas?

Los bancos de Luxemburgo mandan los resúmenes por correo, porque los contadores los necesitan en papel, para tocarlos, guardarlos en biblioratos, que terminan en cajas, que pasan a buscar empresas como Iron Mountain y guardan en depósitos por el sur de la ciudad. Los datos están ahí. No solo ahí, claro, hoy los datos están cargados en sistemas informáticos a los que acceden diariamente trabajadores en call centers, cajeros de bancos, recepcionista en un estudio de abogados, la documentación viaja en manos de compañeros motoqueros. ¿Díganme para qué necesitamos entonces a la Agencia Federal de Inteligencia, si encima ahí no están los inteligentes?

Porque se necesitan aparatos de inteligencia militar, es una respuesta lógica y cierta, pero que eso lo tengan las fuerzas de seguridad y las fuerzas militares. Las fuerzas políticas dirigirán la inteligencia de esas fuerzas, pero es responsabilidad de cada fuerza política hacerse de los inteligentes. Nosotros tenemos a Stiusso y ellos a Edward Snowden. Y no es que no tengamos Snowden, abundan las mentes brillantes en Argentina, pero sin dudas no están en ese lugar oscuro. Hediondo. Debe cerrarse.

Los abogados que trabajaban para ellos, seguirán haciendo lo mismo de siempre, indefectiblemente trabajan con información sensible y algunos la comercializan y la seguirán comercializando, independientemente de que siga existiendo la SIDE o no. Macri lo puso a espiar a Palacios porque los grandes empresarios están acostumbrados a la inteligencia empresarial. El servicio de SEPRIN es contratado por empresas. Con los elementos tecnológicos disponibles en el mercado, no son necesarios esos muchachos que se les endurece el cohete por trabajar donde “tunean” autos. Tenemos miles de compañeros mecánicos y que lo van a hacer mejor que ellos, porque lo harían con amor, no para tapar la sombra de la muerte que aún les vemos en los ojos. Ciérrenla. Entramos, vimos y no hay nada que hacer con eso.

Señor Macri, Gustavo Arribas sabe cómo se esconde, será inteligente para eso. Pero le podemos asegurar, no solo nosotros, también los radicales, pregúnteles sino a los que otra vez son los progresistas de la Alianza, que no hay nada bueno que hacer con ellos. Déjelos ir. Déjenlos vivir de cara a la luz, brindaron un servicio al Estado. Nosotros también lo intentamos, tampoco pudimos. Si hay pruebas para juzgarlos, que se los juzgue, que se los condene, y que la sociedad sepa lo que hicieron. Lo que no se pueda saber, no se sabrá y se comprende. Eran un servicio de espionaje, no de inteligencia. Ahora que tenemos el conocimiento y las herramientas tecnológicas, no necesitamos espiarlos. Y los que nos espían nos avisan que van a hacerlo. Aceptamos darles la información.

Cerremos la  Agencia Federal de Inteligencia. Que cada fuerza política se asegure a sus inteligentes que el día que lleguen esas fuerzas al gobierno accederá a los datos que hay en el Estado, los analizará, leerá lo que pueda leer, entenderá lo que pueda entender, y deberá mantener la inteligencia para saber cómo obtener la información que necesita de los lugares por donde la información circula. Nosotros demostramos tener al mejor para eso. Si hasta desencriptaba mensajes y les dijo a los cubanos “che, se te está escapando la tortuga, te la comés por Playa Girón”. Tenemos al mejor periodistas que muestra que al frente de una institución que alberga inteligentes con buena leche, se tiene acceso a la información que nos permita producir el conocimiento que necesitamos para vencerlos, porque a la historia también pasa que el fallo se llamó CELS. Fue con mucha inteligencia que pudimos ganarles. Fue con mucha inteligencia que pudimos encontrar a los nietos. Y no con la de ustedes. La de ustedes solo sirve para destruir, para saber dónde estábamos para venir a matarnos. Hoy quieren lastimarnos otra vez. No, no queremos saber más nada con esa inteligencia. Abrimos, miramos, y dijimos, es cierto. Están perdidos. La inteligencia es nuestra.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)