La Armada Brancaleone: instituciones, clase política y orden social post-kirchnerista

La Armada Brancaleone: instituciones, clase política y orden social post-kirchnerista

21 Octubre 2016

Una señal clara es cuando vemos discusiones que no le importan a nadie, a nadie. Decime si a tu vecina le importa que este es del bloque del PJ, del peronismo bueno, del peronismo bueno pero no tanto… Cuando vos escuchás sobredimensionadas esas discusiones y debates tanto en el ámbito sindical como el político pasan dos cosas: primero esos dirigentes no se están ocupando de los problemas que tiene la gente; y segundo, el sobredimensionamiento por parte de los medios de esas discusiones son para mostrar una oposición sin vocación de poder y sin vocación de volver a ser gobierno. Cristina Fernández de Kirchner en ATE Capital

En los años previos a la crisis orgánica del 2001 (ese momento en el cual las verdades de las instituciones y su solidez política se disolvió porque no pudieron expresar las necesidades, las prácticas, las tradiciones simbólicas e imaginarias, ni el lenguaje de un pueblo que las sentía completamente ajenas), un sector del movimiento obrero vinculado a los servicios de mensajería comenzó a consolidarse, cruzado por la informalidad y la desregulación estatal, producto, en cierta medida, de la depresión económica que atravesaba la Argentina.

Las contradicciones del Capital hacían que cientos de mensajeros se incorporen al mundo del trabajo, pero llevando papeles de las quiebras o convocatoria de acreedores de las pequeñas, medianas y grandes empresas que fundían todos los días en la Argentina pre-2001. El país que se deshacía era condición de posibilidad del surgimiento de un sindicato de servicios, una asociación de trabajadores y trabajadoras que, al calor de la crisis, conformó lazos de solidaridad de acción y lucha contra el modelo neo-liberal, sin ser incluidos ni contenidos en instancias institucionales.

Los motokeros y motokeras argentinxs fueron protagonistas de las jornadas de resistencia popular del 19 y 20 de diciembre del 2001. Protegieron a las Madres de Plaza de Mayo, enfrentaron a las fuerzas de seguridad, lograron que retrocedan y conquistaron, en la primera línea del frente de batalla, el mote de “Caballería del pueblo”: La Armada Brancaleone.

Ellxs entendían perfectamente que cuando las instituciones no representan los intereses del pueblo, el pueblo debe alzarse contra ellas y contra el Estado, para poder conquistar un nuevo orden social que habilite el surgimiento de un nuevo tipo de institucionalidad. El 2001 pre-kirchnerista fue condición de posibilidad para que surgiera un nuevo orden social, una reconfiguración integral del Estado y un nuevo tipo de instituciones que comprendieran las necesidades específicas del pueblo argentino en ese momento dado de la historia, dejando atrás su anquilosada estructura liberal en lo económico y conservadora en lo social y político (los procesos de ruptura del primer peronismo y el kirchnerismo comparten la misma lógica, aparecen para negar un tipo de institucionalidad pre-existente y configurar una nueva).

No había en los Motokeros instancias de fotos para enviar mensajes a quién sabe quién, o política de la mediación de la “racionalidad” para “garantizar la gobernabilidad”.
Diego Suarez, el “Chino”, un motokero que supo ser protagonista de los días más difíciles del 2001, me lo soltó sin muchas vueltas: “Si las instituciones no dan respuestas, hay que derribarlas para crear otras nuevas. Ellos son la clase política, arreglan por arriba, nosotros, que estamos abajo, no podemos esperar, cuando no hay comida ni trabajo, las fotos y las roscas no sirven para nada”.

Hoy, los sectores del PJ que mencionábamos en otra nota (y, desgraciadamente, también algunos de lxs compañerxs que han decidido sumarse a esa forma de pensar y hacer la política) esgrimen razones como las que Diego plantea como equivocadas. En la frase: “garantizar la gobernabilidad”, puede leerse una intención por resguardar el “institucionalismo”.

La lección que nos deja la Armada Brancaleone es al menos una de las razones por la cual el 2001 no fue “peronista”. Mientras un puñado de dirigentes que se dicen peronistas resguardan las instituciones y “esperan” a conformar una “oposición seria”, una política voraz y agresiva que empuja al hambre a miles de argentinos y argentinas va formando la conciencia de la rebelión popular, pero ya no sin un programa ni un candidato, sino, con la experiencia de los últimos años aún fresca y con una conducción política que (con errores y aciertos) convalidará sus títulos en la primera fila de la línea de combate.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)