Sábados de la bondad, de Bonadío al Papa

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Sábados de la bondad, de Bonadío al Papa

29 Febrero 2016

 

Por Diego Kenis

El séptimo día de la semana resulta clave en el concepto televisivo de la política judicial argentina, que acostumbra entregarnos un capítulo diario y agrega cuotas de suspenso, sorpresa y una bomba de los viernes a las dos de la tarde, última hora en los tribunales. Es algo ya sabido: si hay un fallo a ese cierre, habrá tela para cortar durante dos días en que la mayoría de la gente descansa.

Como señaló en su columna del último domingo de febrero Horacio Verbitsky, el dato consta en la causa judicial prefabricada contra Milagro Sala. Jueces, secretarios y fiscales demostraron capacidad de trabajo ejemplar y, además de violar sus turnos de feria, dedicaron las horas finales de sus viernes y/o sus inhábiles sábados para resolver una ilegítima prisión preventiva en una causa que no revestía urgencia, porque los presuntos delitos se fecharon al menos un año antes.

La costumbre de trabajar más los viernes, que se conoce desde la detención de Diego Maradona el 26 de abril de 1991, se verificó la última semana. Mientras en Bahía Blanca surgía la noticia de la falta de mérito dictada por la Cámara Federal de esa ciudad a favor de Vicente Massot, acusado por delitos de lesa humanidad y tío del jefe de la bancada oficialista en Diputados, de los Tribunales porteños emanaba otra bomba para configurar el Reino del Vesre: la resolución del juez Claudio Bonadío en la causa que abrió por la venta de dólar futuro.

Sin consignar argumentos, el magistrado citó a declarar como imputados a la ex presidenta de la Nación Cristina Fernández, su último ministro de Economía Axel Kicillof y el entonces titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, junto a otra decena de personas.

Tanto Télam como Clarín prometieron en la tarde del mismo viernes “el fallo completo” de Bonadío, pero el archivo sólo tenía tres páginas. No había ningún error de carga. La mínima extensión recuerda las pocas páginas y horas que demandó la destitución del ex presidente paraguayo Fernando Lugo.

Apuro había: al día siguiente se produciría en Roma el esperado encuentro entre el Papa y el presidente Mauricio Macri y para el viernes ya se traslucía el fracaso de la diplomacia vernácula por lograr mejor simpatía vaticana. La urgencia no sólo se plasmó en la extensión del fallo, la carencia de argumentos y la torpe enumeración de imputados, sino sobre todo en otro dato sabatino: a uno de los imputados, German David Feldman (sic), el juez lo citó para un sábado que además es feriado inamovible: el 2 de abril, día en que se rinde homenaje a los veteranos de Malvinas. Tras su manto de neblina/ no las hemos de olvidar, Bonadío.

Diestro en el manejo sutil de la comunicación, el Papa Francesco prefirió que su cara larga saliera en los diarios del domingo. La kermés argentina de los sábados no ganó el Vaticano.