¿Cuál es el camino del peronismo?

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¿Cuál es el camino del peronismo?

28 Julio 2025

El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires para el peronismo termina de evidenciar una crisis sin precedentes. Nunca una metáfora fue tan clara como la de pensar en una fractura expuesta. Duele al verla. Impide caminar. No se sale sin una rehabilitación rigurosa. El planteo de Ofelia Fernández, de ir separados en la elección de octubre, es un efecto lógico de lo que pasa. Más allá de que acordemos o no con la propuesta, el diagnóstico, y podríamos decir, la demanda no puede soslayarse.

Las tensiones entre los distintos sectores del kirchnerismo revelan una dificultad para pensar de cara a la sociedad. Si esta dinámica se traslada a las elecciones presidenciales, el escenario podría asemejarse peligrosamente a lo que fue el Frente de Todos: múltiples tribus, sin dirección común y con un desgaste que debilitó al propio espacio. Algunos le prenden velas a la vuelta de las PASO. Con solo imaginar un reordenamiento de todo el peronismo en los dos meses que separan a una PASO de unas elecciones generales ya estamos viendo el caos y el vacío de propuestas.

Hoy la consigna de la campaña acierta en su sinceridad: “juntar fuerzas”. No se puede pedir mucho más, pero también es la tarea que propuso la dirigencia hoy: juntar fuerzas, para enfrentar al Milei, pero también medir la fuerza mirando al futuro. Poner un freno al gobierno y contar las monedas en casa. Sin embargo, es muy difícil luchar en un presente sin trazar un horizonte. De nuevo, para qué hacer una eterna rehabilitación si no sabemos que en el futuro vamos a caminar.

La interna

La crisis del peronismo es integral, no sólo de liderazgo, sino también de ideas, de conexión con la sociedad. Hoy parece incapaz de pensar más allá de una resistencia. La propuesta de Ofelia parte de ese lugar. Si hay competencia no sólo se dirimirán liderazgos, sino que estos deberán seducir al electorado y para esto deberán pensar propuesta que conecten. Parece complejo hacerlo en octubre cuando todavía se está desarrollando la campaña de la provincia de Buenos Aires. De hecho, el cierre de listas para las elecciones nacionales de octubre se realizarán antes de que se realicen las elecciones bonaerenses. Sin embargo, parece evidente que algo que hacer. Si estas elecciones no son un fin de ciclo, será una triste agonía.

Antes de la existencia de las PASO, desde la recuperación democrática hubo dos experiencias de resolución de liderazgos -y en menor medida de proyectos políticos- que vale la pena rememorar. Por un lado, la interna Menem-Cafiero en 1988. Una interna partidaria, un año antes de las elecciones presidenciales. Dada la crisis inflacionaria del gobierno de Alfonsín, la interna peronista no requería un plan de gobierno, sino la capacidad de seducción de los liderazgos y de estructuración de la fuerza interna. La ganó el caudillo del interior y fue presidente al año siguiente. El segundo caso fue la interna de la Alianza, que reunía a las principales fuerzas opositoras al menemismo, el radicalismo y el FREPASO. En este caso fue una interna abierta, podía votar quien quisiera. Ganó Fernando De la Rúa sobre Graciela Fernández Meijide en 1998. Un año después, De la Rúa sería electo presidente.

En ambos casos, la interna no sólo logró resolver el liderazgo opositor, sino que posicionó al candidato para ser el próximo presidente del país. Lo puso en el centro de la escena, reordenó la fuerza interna con suficiente tiempo y unificó la campaña presidencial con un liderazgo legitimado.

El horizonte

Aunque el calendario marque una elección de medio término, la mirada está puesta en un objetivo mayor: construir una campaña que pueda disputar con Javier Milei en 2027. Pero el problema es estructural. Años de un peronismo con poder vinculado al Estado dejaron como herencia una maquinaria con demasiadas estructuras y actores demandando espacios de poder que ya no existen. El reparto es imposible sin una redefinición profunda: hace falta un nuevo ordenamiento que consagre ganadores y perdedores claros, para que el espacio pueda iniciar una nueva etapa.

Una interna abierta, en este contexto, ofrecería dos ventajas. Primero, permitiría a cada sector presentar una propuesta política y de gobierno, algo que el Frente de Todos nunca logró articular de forma coherente. Segundo, podría ser una instancia para construir puentes con actores ajenos al peronismo, ampliando la base opositora. ¿Por qué no pensar una interna amplia que permita participar no sólo al axelismo, al cristinismo, sino también a Massa, a Grabois y hasta a Schiaretti u otro gobernador del interior?

Si esta competencia se concretara durante el 2026, el peronismo podría encarar 2027 con una oposición reconstruida, con una conducción legítima y una propuesta política clara para la sociedad. La urgencia de hoy es hacer campaña, pero la responsabilidad política exige algo más: imaginar una salida al laberinto actual. El cierre de listas bonaerense no aporta ninguna clave en esa dirección. Por esto, incluso para ir a votar en estas legislativas, la parte de la sociedad que rechaza la destrucción libertaria, debe poder vislumbrar, percibir, un horizonte distinto al que muestra hoy la dirigencia. No sólo votar a quien se opone a Milei, sino elegir un candidato que exprese una idea, para ordenar, dar legitimidad y horizonte diferente.