Votar Anti

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    Elecciones 2025
    La hora de las urnas.
Crónicas del abismo

Votar Anti

14 Octubre 2025

A doce días de las elecciones, persiste en la Argentina la incógnita de cuánto impactará la seguidilla de manifestaciones nítidas de la esencia del elenco estable. Tuvieron su más dramática comprobación en Córdoba, donde la promoción de un machismo violento y sin pudores pasó de los tuits a los hechos. 

El Gobierno y sus aledaños no pueden protestar una utilización política de los horribles crímenes, que de existir sería repudiable: la mera descripción del protagonista y sus antecedentes lo coloca en la órbita del discurso que el conglomerado derechista avaló, desde una lógica tan confusa como claramente direccionada. 

Alcanza con decir que se pretenden liberales, mientras el campo popular insólitamente les obsequia el término “libertarios”. En rigor, no ingresan en ninguna categoría política con un mínimo conjunto ordenado de ideas. No hace falta enaltecerlos desde el desconocimiento de la historia nacional.  

Mientras tanto, 

  • el ministro de Economía viajó a Estados Unidos a rascar un nuevo y fugaz salvavidas, que en el mejor de los casos postergará otra devaluación y protegerá activos yanquis listos para huir;
  • una candidata anarcocapitalista por la Capital Federal vio reaparecer viejas publicaciones en que -entre otras lindezas- renegaba de la soberanía argentina sobre las islas del Atlántico Sur;
  • la principal postulante oficial en la lista bonaerense pretendió mostrar una contradicción entre el feminismo al que adhiere parte del universo opositor y el cuestionamiento hacia el uso artístico y político del apellido de su madre, sin advertir que mientras tanto su partido trataba de colocar en su lugar a un hombre; y
  • una candidata correntina señaló el deficiente control de las fronteras, tarea que compete al Ministerio de Seguridad que en seis de los últimos diez años encabezó Patricia Bullrich.  

Atrás en la serie quedaron los capítulos de la estafa cripto, las coimas y los viajes en avión del renunciante primer candidato por la provincia de Buenos Aires. La fugacidad de los escándalos en la portada de la agenda pública marca sus espesores reales. 

Aunque todo permanezca en conjugación potencial hasta el atardecer del domingo 26, existe la posibilidad de que esos hechos incidan en el resultado. En épocas de mayor cordura colectiva, lo habrían hecho. 

No sucede lo mismo -ni en otros tiempos, ni ahora- con el programa económico, que no recibe una atención proporcional a su preeminencia entre los daños ocasionados por el experimento en curso. El deliberado yugo de la deuda ha colocado nuevamente a la población en claudicación pagadora de la fuga de capitales especulativos, que otra vez se retiran sin dejar más que desolación. El esquema se completa con la panacea fiscal, que desiste de gravar la especulación cambiaria y restringe los programas de medicamentos para adultos mayores a los que, en parte, el tributo financiaba. 

Si los resultados confirman encuestas preelectorales y sondeos de imagen, se habrá consolidado nuevamente el voto Anti. Similar, aunque no igual, al repetido llamado proselitista: ponerle un límite o freno a Javier Milei. 

Todavía resta que aparezca un programa que, más allá del diferencial de preparación de candidatos y candidatas, exprese un horizonte que ilusione. Una síntesis que evite repetir la experiencia del gobierno de Alberto Fernández, que hizo de la indecisión una forma de decidir. 

La confluencia del voto Anti con la nostalgia y la identidad puede ofrecer una ventaja táctica, un resultado electoral que restituya las oportunidades, incluso que logre el objetivo de impedir el avance de los retrocesos. 

Pero conviene no olvidar que en ese escenario continuará pendiente una definición estratégica, cuyos trazos no podrán ignorar los pesados condicionamientos que penden sobre la economía argentina. Por ende, sobre su soberanía en cualquier plano. Con la deuda en primer término, pero también contando las concesiones entreguistas sobre los recursos naturales y una sociedad en que las nuevas generaciones no tienen perspectiva de empleo registrado en el presente, ni de vivienda propia o jubilación en el futuro. 

En ese punto, no alcanza con emitir ni recibir un voto Anti. Lo crítico del escenario requerirá de una síntesis ordenada de ideas, diagnósticos y propuestas. Si el péndulo retorna de su excursión a lo extremo y patético, para eludir su aceleración probablemente sean necesarias dosis de audacia a las que estamos algo desacostumbrados.