Rechazó la lucha y se quedó sin honor

Rechazó la lucha y se quedó sin honor

19 Junio 2015

Por Santiago Gómez

El rechazo de Florencio Randazzo a la candidatura a gobernador por la provincia de Buenos Aires, refleja, junto con la candidatura de Daniel Scioli, los efectos de sesenta años de inyección mediática en el imaginario social argentino, instalando lo “políticamente correcto” como el bien social. En la carta pública que el ministro dirigió a la Presidenta, usó la necesidad de "coherencia" como argumento, y resaltó su incapacidad para borrar con el codo lo que escribieron los diarios.

El hasta ayer pre candidato a la presidencia por el Frente Para la Victoria (FpV), consideró un cargo menor la gobernación de la provincia más importante del país. Quien demostró capacidad en la modernización del Estado y otorgó agilidad a las respuestas administrativas, se negó a realizar su aporte militante en el distrito que más pesa, al quedar enceguecido por sus ambiciones.

No es el primer peronista que intenta un proyecto personal más allá de su líder y sabemos cómo les fue a los que lo intentaron. Debió aprender de su contrincante, quien entendió que fuera del Movimiento no era nadie.

Las palabras y las cosas como son

Quien se mostraba como la garantía de la "pureza K", demostró estar más preocupado por su imagen individual, más allá del gobierno de Cristina Fernández, que por enfrentar la adversidad junto a sus compañeros. Parecen que los vientos puritanos que soplan en la ciudad de Buenos Aires llegaron hasta el despacho del ministro. “Soy un hombre de palabra”, le escribió Randazzo a la Presidenta, para explicar su decisión, ya que había hecho público que si no era candidato a presidente no se postulaba a ningún cargo.

No era muy difícil para un militante argumentar el cambio de decisión. “Mi preocupación era la continuidad del rumbo, con Zannini en la fórmula no tengo de qué preocuparme. La Presidenta consideró que podía aportar con mi experiencia en la provincia de Buenos Aires y yo voy donde los compañeros consideren que puedo hacer un aporte”.

Sin embargo, Randazzo optó por darle de comer a la oposición, para que salieran a decir que ¡al fin! aparecía un peronista coherente; oposición que se niega una y otra vez a reconocer las contradicciones que ellos aportan a la política.

El valor de la palabra de Randazzo se obtiene al recordar que dos días atrás escribía en las redes sociales que él era un soldado. Soldado bastante particular, que después no cumple con lo que se le pide.

Al renunciar a la candidatura a gobernador, Randazzo no renunció al honor que la Presidenta le otorgó, sino a la lucha por la transformación del Estado provincial. La implementación de soluciones informáticas, como se hizo con los documentos, sería un valioso aporte a la ciudadanía bonaerense, que padece demoras para resolver sus conflictos, a causa de las distancias con una gestión centralizada en la ciudad de La Plata. Una aceptación por parte de Randazzo, hubiese significado el correspondiente desplazamiento de los otros candidatos y anular la posibilidad de que en un próximo gobierno la Policía Bonaerense dependa de quien tenía a su cargo la Policía Federal cuando fueron los incidentes del Parque Indoamericano. Sin embargo, Randazzo puso sus ambiciones personales por sobre el interés colectivo y rechazó el ofrecimiento. La prisa es enemiga de las construcciones y la ambición una fuente de ceguera.

La fuerza no es personal

La carta de Randazzo materializa su errada conceptualización del momento histórico que el país atraviesa. Se equivoca el ministro al sobrevalorar la gestión sin hacer referencia alguna a la construcción política. Sin fuerza política propia, con capacidad de llenar estadios, no se hubieran podido llevar adelante las transformaciones en el sistema ferroviario. Cuando las canchas las llenaba Moyano, los trenes no se tocaban. Al leer la carta, se observa cómo el ministro pone el acento en las personas, ya sea Néstor, Cristina o Zannini; y hace una sobrevaloración sobre sí mismo, sin hacer referencia alguna a la fuerza política construida que impidió que tanto a Néstor como a Cristina los bajen, para que después se profundizara el rumbo. Randazzo se equivoca al creer que Zannini presidiendo el Senado es la garantía del proyecto. A sesenta años del bombardeo a la Plaza de Mayo queda demostrado que la garantía de los derechos que la ciudadanía conquistó está en la unidad, la organización y la movilización social. La ocupación del espacio público, y no de los cargos, son los que garantizan las conquistas. Basta observar la realidad de Brasil, con las calles vacías y el parlamento votando leyes de flexibilización laboral, para comprobarlo.

Si fuese la coherencia y no la ambición lo que moviliza Randazzo, debió aceptar la propuesta de la Conducción que dice reconocer. Según dijo, buscó que su candidatura “pusiera de manifiesto la idea de continuar con todos y cada uno de los logros. Que representara cabalmente a ese nuevo sujeto social, compuesto por millones de argentinos que hoy tienen nuevos derechos y están dispuestos a defender y profundizar el camino de la transformación y la inclusión”. Anoticiado de que Zannini acompañará a Scioli, no cabía duda alguna que el objetivo de Randazzo estaba garantizado.

Pero además, hay un error conceptual en sus afirmaciones y en ello quisiéramos detenernos.

Es la lógica electoralista la que piensa la política en términos de sujeto social. Sin lugar a dudas que la transformación social de estos últimos doce años acercó la política a millones de sujetos, lo cual les posibilitó participar de fenómenos sociales, ocupar el espacio público, como años atrás no lo hacían. Basta recordar el último 25 de mayo o la manifestación por Ni una menos, para pensar en las decenas de miles de personas que participaron sin estar vinculadas orgánicamente a ninguna fuerza política. Si hubo algo nuevo en estos últimos doce años, no se conjuga en singular, y ahí radica el error del ministro. Por eso Randazo cree que él, su persona, era la garantía, él la representación de la pureza, y pierden valor sus palabras después de haberlo escuchado tantas veces decir que el candidato era el proyecto.

La historia y las anécdotas.

El poder lleva a los hombres a considerarse más de lo que son, y eso explica que Randazzo se iguale a la Presidenta en la carta, al referirse a “los millones que confiaron en nosotros”. La confianza de la mayoría de la población recae en Cristina Fernández y por transitividad es la imagen que entre unos pocos pueda tener Randazzo, en su mayoría bonaerense y a los que se negó a representar. Imagen que la ciudadanía se construyó por haber cumplido con las órdenes de la Presidenta. Sin embargo, el ministro parece más preocupado por el lugar que va a ocupar en la historia. Se tomó el tiempo de comparar los años que hace que está en el ministerio del interior, con todos los ministros que hubo al frente de la cartera en los últimos sesenta años y además cree que después del 10 de diciembre va a estar en cada DNI, en cada pasaporte, en cada tren.

El hoy senador Juan Manuel Abal Medina, durante una entrevista en el programa radial de Eduardo Aliverti cuando era Jefe de Gabinete, fue cuestionado por Alcira Argumedo por algún funcionario procesado y alguna denuncia de corrupción. Abal Medina hizo una división entre lo que hace historia y lo que solo son anécdotas. El razonamiento de quien acompañó a Néstor Kirchner en la UNASUR, sostiene que a la historia pasa la nacionalización de las AFJP y no la causa Ciccone. A la historia pasó que Perón hizo libre la educación universitaria y la mayoría no sabe el nombre del Ministro de Educación que había en su momento. Lo mismo pasará con las generaciones venideras. Se recordará que fue Cristina la que recuperó los ferrocarriles, la que terminó con el negocio de los documentos, y los jóvenes tendrán que ir a buscar a internet si quieren saber quién era el ministro que en ese momento estaba a cargo de la cartera del interior y transporte.

Está comprobado que se pueden pasar treinta y cinco años dentro del peronismo, sin haber entendido que primero está la Patria, segundo el Movimiento y por último los hombres. Y que cada uno será dentro del Movimiento lo que la conducción decida.

“¡Venga amigo! Incorpórese usted al Movimiento y será dentro del Movimiento, lo que sus condiciones humanas, mentales y sentimentales tengan allí, en el Movimiento. En la política, lo más estúpido que hay es el que quiere elegir sólo lo que le gusta a él, política es el medio, el fin es llegar al gobierno, todo ese medio es un proceso cuantitativo, porque en la cantidad, el voto del bueno, del malo, del rico, del pobre, del sabio, del ignorante, en la urna, vale uno, lo que hay que hacer, hay que llenar las urnas, lógicamente ha de tomar a todos, buenos, malos, ricos, pobres e ignorantes, el que solamente quiere tomar los buenos, llega con muy poquitos y con muy poquitos en política no se hace nada”. (Juan Domingo Perón. Revista Envido Nº5. Ediciones Biblioteca Nacional)