Las vallas de la calle Juncal: sitio memorial temporario

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    La militancia apoyó a Cristina
    Foto: Daniela Amdan
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Las vallas de la calle Juncal: sitio memorial temporario

31 Agosto 2022

Comienzo por el final. A un costado de la calle Juncal, se encontraba una oruga de metal plegada sobre sí misma que antes había sido una amplia mariposa de alas abarcadoras. Una mariposa que sufrió una metamorfosis invertida. Me refiero a las vallas, de alas negras. Hace unas horas, sus amplias alas tapaban el acceso a la calle; ahora no era más que una especie de larva, inútil para remontar el vuelo.

Mutilada de su función vital, esa —ahora— inservible oruga, decoraba la calle. Uno diría que se trataba de un cuerpo difunto, de algo ya sin razón de ser: pero sobre el metálico cuerpo hombres y mujeres se subían para sacarse fotos, renovándole el sentido a un objeto que había perdido su utilidad. Pero ¿cuál fue su utilidad? Impedir el paso, afectar el acceso, negar a los cuerpos. Eso, ¿no?

Sería la respuesta más evidente, tomando en cuenta el plano físico del asunto. Pero, ¿cómo explicaríamos esa actitud humana si se trata de un cacho de metal? Precisamente, su utilidad fundamental siempre se dio en sentido simbólico.

Primero, alejar lo más posible a los manifestantes de la casa de Cristina. Idea que tuvo el Gobierno de la Ciudad luego de la llegada de simpatizantes, porque tiempo atrás donde esa zona era habitual para quienes deseaban transmitirle odio, no se pensó ninguna valla. El objetivo era evitar la siempre peligrosa alquimia entre el pueblo y su conductora.

En segundo lugar, la metamorfosis simbólica de las vallas en una especie de sitio memorial: este tema de la mariposa vuelta oruga. El objeto —las vallas— seguía siendo el mismo, pero ya no como dispositivo para negar el acceso, sino como plataforma donde los cuerpos podían pararse. Y ahí encima, un símbolo que era propiedad de la policía, del Gobierno de la Ciudad, de Larreta y del antiperonismo, fue apropiado.

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Vallas en las inmediaciones de la casa de Cristina
Foto: Ezequiel Morales
“'No importa si es culpable o inocente' enunció Adrián Ventura, periodista de TN"

La captura del símbolo, la captura del significado “las vallas”, perdía su lugar de garante de la distancia (entre aquella mujer y el pueblo), para volverse ícono de una victoria. De ser un simple artefacto, viró a un sitio de memoria que resumía de manera ejemplar lo ocurrido. La parte por el todo, metonimia del 27 de agosto de 2022. Al amanecer de ese día la cuadra había despertado sitiada, y al anochecer, las vallas se habían vuelto inútiles y memoriosas.

La memoria no se reducía a lo de aquella fecha, sino que se remontaba a otro tiempo: la cuadra negada por el vallado, desde la Plaza Vicente López y Planes hasta la casa de Cristina, remitía a la distancia de Argentina a Puerta de Hierro, en aquel tiempo de proscripción a Perón. El fiscal Luciani, con su amenaza de inhabilitación a la vicepresidenta, y luego la colocación de las vallas, planteando esa cuadra infinita, olían a una intención que la historia ya había manifestado.

Este trayecto estaba más impregnado por un valor simbólico que por la posibilidad de daños físicos. El ejemplo cúlmine de este drama es la negación a Máximo Kirchner de pasar. “La concha de tu madre vas a pasar” le gritó un policía que filmaba mientras sus compañeros uniformados lo golpeaban, porque no importaba los disturbios que podría ocasionar, sino el acceso a esa zona sensible donde un sector había plantado bandera.

Se trataba de una puja territorial entre quienes deseaban alcanzar sus gritos de apoyo y quienes recibían la orden de mantener la “paz social” (para que detrás desfilen las fuerzas de la injusticia sin que nadie alce la voz). La oruga de vallas narraba todo eso, plegada y en una posición física y simbólicamente nueva; esa síntesis se llevaban los celulares en sus fotos y selfies.

Juncal era una calle humedecida. Los charcos eran los vestigios de una lluvia en horizontal. Me refiero al agua proyectada por el camión hidrante, quien había trastornado el clima del ecosistema social. La manifestación podría haber sido, solamente, lo que terminó siendo luego de la represión: un acto de amor y de lealtad; un ritual de cánticos, bombos y choripanes.

Todo termina tratándose de vallas. Si no es esta metálica y empírica, es una construida por un mosaico de conceptos ensamblados para enfurecer a las personas sin fundamento: José Lopez, bolsos, Lázaro Báez, asociación ilícita, chorra, etc. Y esta, aunque no impide el paso físicamente, expresa una barrera que niega el acceso a la verdad que se encuentra detrás: la necesidad de proscribir al peronismo.

No importa si es culpable o inocente” enunció Adrián Ventura, periodista de TN, evidenciando con sus palabras esta barrera discursiva cuyo objetivo es afectar los sentimientos de las personas, sin importar la veracidad de las acusaciones. Porque, aunque miles de especialistas digan que el proceso judicial es paupérrimo, eso no importa, el objetivo siempre será, ayer y hoy: “che, estos peronistas son unos negros de mierda”.