La máquina de hacer chorizos de Esteban Bullrich

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La máquina de hacer chorizos de Esteban Bullrich

17 Octubre 2016

Por Esther Levy*

El Ministro de Educación Esteban Bullrich, quien  ha mostrado serias dificultades para entablar dialogo con los docentes y con los trabajadores de su ministerio cerrando las negociaciones paritarias, bajando cuadros y echando trabajadores por teléfono, en estos dias nos sorprendió por su locuacidad para expresar sus prejuicios sobre el sistema educativo. Esto lo hizo en el coloquio de IDEA y en el Foro de Inversión y Negocios de Argentina (FINA) donde su postura estigmatizante fue rotunda. El funcionario sostuvo que que el sistema educativo no sirve y lo comparó con una maquina de hacer chorizos, planteó que los que hay que hacer es una nueva Campaña al desierto sin espadas pero con educación, comparo a la educación nada menos que con un Ford Falcon con todo lo que ello significa en la historia reciente del pais. La lista de declaraciones continúa con ese tenor poco feliz.

También habló sobre la relacion entre el sistema educativo y el mundo productivo expresando de forma muy transparente su coincidencia con el pensamiento de los empresarios. Bullrich, sin sonrojarse  enfatiza el peso que le otorga a la economia sobre la educación, al mercado sobre el Estado, a las mercancías sobre los derechos. Cuando el sector empresarial le reclama al sistema educativo que forme trabajadores a su medida, esto es en perfiles específicos, flexibles y disciplinados (con cultura del trabajo, dicen ellos), uno puede no coincidir en absoluto pero si puede contextualizarlo en las demandas del mercado al Estado para abaratar costos. Podemos decir incluso que es una paradoja del neoliberalismo: pedir la intervención estatal.  Lo que nos debe alarmar es cuando el Estado a través del Ministro de Educación le da la razon al mercado denigrando al sistema educativo, a los estudiantes y docentes, haciendo la triste comparación con una “maquina de hacer chorizos que no forma cerebros”. Ademas de mostrar desconocimiento sobre lo que sucede en las aulas de la escuela pública, el Ministro no sabe que el proceso de aprendizaje lleva otros tiempos que los de la economía y que la competencia y la eficiencia son concepciones importadas desde la la empresa al campo educativo donde se plasmaron en recetas que ya fracasaron. Hay que recordarle, ademas, al Ministro que las decisiones económicas son siempre, pero siempre, decisiones políticas y que ese es el rol del gobierno: tomar decisiones que garanticen el ejercicio efectivo de los derechos a la educación y al trabajo, por ejemplo.

Por otro lado la pregunta es ¿Formar cerebros para qué? Sin idealizar lo que pasa en las escuelas, esto es sabiendo que no todo funciona como quisiéramos o que los docentes no piensan todos de la misma manera, sostenemos que el sistema educativo tiene objetivos que no se reducen a la formacion de trabajadores, sino que éste es un objetivo más. La escuela tiene como horizonte formar ciudadanos conocedores de sus derechos y con pensamiento autónomo y crítico para entender como funciona el sistema de producción en el que el estudiante se va a insertar, si es que consigue un puesto de trabajo. Estamos hablando de la formación integral del trabajador como ciudadano que puede cuestionar las injusticias que la economía presenta como “un devenir inevitable”, siempre para el trabajador.

Por ultimo, cuando el Ministro hace referencia a que los planes sociales no mejoran las condiciones de vida y educativas de los pibes porque usan la plata para comprar balas, se me ocurren algunas reflexiones. Por un lado, si el Ministro no se enteró que  gracias a la AUH, el Progresar y las Becas de la SPU, entre otras medidas de inclusión socioeducativa les permitieron a muchisimos jóvenes convertirse en primera generación de estudiantes universitarios, necesita urgentemente nuevos asesores. En segundo lugar, todos los dias somos testigos obligados (cuando los medios lo reflejan) de cómo las balas pagadas por el Estado matan a los pibes de los barrios más humildes, aquellos que no consiguen trabajo y que,  por ser pobres, seguro que son delincuentes. Sin embargo, el Ministro sostiene que son ellos los que compran las balas con la plata de los planes sociales.

Finalmente, seria importante que esta capacidad de reflexión y diálogo que el Ministro tiene con los empresarios la pueda desarrollar tambien con la comunidad educativa cuya única arma es saber enseñar y defender la educación pública para que todos y todas puedan ejercer sus derechos como ciudadanos.

* Dra. en Educación, Docente e Investigadora de la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA.