Bergoglio mira al pasado: ¿Un psiquiatra para los homosexuales?

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Bergoglio mira al pasado: ¿Un psiquiatra para los homosexuales?

28 Agosto 2018

 

Por Paula Bellingeri

Esta semana, el Papa Francisco visitó Irlanda, en el medio de una serie de escándalos, nada nuevos, por encubrimientos de pedofilia en la Iglesia Católica. En esa coyuntura, el primer ministro irlandés, Leo Vadadkar, quien se declaró públicamente como homosexual y lleva adelante políticas públicas a favor de la comunidad LGBTI y de las mujeres, le pidió personalmente al Pontífice “menos palabras y más acciones” en torno a los abusos  perpetrados a menores por miembros de la institución que conduce.

La visita de Jorge Bergoglio fue en todo momento tensa y finalizó mientras se hizo pública una carta explosiva de 11 páginas en donde el ex nuncio del Vaticano lo acusa a Francisco de “encubrir casos de pedofilia” del ex arzobispo de Washington.

Ante la controversia, en el vuelo de regreso a Roma, el Pontífice se negó a responder preguntas en torno al tema, desviando claramente la atención y haciendo especial énfasis a una particular pregunta de una periodista acerca del rol de los padres y las madres en torno a sí los hijos mostraban “tendencias homosexuales”.

Bergoglio respondió: "Nunca diré que el silencio es un remedio. Ignorar a su hijo o hija con tendencias homosexuales es un defecto de paternidad o de maternidad", declaró. Y siguió: "Les diría, en primer lugar, que recen, que no condenen, que dialoguen, entiendan, que den espacio al hijo o a la hija".

Luego, precisó: "Cuando eso se manifiesta desde la infancia, hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría, para ver cómo son las cosas. Otra cosa es cuando eso se manifiesta después de los 20 años". Esas declaraciones generaron un escándalo por el cual el Vaticano decidió, finalmente, retirar esos dichos de un comunicado difundido con posterioridad.  De cualquier modo, Bergoglio volvió a estar en el centro de la tormenta por sus dichos en torno a la comunidad LGBTI (basta recordar sus posicionamientos conservadores contra el matrimonio igualitario).

Dilemas de Francisco

Vale interrogarse sobre la incapacidad del Papa “latinoamericano y progresista”, como suele ser caracterizado con argumentos válidos, para vislumbrar la coyuntura a nivel mundial en torno a la comunidad LGBTI. Francisco no parece estar a la altura del nuevo escenario.

En términos propositivos sería interesante comprender y visibilizar qué sucede con las infancias disidentes y su entorno vincular; acuerdos tácitos y muchas veces castigos restrictivos se activan como dispositivos en la familia tradicional en torno a estas identidades.

En ese marco, los discursos restrictivos de la Iglesia en torno a las libertades sexuales, principalmente hacia la comunidad LGBTI y a la autonomía de lxs cuerpxs, han funcionado como órganos de control a nivel discursivo, en conjunta colaboración con los medios hegemónicos y han creado un imaginario social del que recién en los últimos tiempos nos estamos separando, resignificando y reivindicando política e identitariamente.

El Pontífice apela al diálogo, también de forma misericordiosa pide que no se castigue, cuando estas frases suponen una contradicción. Bajo qué supuestos se apela al diálogo y no al castigo cuando al hacer alusión lxs progenitores, se habla en clave de maternidad y paternidad, en términos de normalización y se acentúa en qué casos claramente estas funciones han tenido defectos, es decir, que el rol binario de madre y padre tienen una función normalizadora y si sus niñes tienen elecciones diferentes a la norma su tarea es un claro fracaso.

Resulta bastante controversial que el Pontífice, conociendo la coyuntura latinoamericana y mundial, no pueda contemplar a las familias monoparentales, ensambladas, homoparentales, entre otras. También es inevitable que se genere la pregunta en torno a la categorización binaria de niñas o niños, algo que también sigue perpetrando el binarismo del género, los roles y estereotipos del mismo; ¿Acaso no podemos hablar de niñes? ¿de infancias trans? ¿de infancias no binaries?

El discurso restrictivo y normalizador de su institución y el imaginario colectivo creado en torno es lo que realmente condena, no las formas de habitar lxs cuerpxs, las identidades y las elecciones sexuales.

Psiquiatría: ¿Aceptación o doctrina?

En torno a las tan poco felices declaraciones me pregunto: ¿A qué ideal de normalización de lxs cuerpos y de las prácticas aboga el máximo Pontífice? "Cuando eso se manifiesta desde la infancia, hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría, para ver cómo son las cosas. Otra cosa es cuando eso se manifiesta después de los 20 años".

La frase, brutal, remite a la homosexualidad como una enfermedad, cuando no a una perversión, un discurso sin rodeos, estigmatizante; un discurso creador de lo heteronormativo ligado a la moral y a los valores contribuyó al etiquetamiento, a la persecución, al encierro, a la mutilación y hasta la muerte de quienes fueron identificadxs como portadorxs de un mal.

Esa es la vieja historia, la que creíamos en cierto modo superada, como parte de un pensamiento restrictivo desactualizado y avasallante de individualidades, un pensamiento materializado, agenciador de cuerpxs y también de deseos.

Hoy esto que pensábamos que formaba parte del pasado se actualiza nuevamente por medio de un mismo discurso que propone una ligazón: homosexualidad = enfermedad. Nos gustaría recordarle a Bergoglio - una vez más - que la Organización Mundial de la Salud desde hace más de una década ha eliminado de su listado a la “homosexualidad” dentro de las enfermedades psiquiátricas.

Haciendo especial énfasis a la frase en la que el Pontífice señala que es otra cosa cuando la homosexualidad se manifiesta luego de los 20 años, nos podríamos preguntar qué es lo que postula para quienes tenemos más de 20 años y sufrimos esta "patología" según sus ideas religiosas.

Teniendo en cuenta las realidades que se vivencian desde la disidencia y los entramados vinculares en torno a la familia tradicional que muchas veces excluye de sus hogares a las personas disidentes, podríamos interpretar que para el Pontífice: ¿Solo nos quedan las instituciones de encierro como los psiquiátricos? ¿Ya no tenemos cura? ¿O que no vale la pena que las familias dialoguen con nosotres, que nos acepten, nos comprendan? Evidentemente esa frase quedó cercada en un interrogante.

Por suerte, cada vez somos más quienes sabemos, muches excluides, que nuestras familias también las hacemos nosotres, desde nuestros entramados políticos y colectivos, que no tenemos una enfermedad, que no estamos confinades a una institución de encierro ni a la patologización ni a la medicalización.

Pero ante estas declaraciones tan desafortunadas nunca está de más abrir el abanico de interrogantes y preguntarnos: ¿Cómo te diste cuenta que sos heterosexual?