Arriba no hay nada

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    Seguidor de Milei disfrazado de león en el cierre de campaña del candidato
    Foto: Noelia Guevara
DEBATE

Arriba no hay nada

30 Noviembre 2023

Si. Este es un texto más de catarsis post electoral. Había intentado ser una reflexión medida previa a las elecciones y ya es tarde. Estamos todos en la misma. Y parece ser que la semi locura es la única vía avalada en este escenario que se nos hace inverosímil, la locura y la media sonrisa mezclada con un par de lágrimas. Porque si seguimos todos serios y pensándonos el reservorio moral de la Nación no vamos a parar de equivocarnos nunca.

Y no, no hablo de un error en el voto. Me refiero a lo que tuvimos que leer a cinco minutos de perdida la elección. Primero, que el pueblo se equivoca y hay que continuar educándolo. Después, listados sesudos de todo lo que se hizo mal y de lo manipulados que estamos. En especial aparentemente los más jóvenes. No sé qué haré si vuelvo a leer que subestimamos los efectos de la pandemia y de las redes sociales. No subestimamos nada, cómo vamos a subestimar algo de lo que nos la pasamos hablando. Y, al fin, la caza de los mariscales de la derrota. Maravilla retro que algunos autopercibidos iluminados se asignan el poder de señalar como si hubieran nacido conduciendo algo. No mucho más que un auto, porque eso sí, autito siempre tienen.

¿Por qué se ponen tan sectarios? ¿Por qué se la agarran con los que están peleando? ¿Cuándo llega el momento de reivindicar la parte del peronismo en el que todos y todas estamos incluidos?

Sorprende el nivel de desconexión con las bases, con los que estamos en los centros culturales, en los espacios comunitarios, en las básicas, en los sindicatos, en las escuelas. Militantes de fierro, concejales del conurbano que se hicieron desde el barrio, delegados y delegadas que ayudan a cambiar el día a día de sus compañeros y lo que tienen en común, además de la lucha, es que se cuestionan todo hace mucho. Pero nunca es el momento de escucharlos porque le hacen el juego a la derecha.

¿Cuántos hablaron de verdad con un votante de Milei sin considerarlo un tarado manipulado por tik tok? ¿Cuántos realmente pueden ver qué un pibe de 16 o 17 años no es un cínico irredento y que en realidad solo tiene ganas de que las cosas estén un poquito mejor? ¿Cuántos pudieron valorar el nivel altísimo de politización que hubo en la sociedad estos meses mientras acusaban a la despolitización de los resultados? ¿Qué pasa cuando miras para arriba y arriba no hay nada? Solo hay autoproclamados referentes intelectuales leyendo libros y hablándose entre sí. Y pero claro que yo entiendo las referencias, muchas las comparto y son mis valores incluso. Pero algo está pasando que no hay interlocución posible. Las cosas han cambiado y aún cuando no se bajen las banderas, hay que sacar un poco la soberbia del medio y tratar de entender que no es una cuestión de ignorancia de los demás. Literalmente están diciendo más los memes, los streamers que se ríen de la solemnidad (dicho sea de paso el título se inspira en reflexiones hagoveras y no en todos los artículos eternos que salieron explicando porqué perdimos), los programas de humor… bastante más están diciendo todos estos que los discursos políticos. Dicen más cosas porque pueden ser escuchadas.

Hay una mujer maravillosa que se tomó el trabajo de estudiar las cuestiones de la memoria, Elizabeth Jelin. Y entre algunas de las cuestiones que plantea, alerta sobre algo que es bastante doloroso de aceptar. Hay momentos históricos en los que se produce una “saturación de la memoria”. Momentos en que un discurso por más bienaventurado que sea, por más cierto y noble que sea, en su esfuerzo por legitimarse agota a quién está dirigido y deja de ser escuchado. No por idiotez o cinismo de quién no quiere oír, sino porque ya no puede ser escuchado. Ese discurso también se puede volver sesgo de confirmación y ya no interesarle interpelar, solo buscar ordenar. Y en alguna medida se vuelve acusador y disciplinador.

Seguro a la mayoría lo primero que se le vienen a la mente son los mandatos del tan citado progresismo, mariscal principal de los inteligentísimos análisis. Pero a no hacerse los vivos, porque lo mismo pasó con los portadores del peronómetro que definen al todo por algunas de las partes que son las que se adaptan a la miríada chiquita de sus ideales. Y que no mucho se ocuparon de decir durante la campaña. Entonces mientras unos quieren ser cancheros usando formas actuales sin mirar un minuto qué pasa con el contenido que plantean, otros se encierran a leer libros de los clásicos citándolos con tonos bíblicos, cuando esos mismos clásicos se la pasaron creando mirando al pueblo y siendo pueblo. Ellos mismos no se seguirían citando a sí mismos 70 años después como si la historia se hubiera quedado quieta. Seguro tampoco hubieran banalizado a tal punto el discurso político como para poner una frase de doctrina al lado de una foto descontextualizada y decir “esto es la militancia de hoy”.

Ganó Milei. Y nos va a hacer mierda. Habrá que dejar de regodearse en las propias sapiencias, dejar de festejar que nos leen cuatro genios y empezar a entender un poco qué es lo que se saturó, qué es lo que hoy no se puede escuchar porque de tanta repetición disciplinadora se convirtió en ruido blanco.

El único de los dirigentes que se animó (ahora) a decir que hay que dejar de hacer covers y empezar a componer nuestra propia música fue Axel. ¿Será casualidad que sea el único que parece haber quedado en pie?

Y ahora sí voy a citar a un clásico, pero a uno que demostró ser un grande porque no le importaba si lo era o no. “Hemos sembrado para quienes sepan inspirar fe y la confianza que nosotros no logramos. No importa, con tal de que la labor se cumpla”. Eso lo dijo Jauretche. Si lo van a citar para demostrar que clara que la tienen, acuérdense que en esa humildad del militante está la clave. No en querer tener razón, sino en querer realmente al pueblo más allá de uno mismo. En qué la labor se cumpla, sin importar quien la logré conducir.

Ah, y a no ofenderse compañeros por favor porque el que se ofende pierde. Y ya bastante tenemos con haber perdido las elecciones.