Ramallo: denunciaron a un empresario por privatizar el acceso a un arroyo

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Ramallo: denunciaron a un empresario por privatizar el acceso a un arroyo

20 Febrero 2018

Por Fernando Latrille

“Un empresario local nos alambró el acceso al arroyo”, expresaron en un comunicado desde Unidos por la Vida y el Medio Ambiente (UPVA) que circuló vía Whatsapp. En el texto de prensa se convocó a los ramallenses a un festival en defensa de la Boca del Arroyo para el domingo 25 a las 18 con bandas en vivo, circo y feria de artesanos, “cultura popular puesta a la defensa del atropello empresarial”.

El empresario en cuestión ya había sido denunciado en 2014 por UPVA por la tala de bosques nativos protegidos por ley, donde Gustavo Degliantoni está llevando adelante trabajos sobre el terreno para construir una guardería náutica y un complejo inmobiliario. “El predio en cuestión había sido clausurado, en otra oportunidad, por el mismo OPDS, luego de una denuncia efectuada por miembros de UPVA sobre movimientos de tierra ilegales y por la tala de bosques nativos protegidos por la ley”, remarcaron en un comunicado en su momento recordando que esos bosques están “amparados en las máximas categorías de protección: Rojo (I) y Amarillo (II). Asimismo, la última inspección del organismo provincial había constatado el estado de irregularidad del emprendimiento, que no contaba, ni siquiera, con el estudio de impacto ambiental correspondiente”.

Ahora, el empresario al que poco le importó el daño causado decide mediante terraplenes y alambrado “desviar el curso natural del arroyo sin analizar posibles consecuencias”, señalaron desde UPVA. La conducta ilegal de Degliantoni no es nueva. Sobrevolar algunas de ellas, como sobrevuela él con su helicóptero en Ramallo, permite graficar su conducta.

Conducta ejemplar

En el año 2002 Gustavo César Degliantoni se presentó ante el Concejo Deliberante solicitando un cambio de zonificación con el fin de obtener la habilitación municipal de la empresa DEGAB, petrolera y destilería de residuos peligrosos instalado en el predio de su propiedad en el acceso en la localidad de Villa Ramallo, ubicada a escasos metros de la toma (tanque) de agua para la población. Los concejales de ese entonces solicitaron un dictamen a la Secretaría de Política Ambiental de la provincia de Buenos Aires para que realice un estudio de diagnóstico y factibilidad respecto de su incidencia en el medio ambiente del procesamiento de petróleo crudo y su obtención de distintos combustibles en la zona urbana. La respuesta del estudio de impacto ambiental fue denegar ese pedido y el Director Provincial de Control Ambiental y Saneamiento Urbano expresó: “Considerando que los efluentes gaseosos y líquidos que pudiera emitir y los residuos que pudiera generar esta actividad industrial, los que revestirán de categoría de tóxicos y teniendo en cuenta el lugar donde se encuentra asentado el predio, ésta Dirección Provincial estima que no se debería instalar este tipo de industrias en la zona que ocupa actualmente el emprendimiento”.

Fue así, que se le derogó la habilitación municipal para que operara en el lugar. Sin embargo en apoyo del emprendimiento el intendente municipal de aquel entonces, Ariel Santalla, conjuntamente con los Concejales decidió darle un terreno en el Parque Industrial Comirsa a un precio simbólico de un dólar el metro cuadrado para que traslade su infraestructura y opere desde allí. Degliantoni tomó la generosa oferta pero siguió trabajando en las antiguas instalaciones sin la habilitación correspondiente y gozando de la impunidad que le otorgaba el nulo control por parte del Estado.

Nunca pensó que un accidente que pudo terminar en tragedia dejaría en evidencia aquello que funcionaba a la vista de todos, pero con la habilitación y el control de nadie. Fue el 7 de octubre de 2008 a las 18 cuando los Bomberos de Ramallo llegaron a la quinta de calle Maiztegui observando dos camiones tanque de transporte de combustibles totalmente incendiados. Aquella quinta que se encontraba funcionando comercialmente en forma ilegal como destilería, sufrió por el incendió la certeza de su clandestinidad. Bomberos Ramallo; Bomberos de la policía de la provincia de Buenos Aires con dos unidades; Delegación ecologista de San Nicolás; Destacamento de Gobernador Castro con una autobomba; Bomberos voluntarios de Pérez Millán (localidad del partido de Ramallo); Bomberos de Arrecifes; Bomberos de Villa Constitución, más dos camiones de arena que se le solicitaron al municipio y una motoniveladora para la realización de un terraplén de contención por el derrame ocasional de combustible.

La quinta de la sombra quedaba a la luz de las llamas y el propio Degliantoni terminaba por confesar la verdad al personal policial que intervino en el siniestro expresando: “Que en momentos de hallarse cargando el camión con combustible, éste se incendió ignorando la causal, presumiendo que puede haber sido por algún corto circuito y que dicho lugar es un depósito de SLOP”. El SLOP es un derivado de hidrocarburos altamente contaminante. Todo esto derivó en una causa que tramitó en el poder judicial.

Pero eso no es todo, la explosión de una caldera de su empresa, DEGAB, ubicada en Comirsa, el miércoles 26 de marzo de 2014, cerca de las 16:00, produjo la muerte de un joven trabajador. Bomberos de San Nicolás y Ramallo respondieron al llamado de auxilio. La explosión en una planta de derivados de petróleo, en el sector Pymes II del Parque produjo la desfragmentación de la pieza metálica de grandes dimensiones, voladura de techo y caída de mampostería. En el lugar el instructor judicial y los peritos iniciaron las tareas de investigación pertinentes. La víctima fatal de la negligencia empresaria de Degliantoni fue Bruno Jeremías Weiss, de 29 años, domiciliado en el Barrio Güemes de San Nicolás.

Una fuente especializada en el tema que estuvo en el lugar de los hechos fue abordada por quien escribe con la pregunta ¿se trató de una tragedia o es un caso de negligencia empresarial? “Claramente una negligencia total, una muerte evitable desde todos los puntos de vista” expresó en forma contundente y enumeró: “1) Porque esa área de la refinería no estaba habilitada. 2) No estaban las condiciones mínimas de seguridad, como por ejemplo red hidrante; no había cartelería; los controladores de las calderas debían estar afuera del recinto y estaban adentro. 3) El pibe entró porque no sabía a lo que se exponía, no estaban capacitados para hacer el laburo. 4) y lo más triste, el hijo del patrón (Gustavito Degliantoni) no quería dejar entrar a bomberos”. El empresario que fue procesado en su momento por evasión impositiva es quien se burla de la sociedad apropiándose de la boca del arroyo alambrando el turismo. Por suerte, hay quienes todavía a los que no se les acostumbra el ojo ante tal atropello y se expresan socialmente en su rechazo denunciando.