Ampliación del campo de batalla

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Ampliación del campo de batalla

11 Febrero 2014

Por Ulises Castaño

A partir de algunos comentarios (de esos que ayudan a ver) me pareció oportuno y necesario no una rectificación, pero si una ampliación de la nota realizada anteriormente bajo el titulo “A Cappela” (ver nota), referida a las declaraciones de Ángel Cappa sobre Messi, con la intención de que aporte un nuevo punto de vista, ya que la opinión sigue siendo la misma.

Primero lo primero: no fue mi intención, por añadidura, y dada la gran estima para con el ex DT, herir o confrontar con los hinchas de los clubes por donde pasó el técnico. En la nota, tal vez peco de un embale que resulta desmesurado respecto al tema. Quiero decir, con total sinceridad y autocrítica, que no se juega en el tema una cuestión de Estado. Por lo tanto, ciertas chicanas (surgidas desde la adrenalina, desde ahí también se escribe/escribo) con toda razón podrían estar de mas.

Rodolfo Walsh decía que la escritura era, antes que nada, un avance laborioso a través de la propia estupidez. Así, muchas veces el cross a la mandíbula termina por perderse en el vacío, cuando no impactando en el propio rostro.

Sin embargo, y tal vez sirva como evidencia de un gesto, considero un error (muy lamentable para mi tratándose de Cappa, a quien ubico más en el lugar de la empatía que del antagonismo) el hecho periodístico y hasta político si se quiere, que genera, al decidir decir lo que dijo, en el momento en que lo dijo, y mas aun (esta es la parte mas personal) sobre quien lo dijo. Y digo político asumiéndome influido e incluido en esa narrativa mediática que día a día se entrecruza con pretensiones de realidad.

Y ya que estamos de confesión, tal vez no esté de mas decir que con Messi me sucede algo similar a lo que decía Eduardo Sacheri sobre el Diego en aquel texto imprescindible (porque mas que de fútbol parece hablar de una ética) llamado “Me van a tener que disculpar”, el cual recomiendo, incluso en la voz de Alejandro Apo.

Quisiera recordar también que no hace mucho, en la nota sobre la entrega del balón de oro a Cristiano Ronaldo, concluyo que en Brasil 2014 temperamentos como el del portugués suelen influir decisivamente. O sea, no soy ajeno a esta línea que Cappa desliza en el marco de un análisis sobre la exigencia a la que Messi está sometido desde hace tiempo, la cual sería responsable de su bajo rendimiento, además de tratarse (esto es mío) de una personalidad muy particular para el lugar que ocupa. A mi parecer, esto es lo que nos saca, de Messi. De hecho, si me preguntan, me quedo con el Diego, como síntesis de jugador y personalidad. El primer jugador revolucionario a escala planetaria sin lugar a dudas. Habría que ver si no es el único incluso. Así todo, considero esta discusión forzada, limitante y estéril al punto de obturar la riqueza de las diferencias por vía de la contrastación artera entre uno y otro.

Antes de dejar esta línea de análisis, me asombra también como el DT no esboza al menos una mirada ante lo más evidente y esperanzador que nos ha deparado este ultimo regreso de Messi. A saber, un jugador más maduro, más inteligente, administrador de sus esfuerzos, que lee los partidos y actúa en consecuencia, como cuando se ubica de asistidor por ejemplo. No me parece un dato menor en la carrera de nadie, y con un mundial a la vuelta de la esquina menos. Peeeeeero, sobre gustos dijo una vieja...

No obstante, ¿arrogarse el derecho a opinar públicamente, o no, sobre la pasión de otro? Y en ese caso, ¿que tipo de respuesta podría satisfacer ese apetito? La realidad, podríamos arriesgar, como ha sido admitido por el propio Cappa. Bien vale entonces la exégesis: la única verdad es la realidad.

Es allí entonces donde Cappa, además de producir un hecho periodístico reprochable (insisto, el hecho periodístico, no su opinión), excede con mucho ya no su lugar como referente futbolístico, sino el de cualquiera, sea referente futbolístico, autorizado, o no.

Tengo la impresión, mientras escribo y estupidez mediante, que tal vez lo que empantanó esta cuestión fue el intento siempre forzado de amalgamar un análisis sociológico donde todos somos “tipos” (amateur/profesional, consumidores, etc) y la siempre subjetiva opinión personal que en su entendible desborde emocional (admiración), al hacerse pública, se traduce en una exigencia impropia.

Como dijo Juan Gelman: ¿y quién se atreve a sostener que mi corazón es una locura? ¿y quién se atreve a sostener que mi corazón no es una locura?

Por mi parte, considerando al DT un referente que excede con mucho el análisis meramente futbolístico, y en nombre de esa figura con la que uno cree guardar cierta correspondencia, yo también tengo/debo exigirle más a Ángel Cappa.