Dossier Fractura: La poética de Teuco Castilla

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Dossier Fractura: La poética de Teuco Castilla

28 Diciembre 2019

Un dado arrojado al aire

Si bien hay muchas definiciones sobre “poética” o sobre “arte poética”,  la más difundida es aquella que la considera una reflexión sobre el arte creativo, en particular sobre la poesía. Incluso los poetas que no se dedican a los estudios literarios crean, tal vez sin quererlo, una poética, muchas veces expresada a través de los propios poemas. En el caso de Leopoldo Castilla contamos, además, con los comentarios que él ha hecho sobre el tema, generalmente para responder a entrevistadores, seguidores y curiosos.

Teuco se refiere a la poesía como un ser animado, puede ser un animal, una “dama” o una deidad. Y no habla de inspiración sino de dados y tahúres.

Así describe el momento creativo: “El poeta tira un dado blanco al aire, y la poesía puede marcarlo o no. Si la poesía lo marca, el poema está legitimado. Pero cuando el poeta marca previamente el dado, es decir, antes de arrojarlo al aire, éste caerá inevitablemente en blanco, ‘desactivará la escritura’ y la transformará en un ejercicio estéril porque ‘es la intuición y no el cálculo o la astucia la que impulsa ese salto al abismo’ que pide la poesía. El poeta no elige ser poeta, la poesía lo elige a él”.

El ingreso a ese ritual requiere estar dispuesto a la alienación, a soltar lo que creemos que somos y lo que pensamos del mundo. Dice Teuco: “Convocado por un golpe de emoción, de inocencia o de asombro se lanza el poeta como un ciego iluminado a ver si le es concedido el poema. Y así entra en esa energía oscura con la única brújula de su intuición. Para acceder a estos campos uno debe dejar de ser uno para que sea la poesía la que hable”.

¿Y qué ocurre cuando el dado o el poema tienen la suerte de ser legitimados? Dice Teuco: “entonces comienza la cacería hasta que la presa cae en las redes. Y ella se deja estar allí, latiendo feroz, intacta y oculta”. Divina y animal, como las deidades primitivas, tan ligadas a la naturaleza.

“La poesía hay que salir a buscarla. Te sentás a escribir, a balbucear cualquier cosa y de golpe, cuando ya no tenés el más mínimo ánimo para escribir, de ese balbuceo sale una palabra: liana. Y te acordás de una liana que has visto en la infancia y ahí te das cuenta de que, sin saberlo, tenías esa liana en la memoria. La que ahora te va guiando por un poema imprevisible”, explica.

Después de este primer momento comienza el trabajo: “recién cuando la tormenta que la trajo se dispersa, interviene el amanuense que pule las aristas, redondea el verbo y destierra las vacilaciones. Aplica el único oficio del que es dueño: su carpintería”. Y, como todo oficio, éste requiere esfuerzo, saber, perseverancia y experiencia. No nos cae desde el cielo en un golpe de dados.  “Ahí en la carpintería hay que ser humilde, aprender hasta el fin de tus días, así seas premio Nobel. La carpintería tiene los tintes de la poesía del mundo entero pero tiene la madera de tu idioma, y a la madera de tu idioma tenés que saber cómo trabajarla y para trabajarla hay que leer a los poetas que han escrito en tu idioma. Si yo escribo en este idioma tengo la obligación de conocer la poesía de mi lengua.”

 

¿De dónde vienen los poemas?

        

Los poemas surgen de una voz colectiva. Aunque nacida de un poeta que tuvo el privilegio de que la poesía lo legitimara, los poemas llegan desde la “manada” humana, es “un pan hecho por todos y amasado por uno”.

Ese origen polifónico de la poesía explica por qué puede resonar en cada uno de quienes la escuchan. Sin embargo “cada una de sus flechas cae en un blanco distinto”. No hay lectores iguales, ni lecturas iguales.

“Lo más lindo de la poesía –dice Teuco– es la amistad de los poetas, los poetas tienen que beber juntos, los jóvenes y los viejos. La poesía es un pan para que lo comamos todos, es un regalo”.

La “manada humana” es, ella también, parte de la naturaleza. Y es la naturaleza la que hace la poesía. A veces, distraídos por el movimiento de las ciudades, por las palabras abstractas o por las estéticas de moda reducimos la naturaleza a “mero paisajismo” y dejamos de escuchar su voz: “en esa travesía desde las infatigables células primordiales, desde el alga azul, al reptil o al pájaro, intentamos detener esa metamorfosis en nombre de una unidad ficticia para reducir al mundo a nuestro mundo y nos hemos cegado ante esa creación incesante”. Esa ceguera nos ha vuelto contra nuestro propio mundo y hemos destruido seres y lugares: “sólo ha quedado alguna memoria de tanta hermosura –dice Teuco- ahora estragada por los mercaderes, las guerras, por la invalidez mental de los poderosos hasta que el planeta nos hunda y resucite sin nosotros.”

 

El pulso de la poesía

 

“Los salteños estamos amamantados por la copla que tiene una música rotunda y un decir especial. Nacemos con algún oído peculiar y el universo es tanto materia como sonido (…) Alguna vez escuché, creo que una grabación hecha por la NASA, el sonido de los planetas. Algunos son secos estertores, el de la tierra es una infinita, mareada melodía. De allí el título de una antología que  publicó Visor en Madrid y el origen de un verso mío: Era el único planeta que cantaba. Esa pulsión sonora que hasta el mismo silencio tiene mueve sus escalas en la arquitectura del poema, tanto en cada verso como en cada blanco”.

Teuco reconoce que las experimentaciones hacen crecer la poesía y renuevan las formas poéticas; pero piensa que estas búsquedas (en las que él mismo ha incursionado) son fértiles cuando el poeta ha internalizado esos mecanismos. De lo contrario, sus propósitos puede naufragar en experiencias yermas, especialmente cuando se deja de lado el ritmo: “Muchas veces se ha intentado dejar de lado el ritmo, ese pulso de la poesía y el resultado es un mero malabarismo, falto de sustento.” Si lo que se desea es renovar nuestro arte no podemos exigir a un sentido que se adapte a una forma (ni viceversa). La renovación, explica, se hace posible “cuando el poema arranca de las sombras un mundo aún innominado.”

 

Oración    
 

Pídele a ese lugar sin Dios por este alamito.
Si muere sin saber que era árbol                                               
se le haga que fue música;
si se deshoja
que crea que ha huido
que era una hoja el pájaro   
y una rama el trino.

Y suyo, también, el ritmo de la muerte
 que es la madre de todos los ritmos.

 

--- de Coirón

 

Un pájaro

 

Para descreer de los pájaros

debes primero tocar un pájaro

 

su sonido

es más pájaro que él

pero su ficción más verdadera:

hizo un cuerpo

 

un instante

 

tócalo:

lo que llamamos nunca

es la primera superficie.

 

--- de Anzoología

 

 

Fuentes

Untref. Serie Frost: https://www.youtube.com/watch?v=gWpTxQmRDxg

María Malusardi, en: https://www.opcitpoesia.com/?p=5661