Los ladrones: el arte detrás del robo del siglo

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Los ladrones: el arte detrás del robo del siglo

20 Agosto 2022

El 13 de enero de 2006 generaría cientos de artículos en diarios y revistas, incontables horas de televisión, que se escribieran libros y, en el último tiempo, llegaran hasta producciones audiovisuales. El denominado “Robo del siglo” a la sucursal del Banco Río en Acassuso es un antes y un después en la cultura popular argentina y— por qué no— mundial. El estreno de Los ladrones: La verdadera historia del robo del siglo, documental de Netflix, lo reafirma al posicionarse en los principales rankings nacionales y a nivel global para la plataforma.

 

La producción, dirigida por Matías Gueilburt y a cargo del mismo equipo detrás de Vilas: Serás lo que debas ser o no serás nada y Los días de Ayotzinapa, destaca por convocar por primera vez a cuatro de los perpetradores juntos, incluso recreando situaciones. Fernando Araujo, Luis Mario Vitette Sellanes, Rubén de la Torre y Sebastián García Bolster, tras cumplir diversas penas, ahondan no sólo en el proceso y su ejecución sino en su propia historia, filosofía de vida y en lo que sintieron en aquel momento. Además, suma otros testimonios relevantes, como Miguel Sileo, negociador policial, Walter Serrano, seguridad y primer liberado, y otros rehenes. Un documental con la precisión de relojería del mismo robo. 

 

La trama ya es conocida y, sino, el documental la narra con exactitud y sorpresa. Un grupo de hombres entró al banco, tomó rehenes, robó varios millones de dólares y luego se fugó sin ser visto. Un plan maestro que, como siempre, con el tiempo evidencia alguna que otra falencia. Las características singulares lo convirtieron en una obra de arte instalada en el imaginario colectivo, lo que explica la inversión de Netflix, y construida en mito incluso por los protagonistas. El hecho fue calificado como “de película” y en 2020 fue llevado a la pantalla grande, además de servir como inspiración para La casa de papel.

La virtud principal de Los ladrones: La verdadera historia del robo del siglo es la atmósfera construida para desarrollar las diferentes narrativas, que hasta por momentos chocan, además de explotar muy bien los atributos de cada personaje. La dualidad entre cierto grado de realidad y ficción del relato contribuye a establecer diversas capas. Tres años de preparación— el primero de mucha investigación bibliográfica—, largas horas de entrevistas en profundidad, locaciones variadas— entre algunas que son las reales y algunos escenarios reconstruidos—, grandes recreaciones y hasta enormes maquetas; todo un gran presupuesto al estilo Misión imposible que dio como resultado una perspectiva única e inesperada.

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En ese camino, por más que tengamos a los cuatro artistas, quien más destaca es Araujo, el cerebro detrás de la operación y quien, para promocionar el documental, calculó todos los gastos que hubo para tener una cifra actual. Es la primera vez que se expone ante la cámara, sólo había declarado “arte, arte, arte” cuando lo detuvieron en San Juan. Antes, co-escribió el guion de la película de Ariel Winograd y, como buen guionista, llena su relato de máximas y parafrasea hasta a Bertolt Brecht. Casi como un alter ego, Vitette oscila su autorrepresentación entre un Tony Montana y El gran Lebowski

García Bolster— quien afirma haber participado de un trabajo y no de un robo— y Araujo son los únicos que mantienen vínculo cercano, dado que ya se conocían desde el secundario. Por otro lado, de la Torre— el primer detenido tras ser entregado por su esposa y que llevó a otros cuatro integrantes de la banda— incursionó como actor en Un gallo para Esculapio. Zalloecheverría también cambió de carrera y se recibió de abogado penalista. Hoy en día están todos en libertad, incluso “El doc” y “El nene”, a los que nunca se les conoció la cara. 

Los ladrones: La verdadera historia del robo del siglo debe ser, para la audiencia fuera de Argentina, similar a las narraciones que Netflix hizo de Colombia o México a partir de Narcos. Sin embargo, para nuestro país, primero fue una venganza al sistema, luego un plan perfecto y finalmente parte de la cultura popular y masiva. “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores”, aquella frase que dejaron en su fuga, sobrevuela de manera constante la atmósfera. No hay certezas de la cantidad o localización del dinero, ni si todos ganaron, como se afirma. El espectador disfruta, eso seguro.

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