El método Kominsky: Michael Douglas en una historia que apela al llanto y a la risa

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El método Kominsky: Michael Douglas en una historia que apela al llanto y a la risa

05 Septiembre 2020

Por Diego Moneta

El 16 de noviembre de 2018 llegaba a Netflix, silbando muy bajito, El método Kominsky. Seguramente, la casi nula publicidad previa al estreno perseguía el objetivo de no relacionarla a anteriores producciones del creador. Chuck Lorre, especialista en comedias, tiene en su haber títulos tales como Mom, Two and a half men y The big bang theory, de los cuales esta tira intenta despegarse.   

Lorre ya había incursionado el año previo con El joven Sheldon en otras formas de hacer comedia, más allá de las sitcom clásica. El método Kominsky es, lisa y llanamente, una comedia dramática que explora situaciones de la vida con cierta cuota de humor, pero sin apelar a la típica carcajada. Muestra de ello es la ausencia de las risas grabadas a las que nos tienen acostumbrados otro tipo de producciones. 

Netflix nos propone una serie sobre dos amigos afrontando la etapa final de sus vidas. Por un lado, tenemos a Michael Douglas en el papel de Sandy Kominsky (de ahí el nombre de la tira), un prestigioso profesor de actuación, que no corrió la misma suerte cuando fue actor. Sandy cumple con el estereotipo hollywoodense, desde las complicadas relaciones por su narcisismo y torpeza emocional, hasta la boina en su cabeza.

Por otro lado, Norman Newlander, interpretado por Alan Arkin, es el representante de Sandy. Es millonario y recientemente su esposa ha enfermado de cáncer, por lo que se ha vuelto mucho más cascarrabias. Si bien la actuación de ambos es magistral, por momentos Arkin se convierte en el dueño de la pantalla. Cabe recordar su Oscar a “mejor actor de reparto” por Little Miss Sunshine.

 

Un gran acierto de la serie es lograr la rápida identificación del espectador en torno a los dos personajes, que mientras transitan momentos complicados de la vida, siempre encuentran un espacio para la risa, tal vez abusando un poco de los chistes sobre próstata. 

En su personalidad y forma de reaccionar, antes que en el argumento, reposa el aspecto cómico de El método Kominsky. Ocho episodios de media hora conforman la primera temporada y generan una continuidad inmediata para también aportar lo suyo a esta gran producción. 

Al elenco principal se suman Mindy (Sarah Baker), hija de Sandy y quien se ocupa de dirigir la escuela de actuación, y Lisa (Nancy Travis), una de las alumnas, recientemente divorciada. El reparto, cuya impronta de antiguas estrellas también se hace notar en los invitados, incluye además al memorable Danny DeVito haciendo de urólogo.   

La trama está conformada por vidas individuales llevadas a un diálogo mucho más profundo y humano, sin perder nunca la verosimilitud. Puede notarse una relación entre sus respectivos personajes y la forma cotidiana en la que Douglas y Arkin llevan su cotidiana vejez. 

La primera temporada fue exitosa, al punto de que le valió el Globo de Oro a “mejor comedia”, y el correspondiente premio a "mejor actor" a Michael Douglas. La segunda entrega, estrenada a fines de octubre del año pasado, gana en profundidad y no hace más que mejorar. Se focaliza más en la personalidad de cada personaje y la química Douglas-Arkin vuelve a brillar.

El método Kominsky logra conformar una identidad y mantiene una progresión en su trama. Chuck Lorre demuestra una vez más su estupendo trabajo en lo que respecta a la comedia, esta vez, quitando un poco de peso a los personajes y haciendo valer el hilo argumental que pretende contar.