El estafador de Tinder: internet y los límites de la justicia

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El estafador de Tinder: internet y los límites de la justicia

19 Febrero 2022

Por Agostina Gieco

Durante el 2018, Shimon Heyada Hayut, o Simon Leviev, nombre que había apropiado y con el que se presentaba en sus redes sociales, conoció a varias mujeres y las estafó por cifras que representan millones de dólares, dejándolas en ruinas y con deudas impagables. El espacio que frecuentaba era Tinder, y su modus operandi consistía en “matchear” (acto de conectar con alguien en la plataforma), seducir, y luego pedir dinero. 

Descripto como una persona carismática y amigable, Hayut lograba atraer jóvenes, les pagaba vuelos en jets privados, cenas caras, y las invitaba a fiestas. Como si ésto fuera poco, las llevaba de viaje y alardeaba sobre los autos de alta gama que poseía, de su trabajo, que le ingresaba millones de dólares anuales, y de una vida ostentosa completamente falsa que se había inventado.

Escondido detrás de su simpatía y tras haberse ganado la confianza de las mujeres, fingía tener enemigos dentro del negocio de los diamantes, que teóricamente dirigía, y aseguraba estar en graves problemas. Decía que por cuestiones de seguridad debía cerrar sus cuentas bancarias para no ser detectado, y a partir de ese momento comenzaba a solicitarles dinero en efectivo.

En este documental recientemente estrenado en Netflix, quienes narran lo sucedido son Cecilie Fjellhøy, noruega, Pernilla Sjoholmy, sueca y Ayleen Charlotte, holandesa. Dos de ellas eran pareja de Hayut, mientras que la tercera una íntima amiga. Lo que tenían en común, además de su parecido, eran sus sentimientos hacia él, así como la posterior decepción al revelarse la verdad. Ellas depositaron en él cariño y confianza, y les fue devuelta en forma de puñal por la espalda.

El estafador de Tinder generó una gran repercusión y puso al descubierto nuevas aristas del caso. Por un lado, Peter, el guardaespaldas del falso magnate, prometió iniciar una demanda contra la plataforma alegando una violación de sus derechos, ya que nunca fue consultado respecto del permiso para que apareciera su imagen. Por su parte y como burla al sistema judicial, luego de haberse estrenado el documental, Hayut, quien además ya tenía antecedentes, hizo una última publicación en Instagram previo a cerrar su cuenta. “Gracias a todos por el apoyo. Voy a contar mi versión de la historia en los próximos días cuando haya encontrado la forma más respetuosa de decirlo, tanto para las personas involucradas como para mí. Hasta ese momento, por favor mantengan la mente y el corazón abierto”, afirmó. 

En el otro extremo, una argentina llamada Valeria Calpanchay, que para el momento de conocer a Hayut vivía en Alemania, tuvo una cita con él pero no cayó en su trampa. Se reunieron en un exclusivo hotel, y allí notó que evadía hablar sobre su infancia y orígenes. Además, recibió más de una llamada telefónica y comenzó a dialogar, a viva voz, de grandísimas sumas de dinero. A Valeria le pareció extraño que él no se preocupara por ocultar un tema que a nadie se le ocurriría develar ante una persona desconocida, y gracias a eso aquella fue la primera y única vez que se encontraron. 

Es bien sabido que la internet y las redes sociales facilitan nuestras vidas en varios aspectos, desde poder pagar las cuentas del hogar con sólo un click, hasta conectarnos con gente que no veíamos hace años y a quienes les habíamos perdido el rastro. Pero también es de público conocimiento el peligro que conlleva su mala utilización. En todo el mundo, cada vez son más las personas estafadas a través de internet, y todavía se encuentra atrasada la implementación de políticas para combatir este flagelo. No necesariamente por falta de interés, sino por la complejidad de controlar a las plataformas y redes sociales que juegan con sus propias reglas y no permiten la injerencia de los Estados en su funcionamiento. Asimismo, los mecanismos y las herramientas que tienen sus usuarios y usuarias para evitar el engaño a veces no son suficientes.

Jugando de locales, y muy cercano a la fecha del criminal ya mencionado, tenemos el caso del “gigoló de Zona Norte”. Roberto Carlos Bello, de 49 años, también conocía a sus posteriores víctimas por medio de la aplicación de citas. Las enamoraba, las llevaba a conocer sus supuestas lujosas casas en countries y, una vez que se aseguraba su amor, inventaba excusas para que ellas accedieran a darle dinero. Que su madre sufría una terrible enfermedad o que era conveniente que invirtieran en tal o cual negocio eran algunas de las excusas que presentaba. En 2019 se inició la causa en su contra, y en diciembre del 2021 fue detenido gracias a, y lamentablemente, dos denuncias que recibió por violencia de género contra ex parejas. 

Ambos casos revelan qué sencillo puede ser caer en estafas una vez que se generó una relación de confianza mutua entre víctima y victimario. Sin embargo, también puede ocurrir a través de páginas de internet, redes sociales, correo electrónico, mensajes de texto, y muchos medios más. Hay que tener cuidado e investigar a dónde enviamos información privada o datos personales, con quién estamos hablando, y en qué sitios navegamos.

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