Biggie: ¿el documental oficial sobre Christopher Wallace?

  • Imagen

Biggie: ¿el documental oficial sobre Christopher Wallace?

06 Marzo 2021

Por Jazmín Manuel

Biggie Smalls, Notorious B.I.G, Big Poppa, son algunos de los nombres con los que se conoce al legendario Christopher Wallace. Reconocido y recordado como uno de los mayores emblemas del hip hop, una leyenda del género y uno de los principales exponentes de su historia, Biggie sigue siendo un éxito con más de 30 millones de discos vendidos, incluso actualmente, pasados 24 años desde su muerte. Si consideramos el peso que sigue teniendo en la actualidad, no sorprende el éxito en reproducciones que tuvo Biggie: I Got a Story to Tell (Biggie: tengo una historia que contar) desde su estreno en la plataforma de Netflix. Hubo una gran expectativa con respecto a la producción que prometía ser el documental oficial sobre la vida de Christopher, pero debemos preguntarnos: ¿el documental estuvo realmente a la altura?

No es ni la primera ni única producción sobre Biggie, pero buscó diferenciarse de películas y documentales ya hechos, centrándose específicamente en el costado más personal del artista: el recorrido anterior a la gran historia de su muerte. Nos permite conocer al niño tímido que fue en el pasado, hijo único de una inmigrante jamaiquina, que creció para convertirse en la leyenda que es hoy. Ese es uno de los puntos que tiene a favor esta producción: contando con la participación de seres queridos y personas de su círculo más cercano y con la presencia de material de archivo inédito, en su mayoría videos filmados por uno de sus mejores amigos, el documental logra presentarnos al Biggie detrás de los escenarios, las entrevistas y la fama. 

Somos testigos de los comienzos de su interés por el hip hop y de las primeras influencias musicales que lo atravesaron en su juventud. Conocemos cómo su estilo se vio influenciado desde temprana edad por su tío, que siempre se dedicó a la música y a quien visitaba de niño en Jamaica, y por uno de sus vecinos, saxofonista, que le presentó la idea de rapear sobre bases de jazz. Al mismo tiempo, el documental nos sitúa en la época dorada del hip hop y nos muestra cómo el costado artístico de Biggie se vio atravesado por la música de los grandes artistas del género a finales de los 80 y comienzos de los 90, como Dr. Dre, Snoop Dogg, Big Daddy Kane, The Fat Boys y Run-DMC.

Lo cierto es que este material lo tenía todo para convertirse en el documental biográfico oficial de Christopher Wallace. La voz de numerosas personas que fueron muy cercanas a él permite contar en primera persona cada detalle de los pasos significativos de su carrera. La propia madre de Biggie, Voletta Wallace, integra el equipo de producción, y se nota porque, inexplicablemente, hay momentos en los que parece ser ella la protagonista y toma el control de la narración. El problema es que hay puntos, incluso más significativos, que casi no son abordados o siquiera mencionados. Por ejemplo, su gran proyecto musical, Junior M.A.F.I.A es mencionado muy por encima en comparación a lo que significó en su carrera. En ningún momento se menciona la famosa y turbulenta relación de Biggie con la rapera Lil Kim, quien, años más tarde, lo denunciaría por violencia de género. Tampoco aparecen colaboraciones y canciones que grabó con Michael Jackson. Ni siquiera se muestra el dato clave de que Christopher estuvo casado; es decir, todo un matrimonio invisibilizado.

Al centrarse en su adolescencia, época marcada por los primeros negocios ilegales en los que estuvo implicado el protagonista, se hace énfasis en un período en el que estuvo vendiendo crack en las calles de su barrio. Se lo presenta como un adolescente rebelde que no estaba del todo consciente de lo riesgoso que implicaba ese estilo de vida; pero, al mismo tiempo, busca crear una imagen de un gángster de Brooklyn, como si hubiera sido de los “más pesados” de la ciudad. Sin embargo, otra vez, tampoco se menciona que tuvo cargos por posesión de armas e incluso cumplió una condena por delitos relacionados a la venta de drogas. Por eso, nunca queda clara la posición del documental: ¿Biggie era el más importante en un grupo de tráfico y venta de drogas? ¿O fue un pibe al que la vida lo llevó a vender crack a los adictos de la vuelta de su casa para ganarse unos dólares?

Pero quizás lo más llamativo es lo poco que se menciona su muerte. Es cierto: la historia de Biggie y Tupac, y la ya conocida leyenda de su amistad que terminó en enemistad, cuyo desenlace podría haber resultado en el asesinato de ambos, tiene muchos documentales y películas. De hecho, Netflix tiene una serie en su plataforma. Es un tema muy mencionado que puede llegar a cansar, pero no mencionarlo como se lo merece, por su importancia en la vida de quien se habla, es inentendible. No tiene sentido que en un documental biográfico casi no se hable de la muerte del protagonista, ni de todo lo que ocurrió después: las investigaciones del caso, los sospechosos, las teorías. No se dice nada, no aporta nada al tema. Nada.

Puede decirse que el gran fuerte de este documental es lo que nos brinda en relación a la infancia de Biggie y sus comienzos en la cultura del hip hop. Desde ese lado, está muy bien lograda esa imagen de niño tímido de Nueva York que no conoceríamos si no fuera por las anécdotas, imágenes y videos que nos presentan sus amigos y su familia. Pero, en relación a lo que tiene que ver con la carrera y la vida privada de Christopher desde su adolescencia hasta su muerte, Biggie: I got a Story to Tell deja mucho que desear.

Para quien no conoce nada sobre este legendario artista, no es muy recomendable. Para sus fanáticos puede ser, al menos, entretenida. Sin embargo, si se busca adentrarse a fondo en la vida y carrera del protagonista, no van a encontrarlo en este film. Una buena opción en una noche de pochoclos y Netflix, pero no logra llegar a la altura de lo que pretendía ser: el documental biográfico oficial de Notorious B.I.G.

 

 

URL de Video remoto