Bad education: el escandaloso robo a la educación pública en “el país de la transparencia”

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Bad education: el escandaloso robo a la educación pública en “el país de la transparencia”

26 Septiembre 2020

Por Marina Jiménez Conde

Bad education resultó ser ganadora del premio a Mejor película en la entrega de los Emmy 2020 del pasado domingo. El film de HBO está basado en una historia real sobre el mayor caso de malversación de fondos en una escuela pública estadounidense, donde se llegaron a desviar 11 millones de dólares. Hugh Jackman se pone en la piel de Frank Tassone, un carismático superintendente y gurú de la educación, que junto a su mano derecha, Pamela Gluckin (Allison Janney) son descubiertos por fraude, a partir de una investigación realizada por estudiantes del propio periódico escolar.

Lo mejor del film pasa por mostrar el descaro y el cinismo detrás de los personajes principales. Hugh Jackman se luce en un papel mucho más complejo que con el que adquirió fama mundial, al hacer de Wolverine en las numerosas cintas de X-Men. Frank Tassone lleva a la escuela pública del distrito de Roslyn a ubicarse cuarta a nivel nacional, y lo hace a partir de su encanto, alentando a cada estudiante con el discurso “tú puedes”. Tassone se toma el trabajo de acordarse de los nombres, los intereses y la vida de cada integrante de la comunidad, porque sabe que con eso se gana su confianza.

Resulta una linda ironía, digna de la justicia divina, ver cómo es el propio Tassone el que promueve, con una de sus frases hechas, que una estudiante que escribe en el periódico del colegio lo termine investigando. Allison Janney, la ganadora al Óscar a Mejor actriz de reparto por su papel en Yo soy Tonya, le agrega la contracara perfecta al personaje de Jackman. Pamela Gluckin es una mujer sin vueltas que mantiene las formas lo justo y necesario, una persona inescrupulosa que en ningún momento muestra arrepentimiento de sus actos.

El film puede resultar un modo de exaltar la tradición norteamericana de respetar la transparencia en las instituciones públicas. Por más que Pamela Gluckin se muestre reticente ante las preguntas y la insistencia de la estudiante que lleva adelante la investigación, no le queda más remedio que ceder ante la frase “las órdenes de compra aún son públicas”.

Sin embargo, la cinta se queda demasiado en la figura de estos personajes, sin llegar a poner en tela de juicio al sistema educativo estadounidense basado en el ranking por escuelas. Cuando la lógica de la competencia ingresa en el sistema escolar, provoca que lo importante pase a ser escalar en una lista con el fin de obtener un mayor presupuesto. Así es como aparecen los gurúes de la educación y sus promesas, logrando que la mirada se corra desde los procesos educativos hacia los resultados. 

Si bien esta crítica al sistema se puede deducir con los elementos presentes en la historia, no está del todo explícita. De esa forma, es fácil quedarse con nombres propios que usan su posición para enriquecerse de forma ilícita y, como consecuencia, caerle, una vez más, a lo público. Lo que se evita es la denuncia a ese sistema que está por detrás, encargado de reproducir las desigualdades sociales.

 

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