Nueva fórmula jubilatoria: entre lo ideal y lo posible

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Nueva fórmula jubilatoria: entre lo ideal y lo posible

13 Noviembre 2020

Por Aldo Duzdevich*

Sería lo ideal…

Que en la pospandemia se urbanizaran un millón de lotes para evitar nuevas tomas. Que se lanzara un plan de construcción de 2 millones de viviendas para crear rápidamente 3 millones de puestos de trabajo. Que se expropiaran y distribuyeran cien mil parcelas de 10 ha para proyectos agroecológicos. Que los salarios públicos subieran el 54%. Que dupliquemos la AUH. Que dupliquemos la jubilación mínima de 18 mil a 36 mil pesos. Que congelemos la luz y el gas cuatro años. Etcétera. Seguramente cada uno puede agregar varias buenas ideas más que me estoy olvidando.

Pero, ahora veamos los costos de algunas buenas ideas. Si me disculpan, como vivimos en economía “bimonetaria”, voy a dar cifras en dólares que todos entendemos más fácil.

Urbanizar lotes tiene un costo aproximado de 10 a 15 mil dólares por lote. Un millón de lotes costarían 10 mil millones de dólares. Una vivienda económica de 60 m² cuesta (barato) 600 dólares el m², o sea 36 mil dólares por vivienda. Para 2 millones necesitamos: 72 mil millones de dólares. Vamos al campo. En la zona núcleo la hectárea cuesta de 10 a 15 mil dólares. Supongamos que las expropiamos a la mitad de su valor de mercado (nos van a llenar de juicios), un millón de ha costarían 5 mil millones de dólares. Ya en tres buenas ideas sumé 87 mil millones, casi 25% más de los 70 mil millones de dólares que son el total de recursos estimados en el Presupuesto 2021. ¡Ah! Y todavía no aumenté las jubilaciones mínimas de 18 a 36 mil pesos, que serían unos 28 mil millones de dólares más.

Las ideas que no sobran son la de dónde obtener más recursos. Al pasar, comento que el famoso y “muy conversado” impuesto a la riqueza significan unos 3800 millones de dólares por única vez.

Entonces surge claramente que la única posibilidad de mejorar la recaudación la da un sostenido crecimiento de la actividad económica, la sana explotación de nuestros recursos naturales, un fuerte desarrollo industrial impulsado por el mercado interno y un mayor valor agregado a nuestras exportaciones.

El bueno y el malo

Quien escribe pasó nueve años como funcionario de Anses en distintas áreas. Eso no me hace un experto previsional, pero sí logre entender de qué se trata el sistema jubilatorio. Como director de Capacitación, daba una charla a los nuevos ingresantes para darles una visión integral del sistema en el lenguaje más llano y claro posible. Comenzaba mis charlas diciendo: lo primero que tenemos que entender es que el sistema tiene dos patas. La pata “buena”, que somos nosotros los de Anses, y la pata “mala” que son los de AFIP. Los “buenos” (Anses) otorgamos jubilaciones, asignación universal, etcétera. De otro lado está el “malo” llamado Echegaray (ahora Mercedes Marco del Pont) que se dedica a recaudar impuestos, tarea que no despierta ninguna clase de simpatías. Esta idea es básica para despejar las cabecitas volátiles que suponen que el Estado es una fuente inagotable de recursos al cual se le puede pedir y exigir todo.

La demagogia discursiva

El tema de los jubilados se presta para esgrimir una enorme cantidad de argumentos discursivos desde cualquier sector político desde el que se hagan. Hasta liberales salvajes como Espert, que en la intimidad piensan que la única solución es dejar morir de hambre 3 millones de viejitos, evitan decirlo y se conmueven hasta las lágrimas hablando del sufrimiento de nuestros abuelos.

Entonces, cuando nos toca ser gobierno, es muy fácil que nos corran por izquierda, porque los jubilados siempre merecen estar mejor y es cierto. Lo que nadie explica es cuánto dinero hace falta y de dónde lo vamos a sacar.

Anses representa el 52% del Presupuesto Nacional 2021

Primer dato que se omite en la discusión. En el presupuesto 2021 está previsto un gasto previsional de 4 billones de pesos, exactamente el 52% del total del gasto de todo el Estado nacional. Traducido (con un dólar calculado a $102), serían unos 40 mil millones de dólares. Por lo tanto, cualquier aumento, por modesto que sea, de los haberes jubilatorios tiene un impacto enorme sobre el Presupuesto Nacional y hay que buscar de dónde se obtienen esos recursos.

Las retenciones a las exportaciones (antes del aumento) estaban en 8.600 millones de dólares. O sea, deberíamos triplicar ese impuesto para recaudar 27 mil. Es la “solución fácil” que pregonan muchos compañeros.

Cómo se financia el sistema previsional

El nuestro es un sistema de solidaridad intergeneracional. Es decir, los aportes y contribuciones de los trabajadores activos pagan los haberes de los jubilados actuales. El trabajador aporta el 11% y el empleador el 12%. Estos aportes y contribuciones representan aproximadamente el 40% de los recursos. El otro 60% ingresa de un porcentaje de distintos impuestos: IVA, combustibles, cigarrillos, monotributo y débitos bancarios. Cuando alguien hace una compra de alimentos, cigarrillos o carga nafta, también está haciendo aportes al sistema previsional.

Entonces hay que hacer la cuenta de cuantos trabajadores activos se requieren para sostener un pasivo que cobre el 82%. Supongamos un empleado que hoy gana 100 mil pesos al mes. Su aporte es de $11.000 y las contribuciones patronales $12.000, entre ambos suman $23.000. Al jubilarse con el 82% cobraría un haber de $82.000. Entonces deberíamos tener al menos cuatro trabajadores activos con el mismo sueldo para sostenerlo. Pero la realidad es que el trabajador en edad de jubilarse suele tener mayor salario que los que ingresan. Por lo tanto, el número de aportantes deberá ser mayor. Se considera un número óptimo tener seis trabajadores activos por cada jubilado. Pero, ¿cuántos tenemos hoy? Aproximadamente 1,7 activos por cada jubilado. Hay 6,9 millones de jubilados y 11,7 millones de aportantes. La relación es de 1,7 activos por cada jubilado. Obviamente los recursos propios del sistema no alcanzan.

Este es el meollo del déficit previsional no solo en nuestro país sino en el resto del mundo. La baja relación de activos/pasivos, sumado al aumento de la expectativa de vida de los jubilados, hace que haya que sumar otro tipo de recursos impositivos del Estado.

Vuelve la fórmula de movilidad Amado Boudou

En 2008 el Congreso sancionó la fórmula de movilidad ideada por el entonces director ejecutivo de Anses, Amado Boudou. La fórmula de actualización semestral estaba compuesta por dos coeficientes. El primero era el 50% del índice de aumento salarial de activos semestral y el segundo era el 50% del índice de aumento de los recursos del sistema previsional. Ejemplo: si en el semestre los salarios subían el 12% el coeficiente era 6. Y si la recaudación subía el 18%, el coeficiente era 9. El aumento de haber previsional era 6+9 = 15 %. Esta fórmula significó aumentos reales en cinco o seis puntos anuales por encima de las subas de los salarios. En una economía con recaudación en crecimiento, los aumentos de haberes jubilatorios siempre fueron superiores a los aumentos salariales de los activos. Además, al estar atado al porcentaje del aumento de la recaudación, el sistema no corría riesgo de desfinanciarse.

Hoy el Poder Ejecutivo envió al Congreso una fórmula de movilidad igual a la del 2008. Todas las previsiones indican que pasada la pandemia en 2021 habrá una fuerte recuperación de niveles de actividad, y por ende de recaudación, lo que va a impactar positivamente en la movilidad.

Elegimos dar cobertura al 100% de nuestros abuelos

En el año 2005 Néstor Kirchner tomó una de las mayores decisiones en materia de justicia social: la moratoria previsional que permitió incorporar al sistema 3,5 millones de abuelos que estaban en total desamparo. La mayoría de ellos trabajadores que sufrieron la falta de trabajo formal y la omisión de sus patrones de hacer los aportes obligatorios. Además, incluyó a las amas de casa reconociéndoles por primera vez en la historia su carácter de trabajadoras en el hogar. Esos nuevos jubilados, que son el 50% de los actuales, accedieron a la jubilación mínima, pero también a su obra social PAMI con los mayores niveles de cobertura, lo que representa un 50% o más del haber que cobran.

Se nos acusa de haber “repartido jubilaciones a quienes no tenían aportes”. Y es cierto. Los liberales que pregonan la meritocracia los hubiesen dejado morir en la absoluta pobreza. Nosotros, los peronistas, no. Y, probablemente, si en lugar de 7 millones, tuviésemos la mitad de jubilados, los recursos alcanzarían un poco mejor. Pero recordemos que el 60% de los recursos provienen de otros impuestos. Quiere decir que los recursos propios del sistema previsional tampoco serían suficientes para 3,5 millones de jubilados.

Como se puede ver en la magnitud y dureza de los números, la entre comillas “solución definitiva” no aparece. Hace unos meses vimos arder París por esta misma discusión. El sistema de AFJP, que subsiste en Chile, es uno de los motivos principales del descontento en las calles. Incluso en la Cuba socialista los jubilados cobran diez dólares de haber mensual.

Nosotros elegimos el camino de tener el 100% de nuestros abuelos con cobertura previsional. Sabemos que el haber mínimo sigue siendo bajo, pero que, junto a la obra social, al menos garantiza la línea de la vida.

Estamos empeñados en sacar al país de la crisis en las que nos dejó el virus Macri y el virus COVID, pero nos va a llevar tiempo. Como dice Alberto Fernández, “lo vamos a volver hacer”, y no dudemos de que a nuestro gobierno le preocupa y se ocupa para que nuestros abuelos estén cada día un poco mejor.

* Autor de La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón Salvados por Francisco.