La triple trampa de la economía argentina
La reciente propuesta de Álvarez Agis de establecer un impuesto al empleo de dinero efectivo tuvo la virtud de exponer públicamente a la informalidad económica como una de las principales limitaciones que afectan nuestra economía.
Más allá de la imposibilidad de su aplicación por la afectación a los sectores socialmente más desprotegidos, la propuesta mostró la incongruencia existente en el uso generalizado de promociones mediante descuentos y pago en cuotas en el uso de tarjetas u otros medios de pago registrables frente a los pagos en efectivo, cuando la lógica indicaría que debería ser todo lo contrario.
Seguidamente trato demostrar cómo esa informalidad junto al endeudamiento externo y la fuga de divisas vienen condicionando al crecimiento económico argentino y a una distribución equitativa de la riqueza, todo ello en favor de unas pequeñas minorías y en perjuicio de las gran mayoría de los argentinos.
Comienzo por analizar la evolución y el estado presente de cada fenómeno, continúo con el análisis de las respectivas interacciones y sus impactos sobre la economía y la sociedad argentina y concluyo con algunas pautas que creo imprescindibles para romper este círculo vicioso que nos arrastra a la decadencia.
La informalidad económica
Ante todo es necesario decir que la informalidad económica se manifiesta tanto mediante la informalidad laboral como mediante la economía no registrada o en negro.
La informalidad laboral comprende a los trabajadores, sean independientes o asalariados no registrados en empresas formales y que por tanto no tienen acceso a la seguridad social (jubilación, salud) ni otros derechos laborales.
Según datos de la OIT la informalidad laboral argentina en 2024 alcanzó al 51,6% de la población total ocupada. Para tomar una idea de dónde estamos parados nuestra informalidad laboral es inferior a la de Bolivia (83,9%) a la de Perú, (72,9%), pero superior a la de Brasil (36,5%), Uruguay (28,5) y Chile (27,5%). Como referencia la informalidad en Francia, Alemania y España se encuentra en el rango de 3 a 2%.
Por su parte la economía en negro es un concepto más amplio que abarca todas las actividades comerciales y productivas que no están declaradas o reguladas, incluyendo actividades ilegales.
Se estima que la economía en negro argentina representa aproximadamente entre el 30% y el 40% del PBI, siendo los sectores señalados por sus mayores niveles de evasión y facturación en negro la construcción, el comercio, incluyendo restaurantes y hotelería y el sector inmobiliario.
Según datos publicados por el Centro Interamericano de Administradores Tributarios entre 2019 y 2021 la pérdida recaudatoria en el cobro del IVA alcanzó en Argentina al 53% del potencial, de los cuales el 44% corresponde a la ineficacia tributaria y 9% a excepciones establecidas. Nuestra eficacia recaudatoria del IVA del 47% del potencial imponible resulta inferior al promedio latinoamericano del 55% de eficiencia.
En el caso del Impuesto a las Ganancias, en igual período, la perdida recaudatoria argentina alcanzó al 73%, de los cuales 69% se atribuye a la ineficacia y 4% a las exenciones, resultando una eficacia recaudatoria del 27% del potencial imponible, muy por debajo del promedio para AL del 42%.
La magnitud de la evasión fiscal en Argentina hace pensar que una reducción sustantiva de la evasión fiscal tendría un impacto directo y altamente positivo que permitiría transformar el déficit en un superávit fiscal significativo y sostenible en el tiempo.
El impacto de ese objetivo resultaría en un incremento masivo de los ingresos del sector público sin necesidad de crear nuevos impuestos o aumentar las alícuotas a los contribuyentes formales, reduciendo la necesidad de financiamiento mediante deuda o emisión monetaria, lo cual permitiría reducir la inflación.
Adicionalmente un superávit amplio daría al gobierno margen para reducir la carga impositiva sobre los contribuyentes formales y eliminar impuestos distorsivos, lo que aumentaría la eficiencia económica; también permitiría financiar inversiones públicas necesarias en infraestructura, salud y educación y fortalecer las reservas, reduciendo la vulnerabilidad externa.
En resumen, aprovechar la recaudación potencial no solo consolidaría el actual superávit fiscal logrado artificiosamente con un enorme costo social, sino que lo convertiría en un pilar fundamental para un crecimiento económico estable y sostenido del país.
El endeudamiento externo
Durante su presidencia Néstor Kirchner, canceló el total de la deuda existente con el FMI y finalizó su mandato con un stock de otras deudas con el exterior de US$ 125.000 millones.
Las 2 presidencias de Cristina Kirchner mantuvieron en cero la deuda con el FMI y culminaron con un stock de deuda de US$ 167.500 millones.
Por su parte Francisco Macri volvió a endeudar a la Argentina con el FMI por un monto de US$ 44.000 millones y nos dejó un stock de deuda por 277.100 millones
Alberto Fernández incrementó la deuda con el FMI en US$ 500 millones y al término de su gestión redujo el stock de la deuda externa hasta US$ 266.167 millones.
Finalmente Javier Milei, hasta el segundo trimestre de 2025, aumentó la deuda con el FMI hasta US$ 65.000 millones y el stock total hasta US$ 305.043 millones, cantidades que no incluyen el posterior endeudamiento con el Tesoro de EE.UU.
La fuga de divisas
La fuga de divisas tiene su origen en la remisión legal de beneficios obtenidos por inversores extranjeros y, en mucho mayor grado, por por fuga ilegal generada por la subvaluación de lo exportado, la sobrevaluación de lo importado y el contrabando de mercaderías, así como por el resultante de la especulación financiera resultante de la venta de divisas baratas por el sector público, las que son compradas por el sector privado y que, bicicleta financiera mediante, generan grandes ganancias, mayoritariamente destinadas a la fuga de divisas.
Según estimaciones del Centro CIFRA entre 2002 y 2023 se habría fugado de nuestro país un total de US$ 341.130 millones, de los cuales US$ 148.046 corresponden al período 2016 a 2023.
Las estimaciones de la fuga de divisas de ese mismo informe para las presidencias desde 2003 hasta la actualidad, realizadas mediante el método residual de la balanza de pagos (MRBP), método recomendado por el FMI, indican que durante la presidencia de Néstor Kirchner se produjo una fuga de US$ 2.115 millones en cada año de su gestión, valores que ascendieron a US$ 3.665 millones anuales durante las 2 presidencias de Cristina Kirchner, US$ 5.091 millones con Mauricio Macri y 4.163 durante la gestión de Alberto Fernández.
Según estimaciones recientes, la fuga de divisas producida en los 23 meses que van de la presidencia de Javier Milei alcanza a los US$ 33.000 millones, un equivalente a US$ 17.187 millones por año, 3,4 veces superior a la fuga de divisas durante la presidencia de Macri
Interacciones entre informalidad, deuda externa y fuga de divisas y sus consecuencias
Informalidad y deuda externa
La existencia de una gran economía en negro retroalimenta y perpetúa la informalidad laboral, toda vez que la falta de regulación y supervisión permite que las empresas y empleadores contraten trabajadores sin cumplir con las leyes laborales.
A su vez la informalidad, producto de la economía en negro y de la informalidad laboral, tiene como directa e ineludible consecuencia la evasión impositiva y cuando el Estado carece de voluntad para combatirla, e inclusive como ahora, cuando la alienta calificando de héroes a los evasores, el proceso resulta en una insuficiencia de los recursos estatales necesarios, generando la necesidad del ajuste de gastos, por vía de menores prestaciones sociales y mediante la reducción de la inversión pública.
Finalmente, cunado este ajuste no alcanza, la insuficiencia de recursos estatales propios lleva a la necesidad del endeudamiento externo.
Deuda externa y fuga de divisas
Existe una relación estrecha entre la fuga de divisas y la deuda externa en Argentina, conformando un círculo vicioso que ha caracterizado nuestra economía cada vez que rigieron políticas neoliberales, durante las cuales el endeudamiento externo, en lugar de financiar el desarrollo productivo, ha servido como origen de la salida masiva de divisas.
En esos períodos, el gobierno toma deuda en moneda extranjera, y esos dólares ingresan al mercado cambiario, donde son adquiridos y convertidos en pesos por el sector privado para ser utilizados en la bicicleta financiera y cuando las circunstancias no son propicias vuelven a ser convertidas en dólares para ser posteriormente atesorados o enviados al exterior.
Como consecuencia de esta mecánica los “inversores” generan una renta en dólares muy superior a la de otras inversiones internacionales y similar al nivel inflacionario doméstico, mientras en conjunto de la sociedad, en especial los sectores más vulnerables, tienen que hacerse cargo del aumento de la deuda externa.
Se trata de una apropiación capitalista de las ganancias para muy pocos acompañada por una distribución socialista de las pérdidas para la gran mayoría.
En resumen, la deuda externa bajo regímenes neoliberales actúa como un mecanismo que, junto a la informalidad, contribuye a proveer las divisas necesarias para que la fuga de capitales, sin que esos fondos contribuyan al crecimiento económico interno.
Fuga de divisas e informalidad
Al igual que en los casos anteriores ambos fenómenos están estrechamente interrelacionados, toda vez que la fuga de divisas no sólo deja al Estado sin los recursos legítimos necesarios para hacer frente a las necesidades de repago de la deuda externa, de inversión pública y de crecimiento económico, sino que demás lo obliga a un ajuste que resulta en reducción de salarios, jubilaciones y prestaciones sociales, baja del consumo, cierre de empresas, desempleo, todo lo cual desemboca en una nueva ronda de mayor informalización de la economía.
La experiencia que estamos viviendo en la actualidad me exime de mayores explicaciones.
Consecuencias
Como se ha visto un aumento de la informalidad acarrea la necesidad de mayor endeudamiento externo, a su vez generador de una mayor fuga de divisas, la que vuelve a generar una mayor informalidad y dando reinicio al inicio de un nuevo ciclo de decadencia económica y social.
Pautas imprescindibles para romper este círculo vicioso
Siendo que todo este proceso se desarrolla en beneficio de pocos con costos a cargo de las grandes mayorías se trata de encontrar medidas cuyo costo se concentre en primer lugar en esas minorías privilegiadas y que a medida que se vayan viendo los resultados se pueda avanzar hacia soluciones que involucren a otros sectores.
En tal sentido me parece conveniente establecer medidas prioritarias de aplicación sucesiva que resulten en beneficio del bien común de todos los argentinos y que, en simultáneo, no signifiquen una carga para los sectores de menores recursos.
Entre esas medidas sucesivas, incluiría las siguientes:
1) Ataque frontal a la fuga ilegal de divisas;
2) Imposición a la remisión de beneficios al exterior por parte de las empresas multinacionales, en modo progresivo, según el monto y el origen, con menores tasas a las actividades de mayor valor agregado;
3) Medidas contra la evasión impositiva y el empleo no registrado, de aplicación inicial a las grandes empresas, siguiendo con las medianas, luego las pequeñas, las microempresas, las cooperativas y finalmente, cuando los beneficios sean perceptibles, a los emprendedores de la economía social;
4) Aliento a la reinversión de utilidades y la generación de empleo;
5) Demostración de los beneficios que se vayan alcanzando mediante reducciones impositivas aplicadas sucesivamente y en sentido inverso a las medidas contra la evasión, un mayor nivel de inversiones públicas y un mayor nivel de las prestaciones sociales en salud, educación y desarrollo científico y tecnológico.
Desde ya el desarme de las limitaciones que nos atenazan en materia de informalidad, endeudamiento y fuga de divisas pondrá fin al presente modelo de ajuste, represión y endeudamiento y generará bases para una mejora económica y social sostenible.
Para alcanzar esas mejoras el desarme deberá ser acompañado por otras medidas, tales como la renegociación de la deuda externa existente, una nueva de entidades financieras, reformas laborales e impositivas y otras que completen un nuevo modelo en favor del trabajo, la producción y la soberanía.
Dejo para el final mi conclusión más importante, la necesidad de difundir al conjunto de nuestra sociedad la existencia y los resultados de este verdadero círculo vicioso cuya permanencia nos viene condenado a la decadencia económica y social, en modo de poder debatir y consensuar cómo salir de esta triple trampa y cómo asegurar un mejor futuro para todos.