Testimonios de observador participante

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PENSAMIENTO NACIONAL LATINOAMERICANO

Testimonios de observador participante

25 Julio 2023

El título que sugerí remite a un texto bastante recurrente que recuperaba algunas apreciaciones del historiador Tulio Halperín Donghi en relación con su participación intelectual desde transcurridas la segunda mitad del siglo XX. “Don Tulio” y su palabra son sagradas para lo que nosotros denominamos el “academicismo” ya que forma parte del canon del saber.

De esta forma, cualquier novel historiador que pretenda desarrollar su carrera profesional deberá abocarse al cursus honorum. Claro, mucha modernidad (líquida o sólida, no importa su condición) pero la práctica académica sigue siendo tributaria del modus operandi de la edad media: la lectio y su respectiva disputatio para alcanzar el grado de bachiller debía de reafirmar lo estipulado por el gremio académico. Entonces, aquellos que disientan de las apreciaciones historiográficas de Halperín Donghi o de los Romero reciben el mote de “militantes”. Es decir, historiadores que no responden a los cánones de la academia y, por lo tanto, adhieren a otros intereses lejos de la supuesta versión límpida e inodora de la historia científica. 

Aquellas prácticas endógenas resultan indispensables para la supervivencia del canon. Para ello, la renovación (lógica) profesional recibe la aprobación si tiene el “visto bueno” de sus mayores. Una legitimación que beneficia a las partes. Se pueden apreciar no sólo en los trabajos académicos, sino que también se cuelan en las tesis (desde ya), en los manuales escolares, en los congresos y jornadas académicas. 

Es por ello que la constitución y desarrollo del Primer Congreso de Pensamiento Nacional y Latinoamericano fue un hito disruptivo para los cientistas sociales. La necesidad de manifestar y expresar un pensamiento situado se pudo apreciar a las claras, luego de que numerosos inscriptos y ponentes del país y de América se dieran a la cita de participar activamente durante los tres días que duró el Congreso en la Universidad de Lanús.

El lugar que albergó dichos encuentros merece mención aparte. Porque se constituye como un oasis dentro del mundo universitario argentino: ¿Acaso alguien vio en cualquier universidad la presencia amplia y central de Malvinas?, ¿Pudieron estudiar en un campus donde los edificios lleven los nombres de Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz o Juana Manso? Pero la excepcionalidad no termina en lo simbólico sino que la UNLa también emprende desde hace varios años un curso de Introducción al pensamiento nacional que es común y obligatorio a todas las carreras (una inteligente disposición que imitaba al curso de historia social que se implementó en la UBA, Revolución Fusiladora mediante) y emprende un Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano (aprobado por la CONEAU) donde no sólo se inscribe estudiantes de humanidades sino que también de carreras técnicas (y ahí radican los frutos de un curso de introducción obligatorio).

Quien escribe estas líneas tuvo el inmenso honor de acompañar la coordinación de una de las mesas que compusieron el Congreso, cuya temática estaba vinculada a la historia de las ideas. El eje vertebrador se llamó “Inventamos o erramos”: epistemologías desde la periferia. Un título fenomenal que remite a dos grandes exponentes del pensamiento nacional y latinoamericano: Simón Rodriguez fue el autor de la frase que adquirió gran significación para la cultura popular bolivariana. Mientras que la búsqueda de una “epistemología de la periferia” remite a uno de los grandes trabajos ensayísticos de Fermín Chávez, autor de trabajos vinculados a la cultura nacional de valor insoslayable. 

Este “observador participante” compartió la coordinación de la mesa junto a Marcelo Rodriguez (Universidad de Avellaneda) y Marcos Mele (Universidad de Lanús). Lo que en un principio merecía cierta incredulidad en cuanto a la cantidad de trabajos terminó superando nuestras expectativas llevando a ocupar los tres días del Congreso e incluso obligando a desdoblar la mesa.

Eclecticismo Nacional y Latinoamericano

Si bien el pensamiento nacional y latinoamericano (es decir nuestro pensamiento “situado”) es resultado de una constante construcción colectiva compuesta con diversas expresiones y trayectorias intelectuales, desde el transcurso de nuestra mesa pudimos observar el carácter ecléctico del mismo.  El eclecticismo metodológico es resultado de un enfoque conceptual que consiste en combinar o tratar de armonizar opiniones, teorías, tesis, estilos e ideas derivadas de distintos sistemas metodológicos para obtener información complementaria de un tema o para crear algo nuevo que no se adapta a una realidad única o preexistente. Sin embargo, la notoria divergencia se denota en los proyectos sociales en ciernes. Entendemos el concepto de “proyecto social” de acuerdo a lo expuesto por Josep Fontana:  

“Toda visión global de la historia (que se constituye como) una genealogía del presente. Selecciona y ordena los hechos del pasado de forma que conduzcan en su secuencia hasta dar cuenta de la configuración del presente, casi siempre con el fin, consciente o no, de justificarla”

En función de eso, asistimos a enfoques claros que indican cierta raigambre en un pensamiento nacional (de corte revisionista o tributario de la izquierda nacional) y latinoamericano (focalizándose desde la tradición bolivariana) pero también a expresiones propias al contexto actual, nutrida de perspectiva multiculturalista y de genero (que no constituyen de por sí una contradicción, siempre y cuando cuenten con una relación en la búsqueda). La dificultad sobre estos últimos no tiene que ver con la temática (absolutamente válida y necesaria) sino que expresa una problemática en cuanto al objetivo con pretenden abordarlo. 

Para alcanzar un pensamiento verdaderamente nacional y latinoamericano debemos distinguir (como nos enseñó nuestro maestro Fermín Chávez) entre un “nacionalismo de medios” y un “nacionalismo de fines”: Al nacionalismo de fines, Chávez lo asocia subordinado al colonialismo, como el iluminismo encabezado por Sarmiento por la conocida disyuntiva entre barbarie y “civilización del mercantilismo portuario y de la Europa agresora”. Por el contrario, a Rosas, lo asocia al “nacionalismo de medios” donde lo que importaba eran los medios, instrumentos, instituciones concretas que permitieran alcanzar los fines nacionales. Siguiendo dicha línea de distinción, los trabajos que remiten a problemáticas culturales (como los innumerables trabajos referidos a la obra y legado de Rodolfo Kush) deberían concebirlo como instrumentos para la reflexión y construcción de un pensamiento nacional. No obstante, la dificultad se agudiza cuando la concepción de la idea de “nación” no es trabajada o tenida en cuenta. Es ahí donde los trabajos no aportan elementos constructivos sino meros enunciados disruptivos y maleables a una coyuntura atópica.

Los que importan

No obstante, la constitución y desarrollo del Congreso se elevó como una instancia propensa para el diálogo y el encuentro de ideas, trayectorias y proyectos colectivos. Desde nuestra mesa fueron recuperados, problematizando su legado, aportando nuevas líneas de análisis figuras relevantes del pensamiento nacional y latinoamericano como el filosofo Carlos Astrada, el prócer Simón Bolívar, exponentes del americanismo como Manuel Ugarte, nacionalistas excepcionales como Leonardo Castellani y Mario Cesar Gras.

Se destacaron, además, las actualizaciones en torno al Pensamiento Latinoamericano sobre el área de Ciencia y tecnología. Desde México y Brasil se incurrieron en diagnósticos sobre la realidad política y cultural de dichos países.

El Primer Congreso de Pensamiento Nacional y Latinoamericano debe constituirse como una instancia no sólo de reacción hacia la universalidad del iluminismo (teñido ahora de elementos posmodernistas) sino también de construcción de espacios, promoviendo el intercambio y consolidación de ideas auténticamente situadas (y no sitiadas) para avanzar en el desarrollo de una epistemología de la periferia, y que el campo cultural (y pedagógico) no siga siendo analizado desde “el europometrismo cultural”.

 

*Julián Otal Landi es profesor en Historia. Miembro académico del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.