“Cantares de Junio”: libro de Gerardo Burton

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“Cantares de Junio”: libro de Gerardo Burton

15 Junio 2021

Por Alejandro Flynn*

“Donde hay dolor existe un territorio sagrado” había escrito Oscar Wilde y nuestra historia (como la de todos los pueblos del mundo, en mayor o menor medida) está atravesada por instancias donde la angustia se ha hecho cargo de la vida, desalojando a la alegría del color de su existencia, para sumirnos en el desconcierto y el misterio del motivo de la pena y el sufrimiento.  Las poetas, los poetas, como Gerardo Burton se adentran en esa incógnita para traducirnos la esencia de aquello que la mayoría de los mortales no comprendemos en su íntima significación.

Un “territorio sagrado” de dolor concreto emergió en la Argentina a partir de los bombardeos del 16 de junio de 1955 a los que –entre otras tragedias- alude esta obra. En aquella jornada, cuando la muerte llovió sobre la Plaza de Mayo asesinando cientos de inocentes, ocurrió el inédito hecho de que una fuerza aérea de un país (de la Marina en este caso)  dejase caer explosivos de destrucción masiva, uno tras otro, sobre la población civil de su propia nación no existiendo una guerra. No se conocería hasta la fecha un suceso similar en la historia del planeta.

 El poeta no es indiferente a esa masacre y expresa su compromiso desde el sentir más cotidiano y minucioso de quien percibe “el sonido leve metálico dulce tibio de una llave en la cerradura de la puerta del regreso a casa” hasta el del desasosiego mayor que se pregunta “¿Por qué todo parece entero, íntegro por fuera? pero está roto… el amor está roto, el odio no, la ternura está rota

Los versos otra vez (y ojala siempre sea así) acuden aquí en auxilio a la memoria, la que “… era un volcán, estaba disfrazada, escondida, clandestina en roca que fue magma al volver”.

La “resistencia”, el “volver” son palabras que hacen al cantar de un pueblo y que Burton esgrime como un antídoto contra la fatalidad, el sino trágico del triunfo de Caín y la maldad; por eso es que cuando dice “los que van muriendo en las calles, peleando, resistentes por la vuelta" la imagen y su mención expresan la rebeldía de quienes no se rinden, aunque sean aplastados ni son vencidos aunque sean derrotados. Son estos versos los  del empecinamiento, que “estorba” como diría el mismo poeta en otros párrafos aludiendo a Evita, esa piedra en el zapato de la oligarquía.  

Y será la compañera del general, precisamente, ya sin vida, un símbolo al que ni la muerte pudo silenciar y es por eso que el poeta entiende, que más allá de su presencia física, ella sigue atenta al doloroso devenir de su pueblo y a lo que vendrá, cuando tres años después de su partida las bombas arrecien sobre las almas “Y ellos tan sin mí, tan lejos en la plaza bajo la lluvia, ocultos por el humo negro del bombardeo…

Un estorbo seré por siempre y será mi nombre bandera en la victoria”  son palabras que los versos ponen en la boca de la amada por su pueblo para el día del triunfo “Cuando la alegría ya no cabe más que en las plazas, en los abrazos  que de amor no terminan”. 

Burton no duda en identificar la maldad y le pone el nombre de aquel que la fundó sobre la tierra: “Caín gobierna muchas veces y cuando lo hace busca hermanos que matar

Y tampoco duda el poeta en reiterar la obcecación del retorno, de la reconstrucción contra todo mal que se le enfrente: “Volveremos tantas veces cuantas sea necesario, donde duela cuánto duela. Por amor

Del horror, que pareciera pintado por el mismísimo Bruegel en aquella tarde de junio, se desprende, en las antípodas, la belleza que se hace visible si hay quien pueda percatarse de ella. Y es aquí cuando el poeta dice: “Los escombros, las esquirlas, fueron la dulce carne joven mutilada, como la luna rosa que gobierna el cielo hoy.

Y avanza en la tarea de exorcizar el horror con un mandato de coraje “para que la madrugada no sea una intemperie sin fin” es que ocurre “el tibio resplandor, que desde el oráculo ordena atravesar las aguas

Para el cierre de la obra quedará palpitando en el lector, la lectora, el recuerdo imborrable del registro de todos los caídos y caídas en la eterna lucha del pueblo contra los enemigos de siempre. Y las siguientes palabras del poeta abonan el sentido que da vida a quienes no claudican, aunque se les vaya la vida en ese “Volver” y en esa “Resistencia”:

No existe, dicen los que viven, más amor, mejor amor que la vida que pasa de uno a otro, a otra, a una, a otro y así… Una galaxia donde el tiempo es ahora, todo aquí, todos todas aquí, en la victoria un puro presente” 

 

Tres poemas de Gerardo Burton

V

la vida por perón, la vida

por perón, la calle está oscura

el parque lezama rueda bajo el cielo rojo

de un pearl harbor rioplatense para marinos de utilería

 

(y los aviadores, contentos por su bautismo esa tarde)

 

es el fuego

de iglesias que arden, y no son los anarquistas

no, ellos no están ya

son los que quedaron vivos, los que

tienen la vida

por perón, desde los camiones

con palas y palos y pistolitas

porque las armas de eva nunca llegarán

 

contra los gloster meteor, contra los catalina

contra los beechcraft no pueden

pero habrá fusilados en un año más

(penitenciaría, josé león suárez y lanús

civiles y militares)

 

y ahora arden los templos

que escondieron armas

como contaba entre sonrisas el cura enrique

que las habían ocultado

bajo el altar mayor

del que dio el manto

a los menesterosos, el santo de tours

y es patrón de la ciudad

 

arden los templos

esa noche

 

un raro, escaso

momento de justicia

 

XVII

el amor roto, la tarde rota

el amor, otra vez

roto, el mar

abierto, también roto

 

¿dónde, ahora que los años

se han roto, los amores y las horas

de tardes de domingo

de mañanas para trabajar

de puertas

que se abren por la tarde los lunes?

 

todo es casual, el agua que cae

cada lluvia

el río que la lleva

las nubes

 

¿por qué todo parece

entero, íntegro por fuera

pero está roto

entre el sonido de ferrocarriles ahí nomás

y los aviones

que hace rato duermen

en hangares abandonados?

 

el amor está roto

el odio no

la ternura está rota

la picana no

el cielo está roto

no el infierno

 

buscar el mundo roto

esperar que se arregle pronto

pero no

siempre fue así

el ojo

el oído, el gusto

y el tacto unen todo aquello

que sigue (seguía, seguirá)

roto en su hondura

 

el amor, entonces, es de

lo real

no del ojo, no del oído

no de la lengua que saborea

 

todo está roto

y eso es lo real

pero no te lo cuentan

ni el ojo, ni el oído

ni las voces, que mienten

y ése es su oficio

 

XXIX

las desgracias

no son naturales, no

las catástrofes

tampoco

a los muertos no los mató la lluvia

a los torturados

no los sometió la electricidad pura

 

la pereza de mirar subyuga

y así

ondean las banderas del enemigo

fabricando

cementerios a su paso

 

hay que buscar una victoria

recordar

las batallas ganadas hace tiempo

volver

a ganarlas, a pelearlas

aun cuando

las bombas lluevan, los vientos rasantes

sobre la culpa

pudran

el alma

 

no hay fiesta en ello

no hay gozo, sólo miedo

porque tener deudas

es terrible, mirás y 

algo falta, algo muere

por eso

la victoria debe ser recordada

su raíz, cuidada, y de a poco

convertida en dura, alegre memoria resistente

 

no existe, dicen los que viven

más amor, mejor amor

que la vida

que pasa de uno a otro a otra

a una a otro y así

así

interminable

amor

inter

mi

na

ble

amor

 

* Escritor, dramaturgo, librero. Reside en Neuquén. Coordina talleres de dramaturgia en bibliotecas populares de la provincia. Gestiona una librería itinerante denominada Libros en la Tormenta