Historias Desobedientes: "Estamos rompiendo el mandato de silencio que nos impusieron nuestros padres"

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Historias Desobedientes: "Estamos rompiendo el mandato de silencio que nos impusieron nuestros padres"

20 Febrero 2018

Por Estefanía Cendón

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo se definen?

Analía Kalinec: Nos estamos organizando colectivamente, a medida que pasa el tiempo va tomando mayor magnitud. Hay un montón de gente que cuando se entera de nuestra existencia, de otros hijos o familiares de genocidas siente la necesidad de acercarse y compartir sus historias. En este poco tiempo hemos crecido mucho. Tenemos objetivos claros en relación a pronunciarnos colectivamente en contra del accionar de nuestros padres y lo que fue la dictadura. Alineándonos con esta lucha que se viene dando hace más de 40 años a través de las Madres, las Abuelas y los Organismos de Derechos Humanos. Entendemos que somos consecuencia de esa lucha ya que al interior de nuestras familias nunca nos hubiésemos enterado de lo que pasó si no fuese por este empeño social de visibilizar, no ocultar y no negar lo que pasó. Tenemos consignas muy claras como "Memoria, Verdad y Justicia", "No al 2x1", "Son 30.000", "No nos reconciliamos". Como hay una pre- existencia de pronunciamientos de hijos de genocidas que no tienen nada que ver con nuestra línea, queremos dejar en claro que hablamos desde otro lugar y que necesitábamos hacerlo porque no nos sentíamos representados con las voces que lo venían haciendo. Nosotros comprendemos que nuestros padres son genocidas y de ninguna manera presos políticos, por eso nos interesa pronunciarnos públicamente.

APU: ¿De qué modo surgió el colectivo Historias Desobedientes?

A.K: Las primeras que nos encontramos fuimos Liliana Furió y yo a partir de un testimonio que salió en un libro. Lili leyó mi testimonio y me buscó en redes sociales, esto fue a mediados de 2016. Hasta ese momento públicamente se conocían los casos de Vanina Falco, la hija biológica del matrimonio Falco, los apropiadores de Juan Cabandié. Vanina ayudó a Juan en su recorrido por recuperar su identidad y denunció a sus padres como apropiadores. Otro caso, que leí en el libro de Baltasar Garzón y Vicente Romero "El alma de los verdugos", es el de Rita Vagliati, que en el año 2003-2004 se cambió el apellido. Esos son los dos casos que conocía y que habían tomado estado público. Si bien me daba tranquilidad saber de ellos, eran casos aislados. Cuando Lili leyó mi testimonio ella me llamó y empezamos un recorrido en común. Incluso cuando fue el 2x1 estuvimos juntas en la Plaza. Al poco tiempo del 10 de mayo, cuando fue el 2x1, sale una nota de Mariana, la ex hija de Etchecolatz, diciendo: "Marché contra mi padre genocida". En el relato de la crónica ella describe dónde estuvo en la Plaza y casualmente fue muy cerca del lugar donde estuvimos con Liliana. Nos sentimos conmovidas y conseguimos su mail. Lili contactó a Rita Vagliati. Hay otras compañeras que dejaron mensajes en redes sociales e hicimos una primera reunión en casa de Lili el 25 de mayo de 2016, ya éramos seis. Esa reunión se viraliza y empezamos a recibir cataratas de mensajes de distintos medios de comunicación, equipos de investigación y otros hijos e hijas. Un poco nos desbordó, nos emocionó e hicimos un primer encuentro para el 18 de junio. Todo fue muy rápido, ya éramos más de 20 para entonces y hasta viajó gente del interior y nos escribieron desde el exterior para encontrarse con nosotras. 

APU: ¿Cómo fueron esos primeros encuentros?

AK: Ante todo de mucha catarsis, desborde. En algunos esto empieza a tener impacto a nivel emocional. Hay una compañera que tiene una parálisis facial. Otra compañera termina con licencia psiquiátrica, otras con problemas de salud. Entendimos que todo era fuertísimo.

APU: ¿Estas afecciones en la salud son pre-existentes a la reunión o surgieron a raíz del encuentro?

AK: Es como que se reactivan cosas que ya nos habían pasado a lo largo de nuestra historia. Esto empieza a tramitarse desde otro lugar y aparecen síntomas, los vamos trabajando y poniendo en palabras. Es muy fuerte para nosotros encontrarnos.

APU: ¿Qué les aporta individualmente formar parte de Historias Desobedientes?

AK: Creo que la posibilidad de hacer algo diferente con estas historias que nos tocan. Cada uno lo fue haciendo de manera solitaria, pero poder hacerlo colectivamente y realizar un aporte a nivel social es sanador, a través de la posibilidad de hablar.

APU: ¿En qué consiste ser "desobediente"?

AK:  Nuestros padres tienen un pacto de silencio que a nosotros nos llegó a modo de mandato de silencio. Este mandato lo estamos rompiendo, estamos siendo desobedientes en relación a eso. Por eso nos parece sanador. Hablar de lo que no se habla al interior de nuestras familias. Yo lo iba a visitar a mi papá a la cárcel y hablábamos de cualquier cosa menos de los motivos por los cuales estaba preso. En el momento en que empecé a preguntar fui excluída de la familia, se hace insoportable que alguien hable de eso.

APU: ¿En qué año quedó detenido su papá?

AK: El 31 de agosto de 2005 me llamó por teléfono mi mamá y me dijo que no me asuste pero que mi papá estaba preso. En ese momento yo tenía 25 años, hacía poco me había casado, mi primer hijo tenía un año y medio. Era la primera vez que vinculaba a mi papá con el accionar de la dictadura. Yo nací en 1979 y crecí en años de impunidad, no tenía el tema trabajado, en la escuela tampoco era un contenido. Era un tema del que no sabía nada.

APU: ¿Usted le consultó a su madre acerca del motivo de la detención?

AK: Yo ahí acato el mandato. Nos dice mi papá que es todo mentira, que no teníamos que creer nada porque estábamos ante un gobierno de "zurdos revanchistas" y que no había elementos, por eso iba a salir enseguida. 

APU: ¿Confió?

AK: Sí, era mi papá. A diferencia de otras historias fue un padre muy querido, muy presente, afectuoso, protector. Ni remotamente dudaba de lo que él podía decir. Dudar de él me generaba un conflicto interno muy fuerte. Entonces así estuve dos años, pensando: "pobrecito mi papá, lo que le están haciendo". 

APU: ¿Cuándo se produjo el punto de quiebre?

AK: En el año 2008 cuando se elevó la causa a juicio oral. Ahí leí la causa, Daniel Rafecas era el juez que intervenía. Al ver los testimonios y de qué se lo acusaba, lo googleo y ahí fue un camino de ida sin retorno.

APU: ¿Pudo hablar con su papá? ¿Cuál fue la primera reacción?

AK: El recorrido fue paulatino hasta que me animé a hablar con él del tema. Él se incomodó mucho y la duda que yo abrazaba, que podía no ser, me quedó confirmada. Se puso a la defensiva y después de ahí no lo vi más. Yo le escribí una carta, la carta me la contestó mi mamá muy enojada diciendo que ella adoraba a ese hombre, que no me perdonaba que lo esté cuestionando, que no era quién. Me decía que él siempre nos cuidó y nos protegía para que no nos pase nada, que gracias a él fuimos a los mejores colegios y tuvimos una infancia feliz. Yo le contesté que a mi no me tenía que perdonar, que se fije qué había hecho mi papá. Se enojaron muy fuerte y me distancié de mi familia. 

APU: ¿Volvió a tener contacto con su mamá?

AK: Mi mamá cursaba hace muchos años una enfermedad: cáncer. En sus últimos años de vida yo me reencontré con ella. Mamá falleció hace dos años, en 2015. Siempre fue a condición de no hablar de ese tema. Ella no podía abordar el tema, tampoco yo lo hice teniendo en cuenta su condición.

APU: ¿Su padre quedó detenido en 2005 y usted sostuvo la relación con él hasta el 2008?

AK: Sí. Después me lo encontré en el velorio de mi mamá, septiembre de 2015, pero no nos hablamos. Está muy enojado conmigo. En marzo de 2016 salió el libro donde está mi testimonio. Ahí nos conectamos con Lili y en este poquito tiempo nos fuimos encontrando con otros hijos y construimos este colectivo Historias Desobedientes.

APU: ¿Cómo está conformada su familia? ¿Tiene relación con ellos actualmente?

AK: Somos cuatro hermanas mujeres. Yo soy la segunda.

APU: ¿Qué postura tienen ellas?

AK: No estoy en contacto con ellas, también están enojadas. La postura de cada una es distinta, pero creo que ellas tampoco la están pasando bien. Mi posicionamiento es claro: del lado de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Una de ellas lo transita-interpreta por el lado de la Teoría de los dos demonios, otra considera que "ya pasó todo, pasó mucho tiempo y hay que olvidar". Otra de mis hermanas cree que había que hacerlo para salvar a la patria. Estas son lecturas generales que hago porque hace mucho tiempo que no hablo con ellas. 

APU: Entre los relatos que figuran en su página se repiten las palabras "culpa" y "vergüenza". ¿Cómo manejan esos sentimientos? Ya que, a pesar de no haber provocado esos delitos, de alguna forma los ha tocado en su vida.

AK: Lo trabajamos en nuestras terapias individuales. Tenemos claro que no es culpa nuestra de ninguna manera, pero el inconsciente también opera y sabemos que existe. Además sentimos mucha vergüenza de sabernos sus hijos, por eso es tan sanador para nosotros poder diferenciarnos y pronunciarnos públicamente. 

APU: En uno de sus textos enuncian: "Somos desobedientes y con faltas". ¿Qué viven como falta?

AK: Esta lectura es personal, yo creo que es la falta de la familia. Porque al tomar este posicionamiento nos empiezan a faltar los vínculos más primarios, con los que tomamos distancia.

APU: Interpreta falta como ausencia, no como error.

AK: Exactamente. También hay otra lectura posible: muchos de nosotros teníamos bastantes faltas de ortografía de pequeños, dislexias, dislalias, problemas de aprendizaje. Retrospectivamente se puede interpretar que uno necesitaba romper con alguna regla o norma, la falta de ortografía es una forma de no acatar las normas.

APU: ¿Por qué se calla tanto tiempo?

AK: Hay una cuestión de vergüenza y estigmatización. Nosotros ahora nos pronunciamos, pero la representación social que hubo siempre en relación a los familiares de los genocidas era alineada con las voces que se venían expresando y defendían el accionar de los genocidas. Quedábamos atrapados en una representación que había de los genocidas y sus familiares. Hay vergüenza y miedo de expresar de quién es hijo uno. En el relato de la ex hija de Etchecolatz, cuando ella iba a pagar con su tarjeta de crédito sentía toda la condena social en la persona que le cobraba en un supermercado. Por eso es tan importante para nosotros pronunciarnos y alejarnos de lo que hicieron nuestros padres ideológicamente, emocionalmente, afectivamente, porque así lo sentimos.

APU: ¿Conserva su apellido?

AK: Esos son recuerdos subjetivos. Liliana Furió dijo que ella no se cambia el apellido porque el apellido no es sólo del padre, sino de toda la familia. En mi caso personal yo no reniego de ser su hija. Yo soy su hija y espero que él hable y se arrepienta. Desde mi lugar de hija me reafirmo y le reclamo a mi papá que hable y cuente lo que sabe.

APU: ¿Su padre aún vive?

AK: Vive y tiene 65 años. Era joven en la época de la dictadura.

APU: ¿En qué estado se encuentra el Proyecto de Ley que presentaron para modificar la Ley Procesal Penal y de ese modo poder testificar?

AK: Presentamos un proyecto para modificar los artículos del Código Procesal Penal que prohíben a los hijos declarar o testificar en los juicios. Nuestro Código Procesal Penal prohíbe a cualquier hijo declarar en contra de su padre, salvo que el delito haya sido cometido contra él mismo o contra un familiar de igual grado. Pablo Verna es abogado y es el autor del proyecto de ley que busca reformar los artículos 178 y 242 del Código. Pablo escuchó de su padre, que era la persona que inyectaba a quienes luego eran arrojados vivos al mar en los "vuelos de la muerte". Realizó la denuncia en 2013 en la Secretaría de Derechos Humanos y se encuentró con que su testimonio no podía ser tomado en juicio. Es así que Pablo entendió que hay algo mal, que la justicia debe prevalecer, que hay que accionar contra estos graves crímenes. Cuando nos empezamos a encontrar colectivamente Pablo comentó lo que le pasó y lo acompañamos en este recorrido personal que él hace en la modificación del Código Procesal Penal. Eventualmente puede haber otros hijos con datos que puedan aportar a la Justicia.

APU: ¿Qué cosas aprendió y qué ya no quiere volver a vivir en base a las experiencias que le tocó atravesar?

AK: Me duele el distanciamiento familiar, el enojo que hay en relación a lo que estoy haciendo. Eso no me es indiferente, pero no encuentro otra opción para ser. Esta es mi manera de pensar, sentir y entender lo que pasó. Reconocer que lo que hubo en Argentina fue un genocidio. No puedo posicionarme en otro lugar. En términos personales reivindico esto que estoy haciendo. Mi lucha viene por ese lado. Que mi papá y mis hermanas puedan reconocer el daño que han ocasionado, que hubo un genocidio y un aparato estatal, un plan sistemático que exterminó a gente que pensaba diferente. Esto no puede volver a pasar.