Tumbita: tierra fértil que rodea a la lápida
Por Sol Giles
Hay una tumba de papel llena de vida. Tinta repleta de yuyo, flores, nacimientos y muertos que no serán velados.
Hay un hombre pariendo un libro para cagarse de risa de la parca. En cada página el autor llama a la muerte, gruñe a sus verdugos y en pelotas les grita: ¡No nos han vencido!
Se trata de Tumbita, el segundo libro de Miguel Martínez Naón, quien con esta publicación se consagra como un arquitecto de retazos. O mejor aún, un albañil de prosas limpias.
En su poesía conviven el horror y las secuelas, el lado B de la Triple A y el perfil tormentoso de los años 90 cuando la anomalía era no sentirse completamente solo. Pero también los amores que no acaban y de esos amigos que se parecen al ayer.
Es que sus huesos fueron calados de exilio. Y de todo el resto hizo pura vida.
Ese cúmulo de historia y densidad presente, de fantasmas que quieren volver, se hace presente en este libro que pudo haber sido escrito por un poeta viejo de noche o por un poeta joven de día.
Con elegancia de barrio, el autor logra cruzar de lado a lado el puente entre el destierro y la comunidad organizada, resistiendo las artimañas del lenguaje, las fronteras y los muertos de amor que no se quieren despedir.
El resultado es una poesía insurrecta, que le escapa a las encrucijadas de la solemnidad literaria. Es el llanto que interrumpimos alguna vez para sanarlo luego en el hombro compañero.
“No quiero dar la espalda ni olvidar”, escribe con sangre de recuerdos y se convierte en una especie de molotov poética para advertirle al enemigo que no se atreva porque aquí no se rinde nadie.
Tumbita es la tierra fértil que rodea a la lápida. Allí donde se amuchan los quijotes de las causas justas: poetas muertos que viven. Artistas, militantes, revolucionarios. Simples mortales que ya hemos fallecido en otras ocasiones. Sobrevidas de otras vidas que siguen cantando con la mirada erguida en una misma fosa común.
Presentación del libro:
Jueves 9 de noviembre, 19,30 hs, Bar Cultural Gorlami (Balcarce 971, CABA)
Selección de poemas
Padre
Se desune
la muerte de mi viejo se desune.
No me apura el mar con toda su ceniza
no me apura el recuerdo con toda su inocencia
se puede ensayar todavía
y se puede militar
Yo digo que vamos a hacer la revolución
y mi viejo se distiende sobre el mar
y sonríe
Por debajo de su locura
es un muerto a caballo
que mancha
Ring
A mi querido Alberto Szpunberg
Suena la campana
mi cara envejece
en otro país
¿Y la sonrisa que te regalé?
Entro en el ring
y eso es todo
sin decir
agua va
sangre viene
el recuerdo pasa
y eso es todo
Cápsula de Tango
Ya encontré mi navaja
dí con el filo
los tajos en la cara
Mi tiempo es la indefensión y ahora
ya no tengo nada
Mi amor
todas esas cápsulas de miedo
quedaron en el charco
Muchachos
El dolor nace del viento
de las telas de araña
piedras
boca de los cementerios
Chicos cerrados a la luz:
el recuerdo es otro país
con la sangre entre los huesos
No hay recuerdo
muchachos
sólo golpes de puño
que todo lo cierran.
No olviden el cielo entre los ojos
guirnaldas
relámpagos
No quiero dar la espalda ni olvidar
Muchachos
Estamos aquí
en el otro país
tal vez en sus olvidos haya sangre
todavía
No corran
hay tiempo para descansar
para olvidarse de nosotros
Hijos del exilio
Los hijos del exilio somos huesos rodantes
Nadie pregunte lo que soñábamos
Siempre estábamos lejos y ahora
todo
nos queda lejos.
Fuimos dulces bajo las palmeras
y la nieve nos hirió el idioma.
Fuimos los casettes que cuentan ahora
lo que jugábamos
o lo que comíamos
y siempre estábamos divinos en la foto
y cerrábamos los sobres
para los abuelos
con ganas de meternos adentro
como enanos
manuscritos