"Sinceramente": el libro del retorno

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"Sinceramente": el libro del retorno

10 Mayo 2020

Ilustración: Sol Giles

Por Gito Minore

 

El pasado 30 de abril debería haberse inaugurado la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Por motivos que todos conocemos, dicho evento ha debido aplazarse. Es así que, luego de cuarenta y cinco años de funcionamiento ininterrumpido, el mayor acontecimiento cultural de nuestro país, no se ha podido desarrollar. Al menos en la forma que lo conocemos.

Desde el sitio oficial se vienen proponiendo charlas virtuales, presentaciones, incluso se lleva adelante el programa Libro %, que beneficia con importantes descuentos a las Bibliotecas Populares. Como dato curioso, han lanzado una suerte de campaña llamada “¿Extrañás la Feria?”, donde se propuso subir a las redes una foto de alguna feria pasada usando el hashtag #VamosFilBuenosAires, en el día y horario que debería haberse inaugurado.

En este marco actual, en que el encierro y las nuevas prácticas, nos incitan continuamente a rememorar tiempos pasados y a pergeñar otros futuros posibles, resulta interesante traer al presente un momento particular que sucedió en la edición anterior de la Feria del Libro de Buenos Aires, pero cuyo alcance lo estamos viviendo hoy.

El martes 23 de abril del 2019, dos días antes de inaugurarse la edición número 45 de la Feria, por distintos medios se dieron conocer dos noticias: que el viernes 26 de ese mes salía a la venta el libro Sinceramente de Cristina Fernández de Kirchner, y que su presentación oficial sería en el salón Jorge Luis Borges el 9 de mayo.

La novedad causó un revuelo terrible. A poco de su lanzamiento, el título alcanzó cifras de ventas extraordinarias, sobre todo teniendo en cuenta lo delicado de la situación económica que se sufría en Argentina luego de más de tres años de macrismo. A su vez el texto fue libremente compartido por cadenas de Whatsapp en formato pdf.

Del mismo modo que su autora, el libro fue amado y odiado de manera visceral. A la par que quienes lo compraban compartían frases en sus redes sociales o simplemente una foto abrazando su ejemplar; desde los medios opositores no se ahorraron tinta ni horas al aire para descalificarlo. Solamente el diario La Nación publicó más de treinta artículos entre el 23 de abril y el 27 de mayo de ese año.

Como sea, el libro se posicionó en el centro de la escena. En pocos meses se venían las elecciones presidenciales y el futuro de la Argentina era una incógnita. En este contexto, Sinceramente, un extenso volumen con memorias, anécdotas y entretelones de la gestión tanto suya como de Néstor Kirchner, se leyó en clave política. ¿Acaso era su forma de hacer campaña? La pregunta flotaba a un lado y otro de la grieta. Nadie pudo permanecer indiferente. ¿Cristina se presentaría como candidata a presidenta nuevamente?

Así, el jueves 9 de mayo el predio de La Rural fue testigo de un momento excepcional. La ex presidenta, venía a presentar su libro para un auditorio lleno de invitados. Pero no sólo para las personalidades que ocupaban un asiento reservado en la sala de conferencias. Desde temprano, una multitud se hizo presente en el playón del lugar. Munidos de banderas, carteles y paraguas, bajo la lluvia, escucharon la presentación.

La épica de todo gran momento peronista estuvo presente con los ingredientes que nos tiene acostumbrados: aplausos, llantos y cánticos. Todo bajo el agua, para que sea más memorable. Obviamente que también llegaron las críticas. De las treinta y pico de notas que La Nación le dedicó al libro en poco más de un mes, quince se escribieron ese día. Sí, quince notas en veinticuatro horas.

Teniéndola a Cristina de protagonista, era de esperar que el evento fuera grandilocuente. A pesar de que el discurso fue discreto, alrededor de treinta minutos, toda la movilización fue impresionante. Sin embargo, hubo un detalle que ese día, en medio de tanta bulla, quizás pasó desapercibido. Un momento chiquito en sí mismo, un pequeño gesto, que hoy viéndolo a la distancia, adquiere un renovado valor.

Ni bien tuvo el micrófono, hizo las dedicatorias. A las autoridades de la Feria del Libro, a la editorial y  a “los miles y miles que han comprado el libro en momentos tan difíciles”. Luego hizo una pausa muy pequeña y sonriendo dijo: “También quiero agradecerle a quién me dio la idea de escribir un libro. Está ahí, en la primera fila. Es Alberto Fernández.” Los aplausos estallaron.

Con tono intimista comentó como este hombre la motivó a escribir: “La verdad que cuando él vino y me dijo que lo angustiaban las cosas que se decían de mí y de Néstor, de los chicos, de nuestra vida, de nuestra relación como pareja. Me dijo: ‘Yo que los conocí a los dos juntos y los vi, me da mucha angustia que se escriban esas mentiras. Vos tenés que salir a decir, a contar eso y otras tantas cosas’. Y bueno, así empezó la idea de este libro”.

Un momento chiquito. Un guiño cómplice. Nada del otro mundo. Seguramente quienes esperaban grandes definiciones esa jornada, se fueron decepcionados. Cristina no se candidateó a presidenta. Quienes tenían el deseo de tenerla nuevamente al frente del país, se habrán ido pensando que hay que saber esperar. Para quienes sólo la querían ver presa, habrán creído que la presentación era simplemente otra “telenovela de la Porota”.

Entonces, el 18 de mayo, nueve días después apareció la candidatura. Pero no como la esperaban. Cristina se postulaba a las elecciones, pero no como presidenta, sino acompañando en segundo lugar al compañero que le había instado a escribir su libro.

De más está decir que esta jugada política también fue denostada. No importa. Lo cierto es que hoy, un año después, quien conduce los destinos de la Nación es Alberto Fernández. Con todo lo fuerte que significa decir “los destinos de la Nación” en este contexto de pandemia y crisis sanitaria mundial. Destinos que hace justo un año, el 9 de mayo de 2019, no hubiésemos pensado bajo ningún concepto. Pero que gracias al buen tino y a la generosidad de una mujer, hoy podemos transitar con mucha más confianza que muchos países vecinos y del llamado primer mundo.

Una estrategia política maravillosa que tuvo como génesis a un libro.