Samantha San Romé: “El amor merece ser considerado uno de los temas complejos sobre los que escribir y pensar”

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ENTREVISTA

Samantha San Romé: “El amor merece ser considerado uno de los temas complejos sobre los que escribir y pensar”

20 Agosto 2023

Samantha San Romé nació en Chivilcoy, en 1989. Tras publicar cinco libros de su autoría y participar con poemas en Martes verde (2018), compilado del colectivo Poetas por el Derecho al Aborto Legal y Seguro, lanzó Un lugar en el mundo hace solo dos meses por el sello Sudestada, en su colección “Poesía Sudversiva”. Un libro intenso donde el deseo, el amor, la militancia y el recuerdo tienen un papel central.

Desde AGENCIA PACO URONDO la convocamos para conversar en torno a esta obra, como así también para charlar sobre la segunda edición del Festival del Libro Independiente de Chivilcoy, que lleva adelante junto al librero y comunicador Maxi Gesualdi.

Agencia Paco Urondo: Uno de los poemas de Un lugar en el mundo tiene una frase por demás sugerente: “mover la tierra y encontrar / nuestros antiguos deseos de la infancia”. Ambas ideas, recuerdo y deseo, permanecen y atraviesan las páginas del libro ¿De dónde surge este vínculo en tu escritura?

Samantha San Romé: Lo que mi hermana y yo hacíamos cuando enterrábamos cosas en el patio de casa (desde bichitos que se morían, hasta cartas, fotos, objetos y cosas que queríamos cumplir), de alguna manera inconsciente tenía que ver con la mitología del deseo de Pandora. Con esa primera mujer que abrió una caja que le había sido dada por los dioses y la culparon de liberar todos los males del mundo, que quizás sea la metáfora feminista de abrir la caja de los deseos. No sé qué creíamos en ese momento, pero me gusta pensar que confiábamos en que de adultas íbamos a desenterrar esos deseos y encontrarnos a nuestras niñas. A nuestras infancias antes de que les arrebataran la libertad, la creatividad, la imaginación, antes de las expectativas de los demás, de los mandatos, de que les digan qué tienen que hacer y qué tienen que querer, de lo que nos pasó, la vida misma.

Es una categoría compleja de definir y de pensar, la del deseo. Porque tiene que ver con lo que a una le nace, con lo que tiene adentro y quiere salir, con lo que una es en realidad, con una pulsión, pero también tiene que ver con lo reprimido, con la cultura, con las condiciones materiales de cada persona, con lo que puede desear y ni hablar si todavía nos vulneran algunos derechos. Hoy el deseo está en la escena pública. La escritura es deseo. La lectura, el arte son la válvula del deseo. Y el recuerdo es la entrada al texto, pero como una ficción. El último poema habla de eso. No siempre que escribimos sobre un recuerdo lo estamos contando tal cual fue (ni cuando lo contamos en terapia). Importa qué y cómo lo contamos. Nuestro punto de vista ahí o qué elegimos mirar de esa foto en la memoria o, en oportunidades, qué se alumbra solo ahí. Supongo que también tiene que ver con una pelea contra el olvido y, de alguna manera, sentir que la escritura es una forma de atrapar todas las cosas que inevitablemente se van a perder. Hay un efecto actualizador en la poesía. Ese acontecimiento pasado, por ejemplo, el de enterrar deseos en el patio, nunca hubiera sido lo que es hoy si no lo hubiera deseado escribir. Hubiera desaparecido la posibilidad de tener ese significado presente que tiene mucho que ver con la conexión que tengo con mi hermana y con ofrecernos un atajo. Como decirle: nuestros deseos cambiaron y está bien cambiar, pero todavía deseamos.

“Lo que incomoda es eso que defendés, lo que pensás”.

APU: Otro territorio que los poemas transitan es el del amor, pero no estrictamente el romántico, sino uno más plural (el fraternal, maternal, y sobre todo el que se da entre amigas). ¿Cuánto influye a la hora de escribir esta sensibilidad?

S.S.R.: Influye en todo. La poesía nos exige que amemos. La vida, en realidad. Hay escritura sobre otras cosas, pero en lo que respecta a mí, siento que siempre hablo de amor en cualquiera de mis textos. En Elogio del amor, Badiou dice que debe ser reinventado, pero también defendido. A veces siento que el lugar que tiene el amor en la escritura, en la poesía, en la literatura está un poco ninguneado, que se le baja el valor y está atravesado por algunas cuestiones de género. Es común, si sos mujer, que te tengan como la que escribe poemas de amor. Como si fuera poco o como si fuera fácil. No sé si a los varones les pasa lo mismo. Es una teoría, igual. Pero me lo han dicho y capaz en los poemas que escribo no estoy para nada hablando de un amor romántico. El amor romántico, un poco se coló en todas las relaciones amorosas. En la familia, la amistad, la maternidad también fue romantizado, idealizado. El amor merece ser considerado uno de los temas complejos sobre los que escribir y pensar, de la mano del deseo. Un poco es el Eros dulce-amargo de Carson, pero hay otras zonas que me interesan iluminar. Una es la que nombrás en esta pregunta y es lo que hay que defender, lo tiene que ver con el amor fraternal, con el cuidado, el respeto, la empatía. No lo digo yo, Dubet dice que hay que volver a hablar de fraternidad. Uno de los síntomas de la actualidad es ese aparente triunfo del individualismo sobre lo comunitario. Hay que pensar en un amor colectivo. Eso lo hizo el feminismo en medio de ese aparente triunfo de su opuesto. De ahí. la figura de las amigas, la amistad como ese amor fraternal, de igualdad, para pensar todas las maneras de amor (con su dulce-amargo y no sin conflicto), pero desde esto que aprendimos. Y con ese amor amar al/la compañero/a, a la madre, al padre, a los/as hijos, a los Otros, a la naturaleza.

APU: Muchos de los versos que forman parte de la obra son un grito de denuncia, en especial a la violencia de género. ¿Cómo vivís la relación militancia y literatura?

S.S.R.: Yo estoy convencida de que la palabra y el arte tienen sus efectos en la vida de las personas, dentro de eso más grande que es la cultura y su función transgresora. Estos poemas del libro que denuncian casos de violencia de género hablan de acontecimientos que la única justicia que tuvieron en la vida real fueron la palabra, la poesía. Vivo con naturalidad esa relación entre militancia y escritura porque es lo que me nace y tiene que ver con el cuerpo en el que nací, con el lugar que ocupo -en muchos aspectos de privilegio- y con el mundo que conmueve la inspiración de cada artista. Siempre existió la falsa idea de que la militancia y el arte se repelan. Esa creencia también es política, vaciar el arte de su militancia, de su compromiso, de la capacidad de cuestionarse, de pensar.

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Quizás, lo que hay que preguntarse es por qué algunas personas se decepcionan cuando descubren que les gustan tus poemas, pero que sos feminista o peronista o no te llevás bien con la ideología de la Iglesia o les molesta que les digas lo que pensás y te dicen que hubieran preferido seguir leyendo esos poemas en los que no se te nota que tenés tu postura. Porque no es verdad que lo que molesta es la militancia, si cada uno tiene sus ideas. Lo que incomoda es eso que defendés, lo que pensás. A veces se confunde la militancia con la bajada de línea, con lo panfletario. Pero creo que lo peligroso es creer que se arruina la poesía o la libertad cuando un/a artista no oculta quién es y dice lo que piensa, porque eso abstrae el arte de la sociedad en la que surge.

APU: Más allá de tu labor poética, desde hace un tiempo co-coordinás el Festival del Libro Independiente de Chivilcoy ¿Cómo surgió la idea y quiénes la motorizan?

S.S.R.: La FLICH es un proyecto que escribimos en conjunto con un amigo, Maxi Gesualdi, también comunicador y, además, librero. Yo pasaba a buscar un libro por su librería y decíamos “tenemos que hacer esto en Chivilcoy”. Hicimos algunos ciclos de arte, asta que se presentaron las condiciones y la propuesta de que organicemos nosotros algo así porque estaban los recursos y teníamos este proyecto. Siempre decimos que la identidad de la FLICH es el encuentro, la cultura del vínculo, el intercambio. Queríamos crear una fiesta cultural que junte a los/as artistas, los libros, las editoriales con su público, sus lectores, porque teníamos el deseo de acercar a nuestra ciudad la posibilidad de escuchar y charlar con el/la artista que uno/a admira, de conocer editoriales y preguntar cuáles son los procesos de un libro.

APU: ¿Cuáles son los obstáculos con los que tienen que lidiar al realizar este evento en una ciudad chica y alejada de la Capital? ¿Y las ventajas?

S.S.R.: Teníamos que romper con esa idea de que las propuestas culturales que nos enamoran solo las podemos encontrar en Capital, que tengamos que viajar y pagar una entrada para poder acceder. Queríamos consolidar un proyecto que nos conmueva y que se pueda sostener en el tiempo, pensar en la función de la cultura en relación con nuestro propio territorio y su diversidad, que también la FLICH enriquezca los temas y debates actuales, rescatar el valor de los libros y la lectura, la importancia de ese vínculo para las personas. En ese sentido, la pensamos relacionada a la descentralización de la producción y distribución del conocimiento que se cultiva en estos festivales. El mayor obstáculo está relacionado a que la FLICH es algo nuevo, que aún no la conocen. El año pasado, las editoriales tuvieron que apostar a venir a una feria sin saber si iban a vender un libro. Y en ese sentido, sentimos más el acompañamiento y el apoyo que las dificultades. Ojalá, con el tiempo, la FLICH y muchas nuevas ferias muevan el interés para que las personas quieran venir a la ciudad a conocerla.

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Flich

APU: ¿Reciben algún tipo de ayuda de algún organismo oficial para llevarlo adelante?

S.S.R.: Sí. En ambas ediciones, la del año pasado y esta, fuimos seleccionados por el Programa de Apoyo a Ferias del Libro del País impulsado por el Ministerio de Cultura de la Nación y contamos con el auspicio del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. A su vez, el Centro Cultural Kirchner de Chivilcoy forma parte de la organización del festival. Esto es clave, porque el problema más importante que tienen las ferias del libro es el financiamiento y, como en nuestro caso, si forma parte de una política de Estado, corremos el riesgo de no poder sostenerlo cuando cambian los gobiernos, o nos vemos en la obligación de encontrar otras formas de financiamiento en el ámbito privado para asegurar su sustentabilidad. Estos proyectos ponen en evidencia la importancia del rol del Estado para desarrollar políticas culturales y garantizar que estos espacios no solo sobrevivan, sino que crezcan, porque la cultura tiene que ver con el desarrollo humano.

APU: ¿Qué lugar ocupa la poesía dentro de la programación del Festival?

S.S.R.: Considero que la poesía es como la lengua madre de todas las artes, así que no solo tiene un lugar importante, sino que está en todos lados, hasta en su estética, su comunidad. Pero como género, la poesía tiene un lugar principal, tanto en la programación a través de las lecturas en el escenario, como en los invitados/as, las entrevistas y la presencia editorial.