Reseña del libro “¡También en Argentina hay esclavos blancos!”: una verdad no tan oculta

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Reseña del libro “¡También en Argentina hay esclavos blancos!”: una verdad no tan oculta

07 Marzo 2021

Por Milagros Carnevale

Por decisión de la autora el artículo contiene lenguaje inclusivo. 

Alfredo Varela (1914-1984) era un periodista, traductor, poeta y novelista argentino. Es conocido por su novela El río oscuro (1943), que trata sobre la explotación de los mensúes, trabajadores de la yerba mate en el noroeste argentino y Paraguay. Inspirada en El río oscuro se estrenó, en 1952, la película Las aguas bajan turbias, protagonizada por Hugo del Carril. Varela era comunista y en 1952 estuvo preso hasta que Hugo del Carril, peronista, intercedió para que Perón ordenara su libertad.

En 1941, dos años antes de la publicación de El río oscuro, se publicaron los tres escritos del periodista que Omnívora Editora reúne en la compilación: “¡También en la Argentina hay esclavos blancos!” (que le da nombre al libro), “Notas misioneras” y La masacre de Oberá (un folleto). En ese momento Varela tenía 26 años y había viajado a Misiones para realizar una investigación sobre las condiciones laborales de los trabajadores de la yerba mate. Podría decirse que esta investigación fue el germen de El río oscuro. Podría decirse no es raro que la ficción esté contaminada de un poco de realidad.

El estudio preliminar de este libro está escrito a cuatro manos por Guillermo Korn, sociólogo (entre otras cosas) y Javier Trímboli (profesor de Historia, entre otras cosas). Dice, entre otras cosas, que “los artículos de Varela se inscriben en un tipo de periodismo que busca aunar la literatura con lo masivo, apelar a la sensibilidad lectora y pretende estrechar lazos entre la denuncia y la búsqueda de la verdad”. Este es, definitivamente, el periodismo que necesitamos. Varela fue a Misiones buscando una verdad que a simple vista era inalcanzable por lo inhóspita y lejana (siempre hablando desde Buenos Aires, por supuesto) y se terminó dando cuenta de que no era tan difícil descubrirla. Sólo había que tener ganas de hacerlo.

Innumerables atrocidades cometen los capataces y los dueños de las plantaciones sobre los trabajadores. Los estafan, les roban, los desaparecen, los matan, los explotan. Pero lo que más le indigna a Alfredo Varela es la completa impunidad con la que todo se lleva a cabo. Porque no hay justicia. Porque las personas que supuestamente van a las plantaciones a inspeccionar se dejan sobornar por los terratenientes. Porque la vida de los mensúes no importa. Así como hoy las mujeres y disidencias denunciamos que para el Estado nuestras vidas no importan, Varela denunciaba en los años 40 que la vida de los mensúes no importaba, que era peor de lo que nadie se imaginaba, y que había que hacer urgente algo al respecto.

Él, como periodista, hace todo lo que tendrían que hacer los funcionarios del gobierno cuya función es impedir que se vulneren los derechos laborales. En realidad, los derechos en general. Porque lo que retrata Varela no es simplemente explotación laboral. Retrata un modo de vida infrahumano. Un modo de vida infrahumano que el resto de país decide ignorar, mientras en las capitales y especialmente en Buenos Aires se debate acaloradamente sobre el tema de lo nacional. No es algo nuevo el federalismo de mentira: existe desde hace muchísimo tiempo.

Dicen Korn y Trímboli en el prólogo: “Con Varela vemos al mensú arrastrarse por los caminos, acudir a un local gremial, llorar la muerte de un hijo, descubrir que lo han engañado y que para él no cuenta la justicia. No retacea el nombre de las familias explotadoras, expone a los administradores, capataces y a los responsables de las represiones”. Alfredo Varela se adentra en la selva, cuenta desde adentro, se pone en los zapatos, los andrajos y la piel de cada trabajador de la yerba mate. Al igual que Córdova Iturburu, periodista y escritor, que contó la Guerra Civil Española desde adentro, desde las trincheras, y cuyo testimonio son las crónicas reunidas en España bajo comando del pueblo. De esa manera la editorial Omnívora reafirma su compromiso de divulgar historias bien contadas, historias comprometidas, historias que sin duda alguna todes tenemos que conocer.