Poetas de Puerto Rico: la cultura y los vínculos con la literatura argentina

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Poetas de Puerto Rico: la cultura y los vínculos con la literatura argentina

12 Diciembre 2021

Por Arturo Desimone |​ Ilustración: Arturo Desimone

Excerpta de la Breve antología de poetas puertorriqueños y puertorriqueñas de los siglos XXI y XXII

Nunca ha habido un mejor momento que ahora, para reedificar un puente entre la literatura argentina y la poesía de la isla de Puerto Rico. ¿Cómo reedificar algo que nunca ha existido? quizá pregunta algún escéptico leyendo esto, en la pampa, en la playa, o vaya a saber. 

A pesar de la encrucijada, tanto política como existencial, de ser un engranaje dentro un sistema colonial antiguo con continuidad en el siglo XXI, Puerto Rico se rehúsa a ser una reliquia silenciosa. La isla exhibe una fuerte tradición literaria, y especialmente en cuanto a la poesía. El país representa un estado de excepción en Latinoamérica en el que, a pesar de las sucesivas rebeliones que tuvieron lugar y que acabaron en masacres y prisiones políticas que se extienden hasta el día de hoy, es casi el único país latinoamericano que no tuvo nunca una revolución contra la Corona Española. Como es sabido, la isla carga además con el estigma doloroso de que su dependencia haya sido negociada y transferida a los Estados Unidos bajo un tratado histórico firmado en París en 1898; por lo que, eventualmente, fue convertida en el laboratorio de la visión ideológica estadounidense en su despliegue sobre la región caribeña (especialmente durante los momentos álgidos de la Guerra Fría y de las tensiones con Cuba). Un país en limbo, —entre el colonialismo anacrónico y un futuro que permanece incierto en su dependencia— hoy por hoy la isla también ha conocido el rigor de huracanes como no se habían visto antes, y sismos. ¿Podrían ser señales que anticipen el fin del limbo existencial y político? 

Tal como en el caso de Irlanda, de Cuba y de otras islas, dentro de circunstancias análogas se ha cosechado una rica literatura.

Como hilo editorial, esta antología se ha enfocado en el tema de la “ciencia ficción”, o su equivalente poético, entendida como un marco aleatorio puesto a los fines de presentar la poesía puertorriqueña contemporánea y aquella que se arroja hacia el futuro. El "género especulativo" ha tenido gran seguimiento tanto en Argentina como en la isla de Puerto Rico y el Caribe. Aunque una minoría de estos poetas se reconocen explícitamente como escritores del género (“Sci fi”) —Nadya Echeverría y Daniel Pommers figuran entre los más notorios— todos los versos que, en su diversidad, la Antología reúne pueden, no obstante, colocarse sin hacerles injusticia bajo tal leitmotiv, para formar un opúsculo un tanto azaroso, pero coherente.

Un tatarabuelo del género —el atormentado bostoniano Edgar Allan Poe— después de su muerte, supo unir de un modo póstumo las letras puertorriqueñas y argentinas. Así sucedió en aquel verano cuando Julio Cortázar fue llamado por la Universidad de San Juan (puertorriqueña) para traducir los cuentos completos de Poe, del inglés al español. Justamente, a raíz de aquella encomienda, Cortázar decidió pasar a Roma con su compañera, y continuar el trabajo novelístico que culminaría eventualmente en Rayuela. 

En aquel momento Cortázar estaba convaleciente, empobrecido y también, aparentemente, hambriento: “Como simultáneamente yo andaba traduciendo las aventuras de A. Gordon Pym, el tema del canibalismo volvía muchas veces a nuestros diálogos, y se adecuaba lúgubremente a nuestra situación”.

Es en este momento histórico de la isla estadounidense, degradados los antiguos privilegios que le “permitía” la Madre Patria, que el tema del canibalismo ha retornado a la consciencia artística de ciertos poetas

Sin duda, no pocos de estos poetas citarán en sus blogs “A Modest Proposal'', la sátira memorable del disidente irlandés John Swift, en la que se aconseja a un político británico que la solución más conveniente para la hambruna que atravesaba la colonia de Irlanda, era que Inglaterra les dejase a los irlandeses ingerir a sus propios hijos.

En su tiempo y contexto cultural, “A Modest Proposal'', fue entendida cómo una parodia. Hoy, un texto parecido, “Swiftiano” (sea de ensayo, ficción especulativa, o periodismo surrealista al estilo Hunter S. Thompson) sería recibido fríamente, al pie de la letra, e inclusive podría presumirse que para los estándares utilitarios de cierto hombre encumbrado en la primera magistratura de los Estados Unidos, quizá la propuesta acabara por parecer, en efecto, muy modesta. Al flaco que pensó esto habrá que darle una oficina en Washington!

El modus operandi que rige el mundo económico actual impone una política que oblitera el tiempo para comprender, imprescindible para la lectura. Formalmente, gozamos de la libre circulación de la información, pero lo que el orden vigente restringe puntualmente es el valioso tiempo que podríamos llamar de formación. La vida intelectual sufre irremediablemente el cercenamiento del tiempo psicológico que impone el sistema económico. La fantasía, el surrealismo, el paganismo, vuelven a ser alimentos y remedios para nuestras mentes dañadas, viniendo a llenar un hueco en la tela del hiperespacio. La organización y disposición de este material sumado a los criterios que justifican la publicación, quieren continuar los pasos precursores, prometéicos, que distribuyan la llama prohibida, para recapturar el tiempo-espacio robado, retomar el hilo, y regalarnos de nuevo el tiempo para comprender. Rearticularnos a lo onírico. El objetivo que encierra la antología es el de tender lazos literarios entre Puerto Rico y la Argentina, para que el lector argentino pueda asimilar el tiempo onírico isleño (sin, necesariamente, redescubrir la Atlántida), puesto que lo onírico– el reino de los sueños– es la verdadera autoridad y el territorio soberano de las islas perdidas. Que su ubicación se delate en mapas iterativos no las vuelve inmediatas ni familiares; para conocer su particularidad se requiere poesía.

Aquí nombraremos brevemente algunos de los poetas reunidos en el primer tomo. El poeta puertorriqueño Daniel Pommers (pseudónimo de Daniel Márquez) en los dos poemas que reúne la colección parece adorar a las serpientes mientras que charla con la noche —no simplemente la noche del bi-pátrido José Martí, quién hablaba de “dos patrias” (Cuba y la noche); tampoco simplemente una noche poblada por astros— sino también poblada por fuerzas y entidades siniestras que despiertan el recuerdo de las visiones de H.P. Lovecraft y sus asquerosas criaturas Chtulhu.

El poeta David Caleb Acevedo, como se llamaba cuando le conocí en Cuba, se ha transformado nominalmente en Durandal Stormcrow (stormcrow se traduce como cuervo de tempestades), nombre que adoptó tras los eventos del huracán María. Stormcrow pertenece a un culto similar: ejerce su bamboleo con deidades de la religión afro-caribeña y con entidades del futuro. Su poema “Danza de la lluvia” se perfila como una elegía postmoderna celebrando el clásico poemario “Tuntun de Pasa y Grifería” (1937) por Luis Palés-Matos (Guayama, PR, 1898), que supo revolucionar la poesía caribeña en su época, con una fusión de modernismo vanguardista y africanismos en el lenguaje.

Nadya Echevarría se destaca en una especie de estética “ciber punk” que ella parece haber introducido a la poesía puertorriqueña, un mundo que entremezcla la música clásica con el neón, los radares y las pantallas de una tecnocracia de pesadilla: siguiendo la flauta de Nadya podemos aún encontrar la ruta a la salvación. 

En un poema por Jonatán Reyes (ganador del XI Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero, 2018) el poeta, viviendo en la ciudad, observa por la ventana a la vecina desesperada, vestida con una gorra de folio de aluminio y haciendo ruiditos. Parece una escena voyeur de la obra de David Lynch. ¿Estaría esa señora ejecutando una audaz estrategia de supervivencia o sería, más bien, su gorra de aluminio un intento de afinar la comunicación parapsicológica? Sin duda alguna, el personaje podría haber sido, fácilmente, la vecina argentina en 2001, tanto como una porteña de San Juan después de los vientos financieros. Es el poeta quien puede comunicar e interpretar los sueños de la vecina (a pesar del casco metálico). Como decía el catedrático en estudios mitológicos Joseph Campbell, hablando de chamanes y místicos “el místico sabe nadar donde el vesánico simplemente terminaría ahogado.” 

El poeta Rafael Acevedo auto-describe su ideología como la propia de “un puertorriqueño reclamando la necesidad de reivindicar el comunismo venusiano” (véase el post en su blog). 

Los dos poemas de Acevedo que presentamos aquí, flotan desde el pavimento de un exilio voluntario: escritos en Nueva York, describen las malandanzas solitarias de un pintor y casi-asesino en serie, con posible semejanza al clásico postmoderno “American Psycho”, hito del novelista neoyorquino Brett Easton Ellis. El poema psicópata de Acevedo y la obra de Brett Easton Ellis, escritos en las tierras comunes de la diáspora puertorriqueñ -las urbes estadounidenses-, capturan algo del salvajismo y la adrenalina de perseguir el éxito en Nueva York: el destello promisorio y agrio de una quimera. 

Una costumbre particular en esta variopinta poética isleña, sería la penetración del “Spanglish” en la materia linguística, donde frases en inglés y español aparecen atravesadas, entremezcladas, para urdir un idioma híbrido que a lo mejor sobrevive al colonialismo. También, a veces, se atraviesa el lenguaje Taíno, lengua hablado por los nativos de Borinquen (nombrada Puerto Rico por los españoles), de Cuba y de Aruba (nombres también provenientes de éste idioma nativo)

Improbable entonces es que los argentinos, conocedores del rol del idioma lunfardo en los tangos, puedan descreer del potencial poético e imaginativo de tales artificios.                     

Gaddiel Francisco Ruiz Rivera (Vega Baja, 1991)

Lastre jurásico 

Cuando el mundo tira para abajo
es mejor no estar atado a nada
Imaginen a los dinosaurios en la cama.

Charly García

Juró que meteoros bombardearían los mares
cayeron en el pájaro deshecho del Caribe 
impusieron que era bueno.

Juró que arderían los campos, las murallas
ardieron
nos convencieron
del bien de las cenizas.

Juró misericordia, acordó tras el desastre
detrás pasó la muerte, lloraba
como un toldo azul raído.

¡Cuál será tu lastre
Jurásico control fiscal de la tierra!
Tu cuchillo con cuchillo
mastica presas vivas
presos libertos en el mapa del Dorado.

¡Qué lustre el de las garras de tus alas!
¡Qué forma de meternos las cabras
muertas que chupamos!
¡Qué atmósfera jodida de páginas amarillas
de pájaros que no encuentran a su par
tras las cifras del exilio o la extinción.

No más quejas, qué juras Ojouracán
¿promesas para el vuelo del toldo azul del alma?
El insomnio es una ley despierta
un instinto contra el exterminio
de los cuentos antes de la cama.